(25 de mayo del 2020. El Venezolano).- Las huellas de abundancia y riquezas que marcaron al estado Zulia a lo largo de sus más de 100 años de explotación petrolera están hoy bajo montones de basura en sus calles y ensombrecidos por los apagones que cada día aquejan a esta región y sus ciudadanos, la cual declaran en emergencia.
En nuestra ciudad capital Maracaibo, el deterioro de los servicios públicos se refleja en cada cuadra y en todas las avenidas de esta urbe compartida por unos 4 millones de habitantes, y que fue por décadas una localidad vanguardista en términos de servicios.
A principio de este año y accidentado 2020, la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, denunció la “situación calamitosa” en la que se encuentra, siendo la más poblada del país petrolero, donde la crisis económica golpea con más fuerza a sus ciudadanos; en la actualidad divididos entre la indignación y el hastío.
Ahora bien, la llamada “tierra del sol amada” es un crisol de problemas donde los más afectados son sus pobladores, condenados a fallas eléctricas de hasta 36 horas de duración y peor aún bajones eléctricos que dañan los electrodomésticos de los hogares zulianos, además de vivir sin internet ni telefonía residencial, con agua potable racionada, rodeados de basura y con miedo a la inseguridad.
La anarquía se muestra incontestable en las avenidas de la ciudad donde no sirve casi ningún semáforo por no decir todos, y lo que ha llevado a los conductores a actuar como jueces y parte para ceder o no el paso, una situación que ha desencadenado discusiones tan acaloradas como la sensación térmica que ronda diariamente los 40°C.
Además, hasta tres veces por semana los marabinos se forman en colas a las afueras de las E/S de gasolina para recibir este líquido racionado desde hace meses en la región reconocida como un símbolo indiscutible de riqueza petrolera y sus derivados.
El deplorable estado de los hospitales públicos, el alto costo y en ocasiones escasez de alimentos y medicinas, el mal servicio del transporte y la falta de dinero físico, *”problemas que se registran en todo el territorio nacional*” han penetrado sin excepción al Zulia que sufre la crisis con más intensidad, obviamente más notorias por sus cualidades naturales.
Las muy nombradas «perreras» (camiones de carga sin mínimos de seguridad que se vienen usando en Venezuela ante la paralización de casi todos los medios formales de transporte colectivo) circulan en Maracaibo abarrotadas de pasajeros que se ubican hasta en el techo de los vehículos.
Asimismo, la carencia de billetes adoptó un matiz tan especulativo como beneficioso para algunos criminales y delicuentes que vieron en esto una oportunidad para contribuir a la desgracia económica del país, sin respuesta y solución del Ejecutivo Nacional y menos Regional, donde el efectivo es pagado en ocasiones y la más frecuentes hasta por 1.000 % de su valor nominal.
Este fenómeno obedece, según a la cercanía con la frontera colombiana, donde los bolívares son comprados por cambistas que prefieren papeles de alta denominación para simplificar sus operaciones ante la devaluación de la moneda venezolana, aunque el chavismo gobernante habla de «mafias» que actúan contra la economía.
Si Maracaibo por más de un siglo creció con la mirada en su Lago, por donde llegó la electricidad y el cine a Venezuela, hoy la vista está puesta en la frontera, a donde se trasladan diariamente miles de personas para buscar en Colombia lo que no consiguen en Venezuela.
La realidad del otro lado del puente Rafael Urdaneta, que conecta Maracaibo con las ciudades de la Costa Oriental del Lago, es menos alentadora. En esta parte del oriente del estado, donde inició la explotación petrolera hace más de 100 años, hay comunidades enteras que duermen a oscuras desde hace semanas producto de un racionamiento decretado por el Gobierno de Nicolás
Maduro para atender unos supuestos «ataques» al sistema eléctrico. La falta de agua potable ha llevado a los pobladores de esta zona, la de más baja altitud del país, a cavar pozos por doquier y sin permisos de las autoridades, aunque sin éxito en la mayoría de los casos.
Si hay algo indiscutiblemente común en el Zulia es el deplorable mal estado de sus vías, carreteras, calles, avenidas, las autopistas y caminos que conectan sus localidades, están llenos de huecos y basura, casi sin alumbrado publico y con numerosas historias de asaltos y actos delictivos.
La suma de estos males afecta directamente el regionalismo de los zulianos, que por años nos jactamos de ser los benefactores del resto de nuestros compatriotas y hoy sufrimos como ningún otro venezolano la desidia y el abandono sin soluciones a la vista.
Todo lo redactado es una realidad existente, no es un cuento sacado de las historias universales, realidad que nos mueve a pensar ¿Tendrá esta problemática solución? ¿Podremos recuperar al Zulia de la desgobernabilidad en la que se encuentra?
Es momento de crear conciencia como ciudadanos honesto, íntegros disciplinados en inteligentes que somos para actuar de manera civilizada, ordenada para cambiar el destino de nuestro estado Zulia, apegados a la Constitución, nuestros derechos pero sobre todo nuestros deberes.
Son incontables las interrogantes que nos planteamos, pero detengamonos un momento y pensemos en quien estamos depositando nuestra voz para que nos representen ante estas instituciones adversas.
Definitivamente debe ocurrir un cambio radical de 180° en nuestra manera de escoger a nuestros gobernantes quienes deben poseer sentido humanista, convicción de la responsabilidad que se les va a entregar, trabajadores incansables en el logro de los objetivos.
Invito a todos los ciudadanos del estado Zulia a que no nos tenemos robar nuestra dignidad y gentilicio de ser zulianos profundamente luchadores de carácter y trabajadores.
*”Dios bendiga al Zulia y sus Ciudadanos”*