(31 de octubre del 2019. El Venezolano).- Sobre la base de una lucha social internacional que concibió la revolución castrocomunista por la década 1990, a fin de lograr la igualdad social, los cárteles ozquirdistas buscan, desde su reunión en Caracas, durante julio pasado, la desestabilización de las democracias latinoamericanas para cuyo objetivo ya comenzaron sus tropelías por Chile, país que ofrece una cierta calidad de vida y ostenta una caída, desde la década 1980 hasta hoy, del coeficiente de Gini. De ahí, que la crisis no es económica, sino política e ideológica, en sentido amplio, estricto y preciso.
Ante la insurgencia y la rebelión acaecidas en Chile, con pretensiones de promover una revolución diabólica, cuyo objetivo, en virtud de sus tentáculos y desde un ángulo geoestratégico, podría ser o estar concebido, desde ya, también sobre Brasil, Colombia y otros países de la región al estilo de pesca en río revuelto ganancia de pescadores, puesto que contarán con apoyo económico, así como del aparataje políticomilitar desde Venezuela en detrimento de la calidad de vida de sus habitantes colmados de penurias (hambre y tasa estimada de mortalidad infantil, según UNICEF, estimada en un18 % hacia fines de 2019, principalmente).
Afortunadamente, lo que hoy día acontece en Chile está a un nivel muy bajo de sus estructuras. Pero, los hechos apuntan hacia un salto cualitativo como meta a coronarse, revolucionariamente, razón por la cual pueblo ni gobierno chilenos, incluso extranjeros deberían considerar toda acción conducente a fin de prevenir una hecatombe sociopolítica análoga a la que ahora agobia a los venezolanos, sin excepción. O, en breve, tendremos que establecer, Dios no lo permita, un puente aeroterrestre Chile/Venezuela.