(23 de octubre del 2019. El Venezolano).- Las plazas de mercado de Riohacha y Maicao, regiones de la Guajira colombiana, se convierten en los lugares predilectos de búsqueda de comida por niños venezolanos y colombianos menores de 15 años de edad
Los grupos, por lo general de hasta 10 niños, pertenecen a la etnia Wayúu; van descalzos y envuelta en ropa sucia, comiendo de los desechos que encuentran en los basureros. Los vendedores del sector comentan que es una realidad que demuestra el abandono del Estado a esta población.
María Pushaina y su hermana Leydi, tienen 17 y 12 años de edad, respectivamente, son huérfanas de padre y su madre está enferma, además tienen un hermano menor. Ellas, con sus trajes típicos de la etnia Wayúu, caminan dos horas hasta llegar a la plaza de Maicao para buscar algo de comer en los dos contenedores de basura que están en el lugar, informó EFE.
“No me gusta recoger alimentos de la basura, pero es que no sabemos cómo vivir, lo hacemos porque no hay comida en otro lugar”, manifiesta Leydi Pushaina, de solo 12 años de edad, quien camina las calles sucias con aguas estancadas de la plaza de mercado de Maicao, a 13 kilómetros de la frontera entre Venezuela y Colombia.
Estas hermanas, indígenas Wayúu viven del lado colombiano -aunque otras tantas lo hacen en el territorio venezolano- salen de su hogar a las 8:00 de la mañana y regresan a las 5:00 de la tarde. Además de buscar comida entre los desechos de los basureros, también venden cartones que encuentran en estos lugares.
En pleno centro de Riohacha, capital de La Guajira, el panorama no es distinto. Bajo el incremente sol niños y jóvenes Wayúu venezolanos y colombianos, llegan a los basureros de la plaza de mercado en busca de alimentos, en el lugar compiten con aves de rapiña, palomas y perros.
En una de estas escenas, tres hermanos, de 19, 12 y 9 años de edad, de la comunidad Wayúu de Venezuela, llegan hasta los contenedores de basura, incluso, con permisos de sus padres para encontrar algo de comer para la cena y el desayuno del día siguiente.“Mi papá gana una miseria vendiendo agua, a veces nos acostamos a dormir con hambre y para evitar eso llegamos hasta el basurero para encontrar algo de comer”, manifiesta Johana Patricia Briano, de 19 años de edad.
Es un panorama aciago para la etnia Wayuu de la que no se responsabiliza ningún gobierno ni colombiano ni venezolano y que subsiste en una situación de extrema indefensión y vulnerabilidad.