(01 de noviembre del 2024. El Venezolano).- A dos meses de la detención de Perkins Rocha Contreras, el calvario que enfrenta María Constanza Cipriani es el mismo que viven miles de familias venezolanas: atrapadas en una tragedia que parece no tener fin. En estos sesenta días, Cipriani se ha convertido en un símbolo de resistencia y esperanza, recordándole al mundo que el olvido y la resignación no son opciones cuando la dignidad está en juego. “Nosotros tomamos su testigo y seguimos luchando por la verdad”, expresa con voz firme, una voz que se ha vuelto el eco de quienes no pueden hablar, representando incansablemente a aquellos que han sido detenidos por razones políticas.
Por Antonieta Jurado
Este miércoles se cumplieron dos meses desde que su esposo, el abogado y exmagistrado Perkins Rocha, fue detenido arbitrariamente. Ni ella ni Omar Mora Tosta -su abogado- han tenido acceso a Rocha para verificar su estado de salud o las condiciones de su detención. Tampoco han tenido acceso a su expediente.
Cuántas familias enlutadas viviendo el sufrimiento, que significa que su familiar sea apresado, sin poder verlo, sin que puedan nombrar defensores privados, sin que se logre demostrar comisión alguna de delito y, en muchos casos, están documentados por diversas ONG; sometidos a violaciones de derechos humanos por los tratos que reciben en prisión.
Estos hechos representan una evidente violación de los DD HH, los estándares establecidos en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, incluida la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y otros instrumentos del derecho internacional como la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Actualmente en Venezuela se trata del “mayor número de presos con fines políticos conocido en el país, al menos en el siglo XXI”, advirtieron desde la organización Justicia, Encuentro y Perdón. También denunciaron que estas personas están en “condiciones alarmantes de reclusión”, con “mala alimentación”, atención médica indebida y carencia de productos de higiene personal.
Los dos meses del secuestro de Rocha evidencian la extrema opacidad y la falta de garantías procesales que rodean los casos de presos políticos en Venezuela. Familiares y abogados enfrentan un muro impenetrable que les impide confirmar si sus seres queridos reciben trato digno y los cuidados médicos necesarios. María Constanza Cipriani ha alzado la voz no solo por su esposo, sino también por todos los detenidos injustamente en el país. Y responsabiliza al gobierno por la integridad física y la salud de su esposo.
«Venezuela vive un momento desgarrador en el que la defensa de los derechos humanos y la libertad se enfrenta a la represión y al silencio», sostuvo Cipriani.
Dos meses han pasado desde la desaparición forzada de Perkins Rocha Contreras, abogado venezolano y defensor de derechos humanos. Ni su familia ni su abogado han podido verlo desde su detención, y la incertidumbre se agrava día a día.
El caso de Perkins Rocha es particularmente crítico debido a su condición médica, que requiere monitoreo constante a causa de una válvula en el cerebro. Su esposa ha insistido en la urgencia de que se le brinden cuidados especializados, pero la negación de cualquier acceso a su esposo ha dejado a la familia en estado de incertidumbre y alarma constante.
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“Exigimos que se cumpla la Constitución, que se respeten los derechos humanos y se garanticen los principios básicos de justicia”, resaltó con firmeza.
Para Cipriani, alzar la voz es una misión impostergable que desafía el miedo y la represión, consciente de que el silencio significaría una derrota para su esposo y para los miles de detenidos que esperan justicia.
El abogado es más que una víctima del sistema. Como exmagistrado de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, Perkins Rocha ha dejado una marca indeleble en el ámbito jurídico venezolano, defendiendo principios democráticos y el Estado de derecho en un país donde estas prácticas son cada vez más vulnerables. Su labor en la organización política Vente Venezuela, liderada por María Corina Machado, y su constante defensa de los derechos humanos lo han convertido en una figura crítica para el régimen, el cual parece decidido a silenciar las voces disidentes. Rocha se había erigido como una voz fundamental al denunciar irregularidades en el sistema electoral y defender los valores democráticos.
En la última entrevista al doctor Rocha que le hizo El Nacional, el abogado alertó sobre las violaciones de derechos humanos en el país, un acto que quizá selló su destino.
En una conversación exclusiva para El Nacional, se adentra en el relato de una esposa que lucha incansablemente por justicia, no solo por su esposo, sino también por todos los presos políticos en Venezuela que sufren la sistemática violación de sus derechos humanos.
Para Cipriani, el dolor de la ausencia de su esposo es una herida diaria, pero el temor y la incertidumbre no han logrado quebrantar su determinación. Ella ha elevado la voz no solo por Perkins Rocha, sino también por todos aquellos detenidos injustamente, clamando por el respeto a los derechos humanos y exigiendo que cese el abuso que sufren quienes han sido encarcelados por sus convicciones políticas.
La fortaleza y la lucha de Cipriani inspiran a quienes han visto a sus seres queridos ser arrebatados sin motivo. Víctimas de un sistema que no tolera la disidencia ni la búsqueda de justicia.
La lucha de María Constanza y de su hijo, Santiago Rocha, se ha convertido en un símbolo de resistencia Su esfuerzo ha traspasado las fronteras de Venezuela, y su hijo ha recogido el legado de su padre. Este joven, afectado profundamente por la injusticia cometida contra su papá, ha llevado su voz hasta organismos internacionales, siendo recibido en la Organización de Estados Americanos (OEA) y por su secretario general, Luis Almagro, quien hizo un llamado firme exigiendo la liberación inmediata de Perkins Rocha.
La comunidad internacional ha manifestado su preocupación, y una experta de la ONU ha señalado que el trato a Rocha podría constituir una represalia por su apoyo a María Corina Machado y su lucha por los principios democráticos.
La voz de María Constanza Cipriani es firme, pero sus palabras delatan la profundidad de las emociones que la atraviesan al hablar de la desaparición forzada de su esposo, Perkins Rocha, incomunicado desde hace dos meses. El dolor de la ausencia de su esposo es una herida que supura a diario, pero ni el temor ni la incertidumbre han logrado quebrar su determinación.
«Perkins está preso porque siempre alzó la voz por la verdad», afirma su esposa. Su firmeza es un recordatorio de que el olvido y la resignación no son opciones. Su lucha es la de cada madre, hermana y esposa que sigue en pie en Venezuela, defendiendo el derecho de cada preso político a vivir y ser tratado con justicia y humanidad.
Con voz contenida y cargada de dolor relata que “es difícil explicar lo que se siente. Primero, una incredulidad absoluta, porque, aunque sabíamos que esto era posible, uno siempre piensa que estas cosas no le van a pasar.”
Habla con la calma de quien ha aprendido a contener la tristeza y la frustración, como si en ese control encontrara refugio ante un dolor que amenaza con sobrepasarla. Luego, continúa: “Después viene la impotencia, esa sensación de no saber dónde está, cómo se lo llevaron y cuánto va a durar esto. Y cuando la impotencia da paso, aparece la rabia, una rabia terrible que te consume, porque no puede ser que en tu propio país no tengas ni el derecho a disentir.”
Con orgullo, expresa: “Perkins no solo es mi esposo, es un defensor de la justicia, y callarnos significaría renunciar a su legado, a su lucha y a los derechos que cada preso político merece”.
Su lucha por la dignidad humana se alza como un estandarte en tiempos oscuros, donde exigir justicia es, en sí mismo, un acto de valentía. Y así, con el dolor y la valentía entrelazados, Cipriani continúa, día tras día, en su misión de defender los derechos de su esposo y de todos aquellos que han sido injustamente silenciados en Venezuela.
Su voz se quiebra cuando se le pregunta sobre la salud de Perkins Rocha. Con tristeza que apenas puede disimular, describe la falta de asistencia médica para su esposo, quien requiere monitoreo por una válvula cerebral.
“No encontramos un médico en Venezuela dispuesto a hacer un informe; el miedo los paraliza, y lo entiendo”, dijo.
“He tenido que buscar expertos fuera del país, y con cada gestión, el peso de la incertidumbre y la desesperanza se hace más profundo”, agregó.
Las emociones de María Constanza se entrelazan en un caótico vaivén. La rabia da paso al miedo, un miedo que, sin embargo, ella se niega a dejar que la paralice.
“La gente me pregunta si no tengo miedo de hablar, y mi respuesta es: ¿y por qué debería tenerlo? Solo estoy defendiendo a mi esposo, su derecho a decir lo que siente, lo que piensa, con libertad”.
En sus palabras se percibe la tenacidad de quien enfrenta el dolor y la angustia de ver a su esposo encarcelado sin razón ni garantías de un juicio justo.
Desde la desaparición de su esposo hace dos meses, María Constanza Cipriani ha asumido la defensa incansable de los derechos humanos en Venezuela, mientras enfrenta una profunda angustia y los efectos de un trauma que la marcan día a día.
Admite que ha recurrido a una psicóloga para sobrellevar el impacto emocional de esta situación. “La psicóloga me dijo que estos sentimientos que tengo pueden ser un trauma porque este tipo de cosas dejan una marca profunda”, confesó, y en su voz se siente el peso de esa herida emocional que no encuentra consuelo.
Su día a día está marcado por una rutina casi obsesiva en la que defiende esos pocos momentos de normalidad, como el trotar en las mañanas. “Esos 50 minutos los defiendo con uñas y dientes, porque es lo único que me permite anclarme, recuperar algo de equilibrio”, explicó, reconociendo que su vida ahora es un constante ajuste de expectativas doloroso.
Cipriani afirma que se trata de una lucha que trasciende las paredes del Sebin y que representa la esperanza de un país entero.