(01 de abril del 2024. El Venezolano).- Lucila Méndez llegó algo ajetreada a la audición ante las cámaras, donde antes que ella había unas treinta chicas que hacían una larga fila en las afueras de un teatro en Broadway. Tenía apenas 18 años, pero estaba decidida a incursionar en su sueño de ser actriz y su temperamento la haría triunfar. Iba acompañada de su tía Dolores Méndez, que ya brillaba en Hollywood, pues la había antecedido.
Escrito por: Luis Alberto Perozo Padua
Esa tarde fría de otoño de 1924, Ralph Ince, un afamado director de cine estadounidense, nacido en Boston, Massachusetts, quedaría sorprendido por la versatilidad de aquella hermosa dama, por lo que sin vacilar la seleccionó, convirtiéndose en una legendaria protagonista de la industria fílmica norteamericana y la primera actriz venezolana en debutar en la pantalla grande de Hollywood.
A petición del propio director Ince, Lucila adoptó el nombre de Lucille, por ser más americanizado; coincidencia que aquel era el nombre de la anterior esposa del productor. Pero no pasará mucho tiempo antes que Lucila, conquiste la atención absoluta de Ralph, con quien casará el 7 de julio de 1926. Desde entonces será conocida por Lucille Méndez en sus actuaciones en inglés y Rosa Castro en español.
La ilegítima del presidente
En 1899 Cipriano Castro, natural de Capacho, estado Táchira, se convirtió en jefe de Estado tras el triunfo de la Revolución Liberal Restauradora, y se mantuvo en el poder hasta diciembre de 1908. Casado con Zoila Rosa Martínez, la ceremonia nupcial se efectuó en San Cristóbal en octubre de 1886. El acta de matrimonio constata que la dama tenía 16 años, diez años menos que el marido.
Innumerables autores han incurrido en el error de afirmar que Lucila Méndez o Rosa Castro, era hija única de esta unión conyugal, cuando es ampliamente conocido que doña Zoila Martínez era estéril, por tanto, nunca pudo procrear, lo que la obligó a realizar un pacto -algo diabólico con Castro: “Puedes tener las aventuras que desees, pero los vástagos no serán reconocidos con tu apellido”. Doña Zoila soportará con resignación las públicas infidelidades de su marido.
Castro a la sazón tuvo innumerables hijos en diferentes mujeres, y como buen zorro viejo y astuto, para no contradecir a su esposa, requería de sus cercanos colaboradores para que fungieran como testigos legítimos en el acto de presentación de sus críos.
Y será el propio José Rafael Revenga Pereira (nieto de José Rafael Revenga, secretario de Simón Bolívar, entre otros cargos), en su condición de presidente del Congreso Nacional, quien suscribirá como testigo en el documento de nacimiento de Lucila Méndez.
Un velo oscuro
Hasta antes del año 2020, se cernía sobre la figura de Lucila Méndez o mejor conocida Rosa Castro, un velo oscuro. Y será el acucioso investigador y escritor Miguel Méndez Rodulfo, que por ser sobrino nieto de nuestra biografiada, se trazó el propósito de desvelar la verdad sobre la identidad y su nacimiento.
Aparte de los años dedicados a rastrear pistas que lo acercaran al desenlace de la historia de Lucila, dado existen velos que hasta ahora parecen infranqueables, Méndez Rodulfo consagró más de cuatro meses en su labor de pesquisa, caminando -sin tregua-, un poco más de mil cuadras visitando cada registro y jefatura civil del casco histórico de Caracas, hurgando cada archivo para hallar la partida de nacimiento y/o bautizo de Lucila.
Se topó el investigador Méndez Rodulfo, después de mucho caminar y rastrear libro por libro, el acta de bautismo de Lucila, despejando así la controversia de su verdadero nombre, pues Rosa Castro fue un seudónimo que asumió una vez establecida en México.
El nueve de marzo de mil novecientos ocho, yo el infraescrito cura párroco de Santa Rosalía de Caracas, …. sacramento según el ritual eclesiástico…. a una infanta que nació el 31 de enero de mil novecientos seis en Caracas, que lleva por nombre Lucila Josefina, hija natural de Luciana Méndez Isava. Fueron sus padrinos Enrique Lara y Josefina de Lara, a quienes en adelante el parentesco
Hno. Jesús Ma Acuña
Con el certificado de bautismo de Lucila, logró entonces el investigador, rastrear la Partida de Nacimiento en el registro Subalterno de Petare, un documento que hasta ahora permanecía extraviado en el entramado del tiempo y cuyo contenido disipará el velo negro que se cernía sobre la figura de Lucila Méndez. Es imperante subrayar que el investigador, así como buscó a Lucila Méndez, también escrutó con el mismo afán a Rosa Castro, con el resultado que de esta última no halló evidencia alguna.
El rapto de Luciana
El 29 abril de 1904, ocurriría un acontecimiento nefasto para la familia Méndez Isava y que dejaría secuelas por décadas.
Apunta el investigador Miguel Méndez Rodulfo, que cuando el dictador Cipriano Castro estaba a punto de reelegirse presidente de Venezuela, visitó Ciudad Bolívar, en donde pernoctó cuatro días.
Arribó a aquella ciudad surcada por el Orinoco en el vapor Apure, acondicionado como “palacio encantado”.
Durante la primera noche de su estancia, sus acólitos le ofrecieron una espléndida recepción en el Palacio de Gobierno, reunión a la que asistiría Luciana Méndez Isava en compañía de su prometido el Dr. Andrés Felizzola; un médico nombrado director de Salud del estado Bolívar.
Él provenía de una familia distinguida con ascendencia italiana, radicada en Caracas, pero procedente de Guárico. Subraya el investigador Méndez Rodulfo, que el joven médico había formalizado compromiso de matrimonio con Luciana, evento nupcial previsto en los meses subsiguientes.
Luciana era una joven de espléndida belleza, que dejó cautivado al licencioso dictador, quién abusando de su poder ordenó a un ayudante buscara a la pareja para conocer a la agraciada dama.
Sin respeto alguno por el prometido, Castro le dispensó toda clase de halagos y dejó constancia, de una manera vulgar y soez, de su interés por ella. Aquel hombre soberbio, que la doblaba en edad, bajo los efectos del licor, convidó a la joven Luciana a bailar y lo hizo por un tiempo más largo del que la decencia consideraba conveniente. Al despedirse de ella el sátrapa se había propuesto raptarla usando su influencia como mandatario y, si no funcionaba, lo haría a la fuerza.
Señala Méndez Rodulfo, que Luciana en su hogar era la hija mayor, ejemplo para sus hermanas y ayuda para su madre. “Mamá Chana; así fue llamada Luciana más adelante. Era muy bella, dulce, hacendosa y querida”, describe Méndez Rodulfo.
Al día siguiente, el libidinoso le envió flores y una carta. En los dos días que siguieron le continuó enviando mensajes y recados, a través de emisarios, pero también tuvo el atrevimiento de visitar la casa de la familia Méndez Isava. Visto que Luciana no accedía al acoso del autócrata, vinieron las amenazas veladas a la integridad de su familia, de su padre, de su novio; eludiendo la posibilidad cierta de cárcel, de destierro, la confiscación de propiedades, toda una conspiración siniestra de intimidación a la familia para satisfacer su obsesivo capricho.
Finalmente, el energúmeno presidente consuma el secuestro de Luciana y la deshonra, quedando en estado de una niña que llamará Lucila. Ella, presa de un destino que no había elegido, se ve obligada por presiones a resignarse con la esperanza de proteger a los suyos, sabiendo que eso implicaba la pérdida definitiva del amor de su vida y de sus planes futuros.