(24 de marzo del 2024. El Venezolano).- Este miércoles, parte del equipo de campaña de la líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, fue detenido o se encuentran con órdenes de captura. Capturas solicitadas por Tarek William Saab, el fiscal general de Venezuela.
Por Andrés Gerlotti Slusnys
«Desde que he tenido uso de razón, he querido ponerme a prueba en situaciones límites, episodios entre dramáticos y muy duros a la vez». Así comienza la biografía que Saab ha publicado en su página web.
Saab se ha definido como un militante de la revolución desde que se involucró en la política. Fruto de una familia de inmigrantes libaneses, nació en Anzoátegui, Venezuela, en 1962. Siendo adolescente participó en el movimiento PRV-Ruptura, liderado por Douglas Bravo, un guerrillero de la izquierda radical, y, sin abandonar el activismo, se graduó de abogado y cursó posgrados en derechos humanos y derecho penal.
El nombre de Tarek William Saab comenzó a aparecer en la palestra pública en 1989 cuando sucedió ‘el Caracazo’, un estallido social que se inició por el aumento de los precios de gasolina y terminó con saqueos, violencia y casi 300 muertos. Mucho se ha hablado sobre la posibilidad de que ese movimiento colectivo no hubiese sido espontáneo, sino coordinado por Fidel Castro y los partidos revolucionarios para derrocar al Gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez. Después de esos acontecimientos, Saab conoció, a través de Douglas Bravo, al joven Hugo Chávez.
Pocos años más tarde, Chávez cumplía condena en prisión por liderar un golpe de Estado y Saab, como jefe de la oficina de derechos humanos del Concejo Municipal de Caracas, abogó por el indulto que lo condujo a la libertad. Desde entonces, Saab se convirtió en un aliado imprescindible de la revolución bolivariana que estaba impulsando Chávez.
A partir de la era chavista que se inauguró en 1999, Tarek William Saab ha ocupado diversos puestos. Fue diputado, miembro del Congreso que reformó la Constitución. También gobernó el estado Anzoátegui durante 8 años y durante su mandato se encargó de promover, mediante conciertos, el rock, una de sus tantas pasiones. Fue Defensor del pueblo y, desde 2017, se desempeña como fiscal general de Venezuela, un puesto que antes ostentaba Luisa Ortega Díaz, quien durante muchos años útil para el chavismo –llevando a Leopoldo López a la cárcel, por ejemplo–, y que luego fue desterrada.
En 2017, cuando fueron reprimidas con violencia las intensas de protestas antigubernamentales, Yibran Saab, estudiante de derecho de 22 años e hijo mayor de Tarek, le recordó a su padre que él tenía «el poder de poner fin a la injusticia que ha hundido al país» y le pidió que hiciera «lo que tuviese que hacer» para lograrlo. «Sé que no es fácil, pero es lo correcto». A través de Twitter, Tarek William Saab respondió que se encargaría de sancionar a los responsables de la represión. Aunque la justicia todavía no ha llegado a las familias de muchos de los muertos.
El musculoso poeta de la revolución
Junto con su afición por bandas como Pink Floyd, AC/DC o The Doors, el gimnasio y la poesía forma parte de los intereses de Saab. Por los poemarios que ha publicado con editoriales del Estado, Hugo Chávez lo apodó alguna vez como el ‘poeta de la revolución’. Tarek William Saab profesa una vida de cultivo espiritual y retroinspección. Es budista y se identifica con el movimiento ‘hippie’.
El fiscal también se ha caracterizado por subirse a las olas mediáticas. Poco tiempo después de que la revista ‘Rolling Stone’ coronara a Canserbero como el rapero más influyente de habla hispana, Saab decidió reabrir el caso de su muerte. El venezolano Canserbero había muerto nueve años atrás en situaciones muy extrañas y nunca esclarecidas, pero el fiscal se propuso revelar la verdad en ese momento, y, aprovechando la viralidad del personaje —conocido entre los jóvenes alrededor del mundo— difundió todas las investigaciones y confesiones de los acusados en redes, como si se tratara de una serie criminal de Netflix. Algo que no hace con todos los asuntos, sino con aquellos que tienen calada entre los usuarios de las redes sociales.
Distintos activistas denunciaron en su momento que el marketing legal dedicado al caso tenía que ver con un lavado de cara del gobierno venezolano, una manera de mostrarse legales y justos frente a los crímenes de lesa humanidad que investiga la Corte Penal Internacional en Venezuela.
Tarek William Saab ha sido sancionado por varios países. Colombia le ha prohibido la entrada al país por apoyar al régimen de Maduro. Estados Unidos lo sancionó por socavar la democracia y los derechos humanos, así como Canadá. Y la Unión Europea lo señaló como uno de los responsables del deterioro de la democracia, congelando sus activos e impidiendo su ingreso a los países miembros. Castigos que los revolucionarios bolivarianos suelen recibir como una condecoración.Las transacciones del rey de los seguros desvelan también que este hombre de negocios próximo al chavismo recurrió a su madeja bancaria en Andorra para hacerse en diciembre de 2012 con La Zanahoria, un caballo de 200.000 dólares (182.785 euros) y abonar 36.141 dólares (33.040 euros) a una cuenta del Real Madrid.
Desde la opacidad bancaria de la BPA, Farías Luces también traspasó 720.336 dólares (658.334 euros) al empresario Luis Mariano Rodríguez Cabello, presunto testaferro de Diego Salazar, primo del exministro chavista de Energía, antiguo presidente de PDVSA y exembajador en la ONU Rafael Ramírez.
Como si se tratara de un mecanismo engrasado, la red que saqueó PDVSA operó entre 2007 y 2012 y estuvo integrada por funcionarios de la poderosa firma estatal y exdirigentes de la primera hornada chavista. Los ex viceministros de Energía de Venezuela Nervis Villalobos y Javier Alvarado formaron parte de esta organización bajo la lupa de la sospecha por cobrar comisiones de más del 10% a empresas, especialmente chinas, que después resultaban agraciadas con contratos de la energética, tal y como reveló este periódico. El grupo se enfrenta en Andorra a las acusaciones de blanqueo de capitales en establecimiento bancario y pertenencia a una red delictiva.
La red ocultó su botín a través de una alambicada telaraña de cuentas en la BPA. Y, mediante una treintena de sociedades opacas radicadas en paraísos fiscales como Suiza o Belice, movió el caudal de fondos que fue a parar a Andorra, un país de 78.000 habitantes blindado hasta 2017 por el secreto bancario y a 7.400 kilómetros de Caracas. Para no levantar sospechas, camufló sus millonarios ingresos bajo el paraguas de unos trabajos de asesoría que, según los investigadores, no existieron.
Junto a los funcionarios de PDVSA y exjerarcas chavistas, la justicia andorrana también procesó a una decena de exdirectivos y empleados del banco usado para refugiar el botín, la BPA. La entidad fue intervenida en marzo de 2015 por un presunto delito de blanqueo de capitales por abrir decenas de cuentas a la trama sin advertir la condición de sus miembros de Personas Políticamente Expuestas (PEP), que es como se denominan en la jerga financiera a aquellas personalidades que, por sus vínculos con la Administración, deben someterse a un control especial para prevenir el blanqueo de capitales.