(10 de noviembre del 2022. El Venezolano).- La comunicación u opinión pública es todo. Hubo un tiempo cuando la difusión del conocimiento solo existía en los monasterios, manuscrita, y entre una pequeñísima élite de poderosos, o en reducidísimos círculos en China. Pero, hacia 1450 un individuo llamado Johannes Gensfleisch, Gutenberg, impresor alemán (1400-1468) inventó la tipografía o impresión de caracteres móviles. Luego, se asoció en Maguncia con J. Fust e imprimió la célebre Biblia latina o “biblia de 42 líneas”. Todos tenemos una revolución favorita: la industrial, la francesa, la rusa, la de 1968, la sexual. Sinembargo, es de estimarse que la mayor revolución ha sido la invención de la imprenta. Pues, facilitó que el conocimiento circulara, así como la masificación del saber y, en efecto, motivó varios cambios históricos, entre los que resaltan, el nacimiento de los medios de comunicación y, por tanto, la posibilidad de una democracia; hablando claro, de comunicación de masas. Así, la primera publicación periodística tuvo lugar en Viena, por el año 1529, una hoja noticiosa intitulada “Mercurios”.
Por Isaías Márquez
Posteriormente, en 1886 el físico alemán Heinrich Hertz enfocó y estudió por primera vez las ondas de radio (ondas hertzianas). Así, los primeros radiotransmisores fueron desarrollados entre 1895-1896 por el italiano Guglielmo Marconi. Y, hacia 1900 la radio comenzó a comercializarse.
Hoy por hoy, no dudamos de que incomunicados no podría haber democracia, de que el flujo comunicacional es “sagrado” y un derecho, de que la actitud reiterativa de toda dictadura ofuscada es el amordazamiento al ruido mediático, sea bien intencionado o no. Más aún, a estas alturas de la dinámica difusiva, podríamos sentar que tenemos acceso a todo aquello que ha sido publicado o difundido; a todo documento existente.
La cuestión no estriba en si tenemos acceso a todo lo existente; supongamos que sí. El problema estaría en quién lo ha difundido, quién lo ha editado, impreso o transmitido. La “mass media” es onerosa, requiere una inversión de capital que muy pocos poseen; no personas, sino entidades, corporaciones y empresas, entre otros. La comunicación de masas: prensa, radio, cine, televisión, industria editorial. Muy probablemente, tengamos acceso a todo ello. Esto significaría que por la idea tan inocente de la imprenta masificadora, podríamos saberlo todo, que todo está a nuestro alcance. Efectivamente, todo aquello quienes tienen la capacidad para hacerlo decide difundir. Condición incómoda para los regímenes autárquicos y sus líderes megalómanos. En vista del ruido mediático tan estridente a los oídos del régimen, existe, desde 12/2004, la denominada Ley Resorte, draconiana con la que se pretende acallar a todo medio, sometiéndolo a sumisión, cierre, bloqueo y hasta comiso.