(29 de abril del 2021. El Venezolano).- El Ártico se está volviendo más verde a medida que el clima se calienta, pero no lo bastante rápido como para absorber mucho dióxido de carbono, según un estudio publicado en Nature Climate Change.
Existía la esperanza de que, a medida que crecieran más plantas en las latitudes árticas y boreales, a medida que el calentamiento del clima hiciera que esas regiones fueran más acogedoras para las plantas, esas plantas fotosintéticas trabajarían para ayudar a secuestrar el dióxido de carbono atmosférico que las ayudó a florecer en primer lugar.
Pero esta investigación sugiere que toda la nueva biomasa verde no es un sumidero de carbono tan grande como los científicos esperaban.
«¿Qué significa realmente la ecologización? ¿Podemos confiar realmente en que nos salve del cambio climático? –se pregunta Jon Wang, científico del sistema terrestre de la UCI (Universidad de California Irvine) que dirigió el trabajo junto con el profesor de Tierra y Medio Ambiente de la Boston University, Mark Friedl–. Una gran pregunta es: ¿Qué pasará con el carbono que actualmente está almacenado en estos bosques como biomasa sobre el suelo ante un clima cambiante?».
La respuesta es que gran parte del carbono no se queda almacenado en las plantas, porque como los incendios y las cosechas de madera en esas latitudes son cada vez más comunes a medida que el cambio climático hace que esas partes del mundo sean más cálidas, más secas y más cultivables a un ritmo que a veces duplica el observado en latitudes más bajas, gran parte de la nueva biomasa verde no está almacenando carbono, sino que se quema durante los incendios forestales.
«Lo que hemos encontrado en general es que en todo este dominio, durante los últimos 31 años, las reservas de carbono han aumentado modestamente –señala Wang, citado por Phys.org–. Calculamos que se han acumulado 430 millones de toneladas de biomasa en los últimos 31 años, pero en todo el territorio habría sido casi el doble si no fuera por los incendios y las cosechas, que lo están reduciendo».
Wang explica que antes se suponía que el reverdecimiento estaba ocurriendo y que iba a ayudar a reducir las concentraciones de dióxido de carbono que calientan el clima, pero nadie sabía el alcance exacto de esa ayuda.
Para poner a prueba esta hipótesis, Wang y su equipo combinaron los datos de observación de dos misiones satelitales diferentes del Servicio Geológico de Estados Unidos y la NASA, Landsat e ICESat, para poder modelar la cantidad de carbono almacenado en la biomasa en una región de 2,8 millones de kilómetros cuadrados que abarca Canadá y Alaska.
Los datos del ICESat proporcionan mediciones de la altura de las copas de los árboles, mientras que los datos del Landsat se remontan a 31 años, hasta 1984, y proporcionan datos sobre la reflexión de diferentes longitudes de onda de la luz de la superficie del planeta, lo que también proporciona información sobre la abundancia de la biomasa vegetal. Si se combina esto con un aumento de la gravedad de los incendios forestales en la región de dos a tres veces, las imágenes empiezan a tomar forma.
Wang descubrió que la biomasa vegetal seguía aumentando, pero no tanto como sugerían los modelos informáticos anteriores que pretenden simular el cambio climático, ya que esos modelos han tenido dificultades para tener en cuenta los incendios como variable.
Por ello, espera que los resultados ayuden a los científicos que construyen esos modelos, que indican al mundo cómo puede ser el cambio climático, a construir imágenes cada vez más precisas de lo que nos espera a lo largo del siglo.
El coautor James Randerson, de la Universidad de California en Irvine, cree que estos nuevos datos son importantes porque proporcionan un medio independiente para poner a prueba los modelos climáticos, y por la forma en que representan las retroalimentaciones entre el ciclo del carbono y el sistema climático.
«Las tasas de acumulación de carbono en esta región son inferiores a lo que indicaban los estudios anteriores, y empujarán a la comunidad científica a buscar en otros lugares los principales impulsores del sumidero de carbono terrestre», señala Randerson.
Wang añade, por su parte, que «el cambio es una buena noticia para el clima, pero también es mucho más bajo de lo que podríamos haber esperado, porque estos incendios han arreciado y se han vuelto más graves».