(30 de octubre del 2019. El Venezolano).- En los 41 días que restan hasta que el peronista Alberto Fernández asuma el poder en Argentina, varias son las claves a observar en una economía de transición ya muy golpeada: los duros controles cambiarios, el comportamiento de los precios y la espada de Damocles de la abultada deuda pública.
No son los únicos asuntos a atender de aquí al 10 de diciembre, cuando Mauricio Macri pase el mando al opositor Fernández, pero sí los prioritarios para el Gobierno saliente y para quienes dictarán la política económica argentina en los próximos cuatro años.
Muchos venezolanos que migraron a Argentina están ante la expectativa de si lo que vendrá se parecerá al socialismo del que huyeron o será algo distinto. Sin embargo, los últimos días de Macri también serán claves para determinar el panorama económico con el que se encontrará Fernández.
El Ejecutivo de Macri, cuya primera acción de gobierno fue desmontar las restricciones a la compra de dólares impuestas durante la presidencia de Cristina Fernández (2007-2015), alega ahora que el denominado “cepo cambiario”, decretado en septiembre y fuertemente endurecido el lunes pasado, es una medida transitoria, orientada a frenar la caída de reservas del Banco Central.
“El Gobierno busca cuidarle las reservas al presidente entrante”, observó el economista Salvador Di Stefano.
La salida de reservas se aceleró desde las primarias de agosto ante las crecientes ventas de dólares del Banco Central para intentar contener el precio de la divisa estadounidense y un aumento en el retiro de los depósitos bancarios en dólares.
Desde entonces, se perdieron unos 23.000 millones de dólares de reservas, pero con el torniquete aplicado el lunes la sangría mermó notablemente.
Sin embargo, las restricciones de este tipo no son gratuitas para el funcionamiento normal de una economía, implican distorsiones, como un aumento de las brechas entre el tipo de cambio oficial -planchado desde el lunes por escasez de demanda– y las cotizaciones en el mercado informal y los canales financieros alternativos para hacerse de dólares.
Más allá de que este tipo de controles cambiarios nunca son fáciles de desmontar -Fernández los ha cuestionado en su día-, el cepo incide en la ya altísima inflación (53,5 % interanual en septiembre) pues en Argentina cualquier aumento en el valor del dólar se traslada rápidamente a los precios de toda la economía.
Según la consultora privada LCG, un cepo mucho más estricto que el de la ahora vicepresidenta electa Cristina Fernández “podría cambiar la manera en la que los agentes formen expectativas” y que el dólar informal pase a ser “el relevante para todas las decisiones”, relegando al dólar oficial a un “valor anecdótico”.
Pero, además, los controles cambiarios incentivan que los inversores con pesos disponibles, al verse impedidos a ahorrar en dólares, aumenten la demanda de otros bienes, presionando al alza los precios.
“El riesgo es que justamente los agentes empiecen a desprenderse de los pesos para comprar bienes. Esto podría acelerar la inflación. No necesariamente ir a un escenario de hiperinflación, pero sí a uno de aceleración respecto a la de 2019″, advirtió LCG en un informe.
Di Stefano apuntó que Fernández asumirá con un escenario de bajas reservas y alta inflación.
“Si se equivoca, está a un paso de desatar una inflación descontrolada. Si acierta, puede dar un vuelco a las expectativas económicas y una salida favorable a la coyuntura económica”, observó el economista.
El desafío de la deuda pública
El otro desafío por delante es el de la deuda pública. Ya Macri había planteado la necesidad de negociar una extensión de los plazos de pago tanto con los acreedores privados como con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que Argentina firmó en 2018 un acuerdo de auxilio financiero por un total de 56.300 millones de dólares.
Sin dudas, la negociación no se cerrará hasta que asuma el nuevo Gobierno, que apuesta a un rápido acuerdo, sin quitas sobre el capital los ni intereses -una posibilidad que algunos expertos ponen en dudas-, para poder oxigenar los compromisos financieros y ponerse, cuanto antes, a la tarea de reactivar la actividad económica, que este año terminará con una caída cercana al 2,9 %.
Sin embargo, el Ejecutivo de Macri espera que Fernández designe representantes en materia económica para iniciar a la brevedad un diálogo, al menos con las autoridades del FMI, que en septiembre congeló un desembolso por 5.400 millones de dólares a la espera de conocer al ganador de las elecciones del pasado domingo.
“Reservas en baja, financiación cerrada y pagos de deuda por más de 25.300 millones de dólares (entre capital e intereses) en los próximos seis meses dejan clara la necesidad de una reestructuración de deuda más temprano que tarde”, sostuvo Lucas Gardiner, director de la firma Portfolio Personal Inversiones.
Para esta transición en marcha también se espera que Fernández empiece a dar definiciones más concretas del rumbo que piensa dar a la política económica.
“Lógicamente, y con ya un presidente electo, se comienzan a acelerar los tiempos respecto a la necesidad de definiciones de política concreta. La campaña era la campaña”, comentó Gardiner.
“Ahora en los próximo poco más de 40 días, y en la denominada transición, se le comenzará a exigir a Fernández el equipo que lo acompañará y las políticas económicas, financieras y monetarias que implementará”, añadió el economista. EFE