(27 de junio del 2024. El Venezolano).- Allí la palabra, la palabra hecha acción.
La palabra rasgada sobre papiros, pergaminos y papel.
La palabra, ahora volando más rápido que el viento, a través del espacio sideral informático.
Siempre ha existido y existirá la palabra, porque detrás de ella hay un ser deseoso
de informar y comunicar la nueva buena.
Feliz día al periodista que por las palabras bien dichas lo da todo.
Por Douglas Zabala
Sabías que Bolívar coordina primero con Fernando Peñalver y después con José Miguel Istúriz, para que vaya a Jamaica y diligencie él envió de una imprenta, donde publicaría su Correo del Orinoco. Istúriz lo logra, regresando con la Máquina a finales de 1817. Además, contrata al Prensista inglés, Andrés Roderick, para que la haga funcionar.
El negocio le salió por 2.200 pesos y, como andaba corto de dinero, la mitad del costo de aquel cañón disparador de letras, terminó pagándoselo con 25 mulas a 45 pesos cada una, embarcándolas en la Goleta María, con orden de entregarlas a cuenta del ciudadano Istúriz.
Su primer director Francisco Antonio Zea, estuvo a cargo del tiraje de los 12 primeros números, hasta que el 10 de octubre de 1818 renunció a su cargo por razones de salud, dejando la dirección a Juan Germán Roscio, quien había ejercido como su colaborador.
Formaron parte del equipo redactor, de lo que Bolívar llamó la Artillería del Pensamiento, Carlos Soublette, Manuel Palacio Fajardo, José Rafael Revenga y Cristóbal Mendoza.
El 27 junio de 1818 en la Calle de la Muralla, Casa Número Ocho, en Angostura, salieron los primeros ejemplares del Correo del Orinoco y sonaron los primeros cañonazos: “Somos libres, escribimos en un país libre y no nos proponemos engañar al público”.