(18 de julio del 2025. El Venezolano).- Vos sabéis que Bella Vista se convirtió en vía de transporte desde finales del siglo XIX, a través del famoso eje ferrocarrilero que más tarde se transformó en la actual avenida. Ella recorre hoy la ciudad desde su puente Muñoz Tébar hasta la Plaza El Ángel. Por el sendero de Bella Vista existían hatos dedicados a la explotación de pozos de sal; de allí que, a finales del siglo XVIII, la llamaron El Camino de la Sal. Este arrancaba desde El Empedrao y serpenteaba hacia el norte siguiendo el borde de la alta planicie hasta La Hoyada.
La historia de esta vía nos obliga a montarnos en sus tranvías, de moda a partir del año 1890. Al lado de sus rieles fueron creciendo las espaciosas casas, y con ellas el andar de una Maracaibo que daba los primeros pasos hacia su modernidad.
Esta carretera fue de arena hasta 1927, cuando el gobierno de Vicencio Pérez Soto la asfaltó desde Obispo Lazo hasta 5 de Julio. Desde entonces, Bella Vista se convirtió en símbolo del progreso, iluminada para la feria con sus gaiteros y su bullangueros maracuchos
Hoy, sin embargo, la otrora portentosa Avenida Bella Vista yace triste, vacía. Donde antes bullía el comercio, solo quedan locales abandonados. Los cafés, los restaurantes y los centros comerciales son solo restos de un pasado vibrante.
Maracaibo tiene hoy el desafío de recobrar ese espíritu pujante. Es necesario que los marabinos se comprometan de nuevo con su ciudad, no sólo como habitantes, sino como protagonistas de su renacimiento.
Se requiere un esfuerzo conjunto entre el sector privado, la alcaldía y, sobre todo, los ciudadanos. Es hora de dotarla de un transporte público eficiente, reactivar la economía local, fomentar el emprendimiento y convertir Bella Vista en el reflejo de una ciudad moderna y pujante.
El camino de la sal puede volver a ser el camino de nuestra Avenida Bellavista, donde de nuevo podamos decir con Rafael Rincón González: “Fue el titilar nocturno de Bella Vista. O la imagen sagrada muy venerada de la Chinita. A ese Maracaibo. Señor turista. Lo recordará. Igual que yo». Pa’ que vos sepáis.