(16 de marzo del 2022. El Venezolano).- Rusia recurrirá a su posición privilegiada en las relaciones internacionales con Irán para chantajear a Estados Unidos, y evitar así que la Casa Blanca siga ampliando su arsenal de sanciones contra el régimen de Putin por la invasión de Ucrania. El encuentro ayer en Moscú entre el ministro de Exteriores ruso, Lavrov, y su par iraní, Hosein Amir-Abdollahian, dejó bien clara la apuesta del Kremlin. Si el presidente Biden quiere colocarse la medalla de un regreso al pacto de las grandes potencias con Irán de 2015 -por el que Teherán renunciaba al arma nuclear a cambio del levantamiento de sanciones-, deberá frenar su afán punitivo contra Rusia, que tiene la llave del pacto mundial con el régimen islamista.
La reanudación de las conversaciones en Viena para rescatar ese acuerdo –del que se salió de modo unilateral el presidente Trump en 2018 por su desconfianza hacia los ayatolás-, estaba a punto de culminar en un histórico tratado cuando estalló la guerra en Ucrania. Y se ha ido al traste. Moscú lo boicotea desde hace dos semanas, y se excusa diciendo que las sanciones internacionales en su contra le impiden cerrar ningún acuerdo con Teherán. Entre otros el de inversiones rusas en el sector energético persa, en caso de que hubiera un acuerdo en Viena.
La Casa Blanca afirmó ayer que las sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania son «independientes» de las negociaciones en Viena con Irán, pero esa no es la cuestión de fondo. El Kremlin utiliza todos los medios, militares y diplomáticos, para ganar la guerra, y la ‘carta iraní’ es uno de ellos. Ni siquiera el régimen de Teherán, que envió ayer a su ministro de Exteriores a Moscú para ablandar a los rusos, ha podido cambiar su postura.
Además de los problemas para garantizar que los iraníes cumplían con lo pactado en 2015, el acuerdo nuclear de aquel año tenía otras goteras. Una de ellas es la que ahora permite el chantaje de Rusia. En el acuerdo de hace siete años se establecía que Irán no podía tener más de 300 kilogramos de uranio enriquecido al 3,67 por ciento de pureza (necesario para fabricar la bomba nuclear). Cualquier exceso de esa cantidad debía ser enviado y almacenado en Rusia. Además, las autoridades de Moscú se hacían responsables de la vigilancia en la central nuclear, para uso civil, de Qom, reportó ABC.
Con esos privilegios, los representantes rusos en las negociaciones de Viena (impulsadas por las cinco potencias nucleares del Consejo de Seguridad más Alemania) se sienten fuertes para bloquear un acuerdo tan importante para la geopolítica mundial, y en particular para Oriente Próximo. Además, a Moscú le interesa ahora que no haya acuerdo para que se levanten las sanciones internacionales contra Irán -obligada por ello a poder vender su petróleo solo a China- para subrayar de ese modo la dependencia de Europa con los recursos energéticos de Rusia.