(03 de junio del 2021. El Venezolano).- Trátase de un laberinto cuya data se remonta, sin confusión alguna, al “Plan de emergencia” del gobierno interino de Wolfgang Larrázabal (1958-1959), que consistió en una ligereza a objeto de atender, vanamente, un momento socioeconómico a causa de la crisis fiscal tras los hechos del 23/1/1958, que afectó a la industria de la construcción; por entonces, generadora, ingente, de mano de obra urbana y modo más eficicaz de activación del flujo monetario. Cundió, así, un índice alarmante de cesantía en Caracas, lo que condenó al proletariado a una miseria de cierta gravedad, proclive a una masa de presión social crítica. Asunto sobre lo cual el gobierno intervino a fin de mantener el orden público y su estabilidad, para lo cual se creó dicho Plan, el 13/3/1958, que proproveía de salarios a todo desempleado. Pero, obvió la entrega de subsidios a estos. Se les procuró alguna labor como recurso para que sintieran que ganaban con su “esfuerzo” el dinero asignado, pues no podían iniciarse, de seguida, obra de envergadura slguna, razón por la que esta fuerza laboral se subempleó, y justificaba, muy poco, tal ayuda. Luego, se iniciaron obras muy locales en los barrios de Caracas y otras ciudades: aceras, escaleras, limpieza de quebradas, drenajes, acueductos, escuelas, veredas y plazoletas. Fue un seudoprograma, acéfalo, fuente de vicios y corruptelas hasta que en sus primeros meses de gobierno, Rómulo Betancourt puso orden en las erogaciones por dicho Plan. Y, a inicios de 1960, había expirado.
Pero, durante regímenes sucesivos estas barriadas, por razones electoreras, continuaron recibiendo algunas gracias que pertmitían un cierto confort a sus moradores, traduciéndose en migraciones de todo tipo; en efecto, demanda y colapso de servicios básicos; agua y electricidad, principalmente, que ante la inexistencia de políticas públicas para la adecuación de necesidades potenciales vivimos, hoy día, ante un caos sociopolítico que rebasa todo límite de capacidad financiera y/o presupuestaria (costo social) a fin de atender las exigencias comunales, cada vez más demandantes por auxilio y previsión de penurias; pues lo que para entonces se erogaba en un año, se gasta, ahora, en tan solo unos pocos días.
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