(30 de marzo del 2020. El Venezolano).- La gente cree que la caída del Muro de Berlín –en 1989- fue la manifestación evidente del fracaso del comunismo. “Como suele suceder la gente está equivocada”, escribe Jean Francois Revel (periodista, escritor y filósofo francés): lo que puso de manifiesto el fracaso del comunismo no fue precisamente la caída del Muro de Berlín, sino su construcción, en 1961, reseñó El Venezolano Colombia.
¿Qué pasaba en 1961 en la Alemania Oriental “democrática”? Las personas subsistían en una vida muy gris y mediocre, con empleos improductivos y miserables, hastiados de propaganda partidista oficial y vigilancia policíaca, sin cosas elementales, como pasta dental, toallas y papel sanitario, etc.
Todo el mundo era pobre bajo “la construcción del socialismo”. Igual pasaba en Hungría, Polonia, Checoslovaquia y todos los países detrás de la cortina de hierro, un cerco de guardias armados establecidos en la frontera del campo socialista que dividía a Europa en dos mitades. Desde luego, lo mismo ocurría en la Unión Soviética.
¿Y en Europa Occidental?
Al lado del fracaso del comunismo, en 1961 pasaba lo que muchos no quieren recordar: el éxito de la economía libre. Muy visible, por lo súbito y el contraste en la rápida recuperación de los países vencidos: Alemania occidental (RFA) e Italia.
Sus economías arruinadas por décadas de controles totalitarios y seis años de guerra (1939-45), progresa en los años 50, sin esperar siquiera una generación y disfrutaban de una riqueza y nivel de vida sin precedentes.
No gracias al Plan Marshall, como los comunistas repiten como loros hasta hoy, sino al régimen de economía de libre mercado que adoptaron los demócrata cristianos Ludwig Erhard (político) en Alemania, y Luigi Einaudi (político liberal) en Italia.
Aunque no fue cosa exclusiva de ese partido: Japón, un país ni siquiera cristiano, también prosperaba por aquellos años en el sistema de economía de libre mercado, una herencia indudable de la civilización occidental y cristiana.
En Europa hoy la gente todavía no quiere recordar siquiera este lenguaje, porque es muy mal agradecida con las fórmulas o recetas que en el pasado le dieron la prosperidad y bienestar que hoy disfruta.
SOCIALISMOS EQUIVALE A DESTRUCCIÓN
El comunismo o socialismo siempre fue un fiasco, porque equivale a destrucción: la destrucción de los mecanismos naturales del mercado que crean la riqueza a través de los precios libres, la competencia abierta entre las empresas y el respeto a los contratos.
Así los recursos se asignan eficientemente, se crea riqueza y se distribuye a través de los ingresos factoriales (sueldos y salarios, intereses y rentas, utilidades y beneficios).
El socialismo es la pura destrucción de esos resortes y engranajes de la maquinaria económica. Resultado: pobreza. El socialismo es inviable y fue un error científico, y se impuso por la arrogancia de unos intelectuales. Hay que explicarle esto a la gente para que no siga engañada y equivocada.
Hoy en Venezuela tenemos una elección crucial: destrucción o conversión
Hay que ayudarle a un proceso de transformación mental, que los traductores de la Biblia denominan “conversión”. Si la gente no hace su tarea de conversión, el socialismo seguirá adelante con su labor de destrucción. Por eso hoy en Venezuela tenemos una elección crucial: destrucción o conversión.
El cambio es inevitable, pero ojalá que está destrucción que hemos tenido nos sirva de lección y enseñanza para una conversión para mejor. Para cambiar sin miedo y sin complejos.
El socialismo o destruccionismo estará siempre acechando y esperando que nos equivoquemos de nuevo, porque ahora tienen los recursos que se robaron sin escrúpulos para volver a intentar regresar.
En Argentina ocurrió, al igual que en Nicaragua, por no hacer los cambios de manera inmediata y optaron por lo gradual.
El gradualismo es enemigo de los cambios. No podemos equivocarnos. La salida es la construcción de una sociedad y economía libre. Pero todo esto pasa por la conversión, de las mentes. De otro modo la destrucción seguirá su rumbo. Debemos entender muy bien esto.
Los venezolanos podemos y tenemos ahora más que nunca construir una sociedad de primer mundo y libre. Un rumbo propio para Venezuela.
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