(30 de junio del 2020. El Venezolano).- El 30 de junio de 1923, pla empleada fue a arreglar la habitación del general Juan Crisóstomo Gómez en el Palacio de Miraflores y lo encontró bañado en sangre. Lo habían asesinado.
De inmediato avisó al coronel Eloy Tarazona, edecán y furriel del presidente Juan Vicente Gómez (quien dormía en una habitación cercana) y le avisó: “Mataron a Juancho”.
El tirano de inmediato le ordenó la inhumación de quien era, además de vicepresidente y gobernador del Distrito Federal, su hombre de más confianza. Gómez de inmediato acusó del crimen a los opositores e incrementó su feroz represión que más buscaba intimidar a los caraqueños para evitar comentarios.
Francisco Pimentel (Job Pim) y Leoncio Martínez, Leo, fueron arrestados. Pero sabía que los culpables estaban en el palacio y ordenó detener a toda la guardia de aquella noche.
Designado presidente para el período 1922-1929 el tirano ordenó al congreso restablecer las vicepresidencias, en la primera a su hermano Juan Crisóstomo Gómez, Juancho y en la segunda su hijo José Vicente Gómez, Vicentico, también inspector general del ejército, en la imagen con su papá, detrás Tarazona. Sus hombres de confianza. Así el tirano blindaba su gobierno en la capital mientras él permanecía en el estado Aragua, en sus haciendas y fundos. Estos nombramientos desataron de inmediato ambiciones e intrigas.
En primer lugar el Benemérito –como lo llamaban sus acólitos– tenía problemas de salud. Dionisia Bello, su primera concubina, ve en su hijo Vicentico, el heredero, la posibilidad de acercarse más a las ventajas del poder y vengar afrentas contra su cuñado, “don Juanchito”, como también lo llamaban.
El Dato
27 puñaladas recibió Juancho Gómez la fatídica noche del 30 de junio de 1923, en uno de los dormitorios del Palacio de Miraflores
Dicen que el primer vicepresidente tenía debilidades por los hombres pero hizo una mala jugada a la bella Margarita Torres Bello, su hija del matrimonio, quien solterona había conseguido novio en Santos Matute Gómez, primo del dictador: Habría boda pero Juancho la desmerita, dice que es “una perdida”.
Matute desbarata el compromiso y la joven se suicida, generando todo el odio y sed de venganza en Dionisia, quien va a Miraflores donde lo insulta y amenaza: “Esa me la vas a pagar, te lo juro”.
También en el palacio Dionisia encontró un aliado para su venganza. El capitán Isidro Barrientos arde en orgullo porque Juancho le quitó en una traición a un joven cadete que era su pasión. Ella le propuso venganza para los dos. Bajo un pacto de sangre, Barrientos acepta. No la delatará bajo las más fuertes torturas.