(30 de agosto de 2019. El Venezolano).- La llamada a las armas de exnegociadores de las FARC en Colombia es un revés a la frágil paz en el país, pero también ofrece un tentador objetivo a los halcones que buscan derrocar a la persona a la que Estados Unidos acusa de refugiar a grupos terroristas: Nicolás Maduro.
El exjefe negociador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) “Iván Márquez”, cuyo nombre real es Luciano Marín, anunció que volvía a las armas alegando que el gobierno de Bogotá no cumplió el acuerdo de paz firmado en 2016 y no hizo nada ante el asesinato de cientos de líderes sociales en zonas rurales controladas durante mucho tiempo por los rebeldes.
Marín leyó un largo manifiesto en un video en el que aparece rodeado de 20 rebeldes fuertemente armados y dijo que estaba en un campo clandestino en la selva oriental de Colombia. Según las autoridades estaría en Venezuela, que durante años ha sido un refugio seguro para la guerrilla.
Casi de inmediato, el presidente de Colombia, Iván Duque, contactó con el líder de la oposición en Venezuela, Juan Guaidó, cuya campaña de nueve meses para sacar a Maduro del poder se ha estancado ante la negativa del ejército a abandonar al cuestionado dirigente. Para los dos políticos, el video fue una prueba más de que los rebeldes, que están considerados un grupo terrorista por Estados Unidos, están planeando ataques desde suelo venezolano.
“Los colombianos debemos tener claridad de que no estamos ante el nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda de narcoterroristas que cuenta con el albergue y el apoyo de la dictadura de Nicolás Maduro”, declaró Duque durante un discurso televisado.
“Todos los venezolanos debemos rechazar este tipo de amenazas en respeto a nuestra soberanía”, afirmó por su parte Guaidó.
Sus preocupaciones resonaron en Washington, donde funcionarios estadounidenses repitieron las acusaciones de que el gobierno de Maduro ha estado conspirando activamente con los rebeldes colombianos, especialmente con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), de corte más radical y que se cree que financiaría su insurgencia con el tráfico de cocaína y oro a través de Venezuela.
“El régimen en Caracas parece estar fomentando este tipo de actividad, esencialmente entregando partes del país, especialmente al ELN”, dijo Elliott Abrams, enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, a reporteros.
Aunque con pocas pruebas, las autoridades colombianas aseguraron durante mucho tiempo que Marín había estado escondido en Venezuela junto con otros altos cargos del ELN y un grupo de disidentes de las FARC que nunca depusieron las armas, reseñó AP.