(24 de julio del 2019. El Venezolano).- Siendo testigo de la patética respuesta del senador Marco Rubio la semana pasada ante los últimos comentarios racistas del presidente Donald Trump, ahora es imposible creer que en algún momento el senador más experimentado de la Florida fuera aclamado como “El Salvador del Partido Republicano” en la portada de la revista Time.
Se suponía que era una estrella en ascenso que ayudaría a levantar al partido después de la desastrosa derrota electoral de 2012. Hijo de inmigrantes, Rubio supuestamente iba a ayudar al partido a superar el desafío demográfico que enfrenta a largo plazo, ya que su base política más antigua se está reduciendo y Estados Unidos se vuelve cada vez más una nación diversa.
Pero Rubio se desvaneció en las elecciones presidenciales de 2016, al ser una de las últimas víctimas de la brutal y degradante campaña de Donald Trump. Aunque antes de dejar la contienda cayó en lo más bajo al tratar de vencer a Trump usando su propio juego obsceno, ridiculizando el tamaño de las manos de su oponente y sugiriendo que estas reflejaban otros aspectos de la fisiología de Trump.
Rubio trató de recuperar un poco de dignidad cuando dejó la contienda presidencial. “Estados Unidos necesita un movimiento conservador vibrante”, dijo. “Pero uno que se basa en principios e ideales, no en el miedo, no en la ira y no en el aprovechamiento de las frustraciones de la gente”.
Pero durante los primeros dos años y medio de la presidencia de Trump, Rubio abandonó la pretensión de idealismo o de tener principios, excepto, quizás, con su enfoque sobre la crisis en Venezuela. De lo contrario, se ha transformado de crítico de Trump a un adulador fiel, ridiculizado por el ex asesor y columnista del Washington Post, Max Boot, como un “fanático de Trump”, hasta el punto de que está dispuesto a eliminar el programa de seguro médico Obamacare a pesar de que su propio estado encabeza la nación en el número de personas inscritas.
El nativo de Miami que algunos, incluido nosotros, pensaron que podría llevar al Partido Republicano a encontrar un camino razonable en la reforma migratoria integral y ayudarlo a ampliar su atractivo para las minorías en Estados Unidos, solo tuvo el coraje de hacer una leve crítica a Trump después de sus descaradamente racistas ataques a cuatro congresistas demócratas.
Trump les dijo a las mujeres que deberían “regresar” a los países de los que provenían en lugar de criticar sus políticas; no importa que tres de ellas hayan nacido en Estados Unidos y la cuarta haya sido ciudadana de Estados Unidos por más tiempo que la propia esposa de Trump.
Rubio no dijo si pensaba que el tuit racista de Trump era racista. Solo admitió que “el presidente no debió haber escrito eso”.
Incluso después de que Trump ante una multitud en Greensville, Carolina del Norte, con un discurso lleno de odio en contra de la congresista de Estados Unidos Ilhan Omar, provocó que la gente estallara en gritos de “¡Envíenla de vuelta! ¡Envíenla de vuelta!”, Rubio no pudo reunir el valor para verdaderamente objetar esta horrible exhibición de racismo flagrante. Llamó al canto “grotesco”, que lo era, pero reservó la mayor parte de su fuerte crítica para los “políticos de izquierda y muchos en los medios de comunicación”.
Que decepcionante. Obviamente, no fue el único republicano que evitó el tema o guardó silencio la semana pasada. Pero Rubio, en particular, debe conocer los peligros de este momento y el camino por el que Trump está llevando a sus seguidores, a su partido y a la nación. Debería tener una comprensión más profunda de la difícil historia racial de Estados Unidos y un amplio conocimiento de la animosidad que alguna vez enfrentaron los inmigrantes cubanos como sus padres.
Él puede hacerlo mejor. Su comportamiento nos lleva a preguntarnos si cree que su proyecto de ley del Senado, presentado el jueves, para extender el Estatus de Protección Temporal (TPS) para los haitianos es una compensación por su timidez frente a los tuits de “regresen a su país” de Trump.
Rubio, lejos de ser el salvador de los republicanos, parece ser otro político calculador con su dedo en el aire para determinar en qué dirección van los vientos políticos, actitud que empuja a su partido más profundamente en el pantano de Trump.