(28 de noviembre del 2023. El Venezolano).- La cúpula roja no sale de su estado de angustia y pánico ante el vacío que recibe de la ciudadanía, ante la verdad que cada día constatan en el seno de nuestra sociedad, son una brutal minoría, lo cual no sería problema en una democracia competitiva. Son una minoría rechazada por más del 80% de nuestros compatriotas. Se terminó el engaño, la capacidad de manipulación y de simulación. Ya no es posible seguir vendiendo humo. La realidad es tan contundente que no hay forma de ocultarla. Los ciudadanos los repudian, entendieron que representan la barbarie, la miseria, la mentira, la corrupción y la causa de nuestra tragedia.
Por Cesar Pérez Vivas
La celebración del proceso de elecciones primarias, ya hace un mes, ha venido a consolidarles ese temor. Pensaron que todo el operativo represivo y corruptor lanzado, que incluyó un veto informativo y propagandístico, haría imposible la celebración del proceso y limitaría severamente la concurrencia ciudadana a las urnas. Se llevaron una sorpresa. La sociedad democrática se organizó, instaló las mesas, superando los obstáculos logísticos, y la gente se desbordó en todos los centros de votación.
Esa masiva participación tiene angustiados a todos los integrantes de la camarilla gobernante. Para borrar los efectos de ese proceso se inventaron un referéndum consultivo disque para defender nuestro histórico derecho de propiedad sobre el territorio Esequibo.
Todo ese discurso, todo ese despliegue logístico, propagandístico y económico es fruto del miedo a la gente. Es un esfuerzo desesperado para dividir a la sociedad y hacer que ésta pierda la esperanza activada el pasado 22 de octubre en la elección de la candidatura unitaria de la oposición para las presidenciales del 2024.
Dentro del plan de acción para ese evento inventaron un “simulacro” el pasado domingo 19 de noviembre de 2024. Más allá de los detalles ocurridos en esa jornada, relacionados fundamentalmente con la ausencia de la gente, quiero destacar como al día siguiente, los voceros de la camarilla roja se referían a dicha actividad para contraponerla con las primarias celebradas el pasado 22 de octubre. El lunes 20 se cayeron las máscaras. Se les agotó el patriotismo sobrevenido y apareció, en las palabras de los voceros oficiales, las verdaderas motivaciones que los tienen en esa actividad. No podían hablar sin referirse al evento que les atormenta. Me refiero a la extraordinaria manifestación popular nacional de 22 de octubre.
Por ejemplo el gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez, fue enviado a Globovisión a elogiar el simulacro, pero terminó hablando del coco: las primarias. Este fue el mensaje central del pupilo de Maduro en el canal de La Florida: “Las colas de votantes para el simulacro del referendo por el Esequibo fueron muchísimo más largas que las primarias opositoras, impresionantes. La primaria no existe, fue la nada, esto sí es un tema importante”.
Si ”las primarias no existen, si fueron la nada…”, ¿por qué se preocupan? ¿Por qué andan todos desesperados descalificándolas?, impulsando una campaña para negar lo que todo el mundo vio, apelando a sentencias judiciales para decir que no causan efectos y cualquier otra cantidad de sandeces.
También, el inefable Diosdado Cabello aprovechó el simulacro para descalificar las primarias. Al otro día del consabido ensayo expresó: fue «un simulacro organizado y planificado por el CNE, esos sí saben hacer elecciones sin fallas, sin peleas, sin excusas raras de que no han abierto los centros al mediodía. Todo de acuerdo a quien sabe hacer una elección… se dio una clase práctica a los farsantes que dicen que hacen elecciones”. El principal promotor del odio en la Venezuela actual no se ahorra adjetivos a la hora de calificarnos de “farsantes”, por habernos atrevido a realizar una elección democrática en el seno de la oposición.
De modo que la acción política del régimen, la narrativa en marcha tiene un solo objetivo: desaparecer las primarias de la mente y el corazón de los ciudadanos. Introducir otros temas en la agenda pública, dividir la base social y política de la oposición, generar desesperanza hasta lograr crear un estado de anomia tal que los ciudadanos lleguen a la decisión de no asistir a la elección presidencial. Ello les permitirá, apelando a la división con las candidaturas colaboradoras, y con la presión a la nomenclatura del Estado, una votación para mantenerse en el poder.
Nuestra tarea es recordar con ocasión y sin ella la naturaleza autoritaria, fascistoide y estalinista de la camarilla gobernante. No en vano son alumnos de la escuela cubana de Fidel Castro. Ellos no son demócratas. No admiten el pluralismo político e ideológico, tampoco la alternabilidad en el poder. Se consideran dueños de éste para siempre. Esa cultura y esos valores, típicos de la barbarie, la intolerancia y el fundamentalismo se los han estado inyectado a sectores de nuestra sociedad.
Asúmannos pues, con firmeza y convicción, no solo la prédica, sino la conducta de auténticos demócratas. De ciudadanos dispuestos a ofrecer nuestro modesto concurso a la unión de las organizaciones y de las personas, a la tolerancia y convivencia civilizada entre todos los factores promotores del cambio político y social. De esa forma lograremos el rescate democrático de nuestra Venezuela: