(18 de junio del 2022. El Venezolano).- Apenas Golden State Warriors derrotó 103-90 a Boston Celtics el jueves en el TD Garden y se aseguró el título de la NBA, casi todas las miradas apuntaron a Stephen Curry, el Jugador Más Valioso (MVP) de las finales. Otras se posaron sobre sus escuderos, Klay Thompson y Draymond Green. Muchas menos se detuvieron en Steve Kerr, el alquimista que reconstruyó a este equipo y lo llevó a su cuarto título en los últimos ocho años.
Si así fue, en gran medida se debió a que Kerr, en un ecosistema plagado de ruido, estrellas y egoísmos, construyó su liderazgo desde el silencio, la reflexión y el espíritu colectivo. “Solo estoy alrededor de la gente correcta. Si estás alrededor de superestrellas por un tiempo suficiente, conseguirás residuos de éxito”, había explicado el miércoles, en la víspera del sexto juego ante los Celtics.
El Clarín reseñó que lo que el entrenador de 56 años llama “residuos de éxito” parece ya bastante más que eso. El que su equipo selló el jueves fue su cuarto título como coach y su noveno en la NBA, ya que como jugador había conseguido tres con Chicago Bulls (1996, 1997 y 1998) y dos con San Antonio Spurs (1999 y 2003). Es uno de los cinco hombres que lograron consagraciones múltiples ocupando ambos roles: los otros son Phil Jackson (2 como jugador y 11 como entrenadores), KC Jones (8 y 2), Tommy Heinsohn (8 y 2) y Bill Russell (11 y 2).
Si bien Kerr siempre se deshizo en elogios hacia su trío estelar (especialmente a Curry), en la conferencia de prensa del miércoles comentó que se sentía más identificado con los jugadores de su equipo que habitualmente iniciaban los partidos en el banco de suplentes. Ese rol secundario que también ponderó muchas veces en sus discípulos fue el que le tocó cumplir en sus 17 temporadas como jugador en la NBA, en las cuales comenzó como titular apenas 33 de los 1.038 encuentros que disputó.
El rubio base de 1,91 metros llegó a la liga más importante del planeta en 1988, tras ser seleccionado en la segunda ronda del draft de ese año por Phoenix Suns y luego de una aceptable trayectoria en la Universidad de Arizona que le había permitido integrar el seleccionado de su país que se consagró campeón en el Mundial de España 1986 y obtuvo la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 (cuando los jugadores de la NBA aún no participaban en esa clase de competencias).
Ni su primera campaña en Phoenix ni las tres que siguieron en Cleveland Cavaliers ni su fugaz paso por Orlando Magic llamaron demasiado la atención. El cambio drástico en su vida deportiva se produjo cuando desembarcó en 1993 en los tricampeones Chicago Bulls de Michael Jordan y Scottie Pippen. Allí también le tocó pasar más tiempo en el banco que en la cancha, pero fue parte importante del conjunto que logró el segundo tricampeonato para la franquicia (1996, 1997 y 1998).
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