(26 de abril del 2021. El Venezolano).- En macroeconomía, un país alcanza la hiperinflación cuando el Índice de Precios del Consumidor (IPC) aumenta a un ritmo superior al 50% al mes, acumulando una inflación anual superior al 1.000%. Este fenómeno se registró por primera vez en la historia reciente de Venezuela en noviembre de 2017, cuando la inflación llegó al 56,70% y escaló el acumulado hasta el 1.370% anual.
Aunque el Banco Central de Venezuela (BCV) rehuyó publicar estadísticas oficiales entre 2016 y 2018, su último informe situaba la inflación en 9,585% en 2019. Según estos datos del BCV, la vivienda y los servicios de salud fueron los rubros que más se encarecieron, con unos precios al alza del 22.045,50% y 17.872,40%, respectivamente. El aumento desbocado de la masa monetaria, la caída de los precios del petróleo y de la producción de crudo, sumado al incremento de la deuda externa financiada por China y Rusia, son las principales causas que explican este fenómeno, a lo que se suma problemas de gestión administrativa y fiscal de la economía.
Ante esta situación, el gobierno venezolano se vio obligado a imprimir billetes de mayor denominación como el de 100.000 bolívares, el cual, a pesar de su mareante cantidad de ceros, alcanza para adquirir bastantes pocas cosas: 100.000 bolívares es el equivalente a veinte viajes en autobús, un huevo, un caramelo, un kilo de detergente o una fotocopia, según una comparativa publicada en 2018 por el diario El País.
Ante esta galopante hiperinflación, los casinos y casas de apuestas en Venezuela han encontrado en la digitalización su mejor aliado para deshacerse del efectivo, y aceptan pagos con el monedero electrónico PayPal o tarjetas de crédito a través de plataformas como Skrill o Neteller. En juegos como el blackjack, en los que la apuesta máxima puede alcanzar hasta veinte veces el sueldo mínimo, es imposible manejar tanto dinero en metálico, por lo que las criptomonedas o las divisas internacionales como el euro, el dólar o el yuan son el dinero más utilizado en este tipo de transacciones.
La legislación sobre el juego en Venezuela se rige por la Ley aprobada en 1997 sobre Control de los Casinos, Salas de Bingo y Máquinas Traganíqueles. Entre los requisitos obligatorios para obtener una licencia de este tipo destaca que el local esté situado en una zona declarada de “interés turístico”, por lo que la mayoría de centros de juego estaban ubicados en conocidos destinos vacacionales como Isla Margarita o Maracaibo.
Numerosas casas de apuestas han seguido funcionando en Venezuela en los últimos años, y hace apenas cuatro meses, el gobierno venezolano anunció la apertura de un casinoen el Hotel Humboldt de Caracas. Este alojamiento de cinco estrellas, construido por en 1956 en lo alto de la montaña del Parque Nacional El Ávila, es también uno de los pocos símbolos que quedan en pie de la antes pujante economía venezolana.
El hotel Humboldt de Caracas cuenta con 70 habitaciones, piscina, spa y gimnasio. En la planta baja se encuentra el restaurante, el bar y la sala de baile La Boite, donde funcionará este casino que solo aceptará la criptomoneda venezolana Petro y divisas internacionales como dólares, euros, yenes y yuanes. Aunque no han trascendido muchos datos sobre las características de la sala de juego y los horarios del centro, en el evento de apertura celebrado en noviembre del año pasado se organizó un torneo de poker. En el sótano del edificio está situada la piscina climatizada, mientras que en la planta más alta de la torre se puede visitar un bar mirador, con vistas sobre Caracas y el litoral caribeño.
El petro es un token acuñado por el gobierno bolivariano, que solamente puede ser minado por el Estado. La preventa arrancó a principios de 2018, con algo más de 38 millones de petros cotizando en torno a los 60 dólares. La principal novedad de este activo es que está respaldado por la legislación con las reservas de oro, petróleo y otros minerales del país, y ahora se convertirá en moneda de cambio en casinos y salas de juego.
Con información de El Venezolano Panamá