(19 de junio del 2021. El Venezolano).- California y Texas, dos Estados en las antípodas ideológicas, han encontrado esta semana que tienen algo muy importante en común. Las dos regiones, las dos más pobladas de Estados Unidos, se han visto obligadas a pedir a millones de habitantes reducir el uso de electricidad ante la sobrecarga de los sistemas eléctricos.
Las restricciones llegan en medio de una ola de calor que golpea también el sur de Arizona y de Utah y se extiende por todo el oeste de EEUU, regiones que han sufrido altas temperaturas días antes de que arranque el verano. El cambio climático llama a la puerta nuevamente.
El jueves fueron registrados 54 grados en el Valle de la Muerte, una región del sureste de California donde las altas temperaturas no son desconocidas. En ese sitio, cerca del límite con el Estado de Nevada, el mercurio suele arrojar algunas de las marcas más altas de Norteamérica, reseñó El País.
La registrada esta semana, sin embargo, roza la máxima histórica, de 57 grados, documentada en julio de 1913 durante una ola de calor que dejó cinco días consecutivos de 54 grados. Palm Springs, también en el desierto californiano, ha sufrido un calor que no se había visto desde la década de los 90.
El condado de San Diego, al sur, también tuvo el jueves el segundo día más caluroso de su historia en Ocotillo Wells. La ola ha golpeado de norte a sur al Estado.
Las altas temperaturas obligaron al gobernador Gavin Newsom a decretar el jueves el estado de emergencia hasta por lo menos este viernes, cuando se espera que nubes de la costa entren al área de la bahía de San Francisco para enfriar la situación.
La zona ha sufrido una mala calidad del aire por el humo de los incendios que llegan desde el vecino Arizona, donde tres poblaciones del sureste fueron evacuadas por el fuego y la situación no tenía viso de mejoría con pronósticos de 43 grados.
A esto se suma la peor sequía en el oeste en dos décadas, que tiene en los niveles más bajos desde 1937 al Lago Mead, el cuerpo de agua creado por la presa Hoover, y que provee de agua a 25 millones de personas.
En Arizona el calor dejó el año pasado por lo menos 323 personas fallecidas solo en el condado de Maricopa, donde está Phoenix. El cambio climático se está volviendo cada vez más mortal.
La que fue considerada la peor ola de calor hace 41 años, registrada en julio de 1980, dejó 180 fallecidos en todo el Estado. Las autoridades de la ciudad crearon en mayo una oficina encargada de responder a la situación que traerá el verano.
Esta semana el regulador energético de California pidió a los 40 millones de pobladores reducir el uso de energía, desconectar electrodomésticos y coches eléctricos y regular el termostato en los hogares entre las cinco de la tarde y las diez de la noche.
“Las altas temperaturas y la demanda han puesto, y lo seguirán haciendo, mucha presión en la red eléctrica de California”, afirma el gobernador Newsom, un demócrata, en la declaratoria de emergencia publicada. En San Francisco edificios públicos y bibliotecas fueron declarados sitios de enfriamiento donde se ofrece agua y aire acondicionado.
La semana comenzó con una petición similar en Texas, donde se creó una tormenta perfecta. La red eléctrica estaba amenazada no solo por las altas demandas provocadas por el calor. También porque diversos motivos afectaron el trabajo de cuatro plantas térmicas que funcionan con gas natural en todo el Estado, de 29 millones de personas.
Las fallas provocaron que solo el lunes se generaran 12.000 megavatios menos, suficientes para abastecer a 2.4 millones de hogares en un día caluroso de verano. El regulador también pidió a los habitantes moderar el consumo y fijar sus aires acondicionados a 27 grados por las noches.
A la mente de los tejanos vino la última crisis del clima, registrada apenas este invierno. Las bajas temperaturas provocaron también fallas en la red que dejaron sin electricidad a millones de personas. Por lo menos 151 habitantes fallecieron en la temporada, entre ellas Cristian Pavon, un menor de once años que murió de hipotermia en febrero dentro de una casa rodante en el condado de Conroe. Otros análisis creen que la cifra de fallecidos se acerca realmente a 700 personas.
“Parece que nuestra red en Texas no solo no soporta el frío. Tampoco el calor”, Cristina Tzintzun, una tejana de 39 años que vive en Austin y preside Next Generation America.
La activista cree que la situación se ha convertido también en una crisis política para el gobernador republicano Greg Abbott, quien ha evitado hablar de los problemas climáticos y ha preferido presentar esta semana una iniciativa para continuar el muro fronterizo iniciado por Donald Trump entre Estados Unidos y México.
“En Texas los políticos no quieren enfrentar el cambio climático. Se está dejando a millones de personas y no basan sus decisiones en la ciencia sino en los intereses de sus donadores y bases políticas”, añade Cristina, quien recuerda que los más afectados por las altas temperaturas en el Estado son latinos, quienes trabajan al aire libre en trabajos de construcción, campesinos y en la jardinería.
De vuelta en California, se espera que la temperatura dé un respiro en algunas partes del Estado a partir de este fin de semana. Pero los meteorólogos y especialistas no se quedan tranquilos con esta noticia. El verano apenas está por llegar. Y hay temores de que con él llegue la peor temporada de incendios que se ha visto en una región con mucho calor y poca agua.
Fuente: El País