(25 de mayo del 2020. El Venezolano).- Una unidad lo más amplia posible, excluyendo al extremismo, un discurso institucional hacia la Fuerza Armada Nacional y acompañar a la gente en sus propias demandas y luchas, son parte de las características que debe identificar a la política opositora para enfrentar a Nicolás Maduro, en opinión de Simón García, analista político y exministro del segundo gobierno de Rafael Caldera.
Ahora que el liderazgo del presidente de la Asamblea Nacional está fuertemente cuestionado, después de la llamada Operación Gedeón, García tiene claro que el objetivo no es salir de Juan Guaidó «sino de la estrategia extremista». Cree que es momento de caracterizar bien al régimen y de formular «ofertas viables y amenazas creíbles».
Toda dictadura quiere parecer una democracia, dice Simón García, quien apunta que la que encabeza Nicolás Maduro no es la excepción. Es un firme partidario de lograr una salida negociada a la crisis política nacional y trabaja activamente por ello. Refractario a lo que se diga en las redes sociales, en las que también está activo, no tiene inconveniente en participar en unas elecciones con Maduro en el poder y recuerda que Juan Guaidó es producto del triunfo electoral de 2015.
-Señala que el 20 de mayo de 2018 la mayoría de la oposición organizada abandonó la ruta electoral, ¿esa ruta electoral no la cerró Maduro al desconocer los resultados del 2015?
–Todo poder dictatorial, desde su instauración, niega o restringe garantías políticas. La presión internacional lo obliga a mantener apariencias democráticas y acentuará o aliviará su represión contra la oposición, según la fuerza o debilidad de esta.
Frente a la autocracia, siempre hay dos opciones: luchar por ampliar espacios de democracia, como lo hicimos el 2015 o tirar la toalla. El 2005 se le entregó la AN al régimen para que hiciera lo que quisiera y si quince años después se repite ese error, no creo que los responsables tengan derecho a gobernar. La oposición no se cierra a sí misma ninguna forma de lucha constitucionalmente válida.
La participación electoral bajo una dictadura no depende del grado de inexistencia de garantías y libertades, sino si es una palanca para reconquistarlas. Los objetivos electorales del movimiento democrático no pueden estar subordinados o determinados exclusivamente por las imposiciones del régimen. Si por Maduro fuera cerraría la ruta electoral, pero la presión interna y externa le impide bajarle la Santamaría a las elecciones.
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