(1° de diciembre de 2019. El Venezolano).- Sin duda alguna que el caso temático más discutido y analizado esta semana, ha sido la destitución sorpresiva del embajador Humberto Calderón Berti, destacado diplomático del Gobierno del presidente Juan Guaidó, en la hermana República de Colombia, hecho que ha conmocionado a la opinión pública nacional e internacional.
En la diáspora venezolana y en los círculos políticos en el exterior, las opiniones han sido controvertidas, pero en su mayoría discrepan de la decisión abrupta de cesar sus funciones diplomáticas en la forma violenta, y sin anestesia como fue hecha, sin el debido tratamiento político adecuado hacia una figura de alto relieve internacional, no solo en el campo petrolero, sino en el diplomático, empresarial y político. Un craso error cometido y convertido en opinión general, negativa que empaña la gestión política internacional de Juan Guaidó y su equipo más cercano.
Quienes abrazamos la actividad política, por formación y principios ideológicos en esta lucha que denominamos un “apostolado “al servicio social, para ayudar a los intereses colectivos y no a los grupales o personales, consideramos la práctica política un compromiso social efectivo.
Hemos sido educados sobre la base de la crítica sana constructiva y veraz. Nuestros pensamientos no pueden ser mutilados o manipulados por la falsa “solidaridad inmediata”, o por influencia “caudillista” que algunos “líderes” del nuevo cuño pretenden colocar en nuestros hombros. Poner en práctica nuestro “libre albedrío” y libertad de pensamiento y acción es la mejor forma de ser coherente consigo mismo y solidario con los objetivos políticos trazados.
Entendemos perfectamente que esta nueva crisis política y diplomática que se origina en el seno de la oposición democrática, con la cual seguimos compartiendo su estrategia política unitaria, apoyando al presidente Guaido y a la AN legítima, lejos de acentuarla con resultados negativos, deberíamos aprender de sus errores, para evitar más adelante por inexperiencia seguir cometiéndolos ingenuamente.
Un elemento importante que se desprende de la conferencia de prensa, la cual pude ver totalmente, son las afirmaciones del embajador Calderón Berti, sobre el caso del llamado “Cucutazo” en la cual expresa que las investigaciones están siendo llevadas por la Fiscalía General de Colombia en todos sus detalles, y que una vez que se conozcan sus resultados oficiales, deben ser acatados y sancionados todos los presuntos responsables de “cosas indebidas.” Ninguna figura política puede estar por encima de la ley para presionar su incumplimiento.
A una pregunta de un periodista sobre sus relaciones con Guaidó, expresó que tenía varios meses sin tener contacto telefónico alguno. Error garrafal, un país como Colombia, sufriendo en carne propia las agresiones de la alianza criminal Cuba-Venezuela-FARC-ELN, además de hacerlo con su canciller es muy usual que el presidente converse con su embajador para consultas importantes. Esa política del “silencio” es criticable y un error lamentable, más con un aliado estratégico y de monta como lo representa el Presidente Duque y Colombia no pueden ser olvidados.
Una expresión que no estoy de acuerdo con mi amigo Humberto Calderón es su opinión drástica sobre el tema de la transición y la posible actuación “rapiña” de los actuales partidos políticos políticos, ya que se presta a especulaciones y confusiones en el campo de los operadores de la “anti política” y los tradicionales enemigos de la unidad de la oposición democrática. Se refirió a los partidos “estalinistas” que imponen la voluntad de su “líder” y no permiten la libre discusión interna. Es un secreto a voces.
Humberto Calderón Berti siempre ha sido un hombre vinculado al partido socialcristiano COPEI, donde ocupó importantes posiciones de gobierno, y perfectamente sabemos que ninguna sociedad o país funciona sin la presencia de los partidos políticos, hasta en las dictaduras comunistas existe un partido único. La sociedad civil y los partidos ambos son necesarios en la vida institucional de un país.
Sobre su posible participación en un “complot militar” al lado del Padrino López, ministro de la defesa y de Maikel Moreno, presidente del TSJ ilegítimo, donde su nombre sería colocado como “presidente de un gobierno de transición”, según un documento apocrifito, respondió a Carla Angola, que desconocía personalmente a esos dos personajes. Considero en lo personal, que esta vieja práctica chavista en su acción es una “cantinflada” más de sus autores en Miami.
La democracia tiene una regla fundamental que es respetar las opiniones de otros dentro de un marco de libre discusión, con tolerancia y diálogo en búsqueda de las soluciones colectivas.
En lo personal creo que este “impasse” político, entre Calderón Berti y presidente Guaido, “no debe llevar la sangre al rio” para fracturar o dividir más a la oposición real representada en la AN. Ya todo está dicho, el daño está hecho y ahora nos queda “recoger los vidrios” y resolver los estragos de esta discusión pública, que por mal manejo e inexperiencia política creó un cisma innecesario. Retornemos a nuestros objetivos estratégicos contra Maduro nuestro enemigo real.
Las conjeturas y especulaciones subjetivas de algunas personas sobre la actitud personal de Calderón Berti, su posible aspiración presidencial, además tiene todos sus derechos, solo el tiempo nos dará una explicación concreta. Por los momentos ratifico mi amistad y admiración a su persona, a voltear la página, y a seguir luchando, para lograr la derrota de la dictadura castro comunista de Maduro y sus aliados. Seamos capaces de convivir con las prácticas de la autocrítica y la crítica tolerante. Cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres y democráticas ¡Vamos bien!…