(09 de septiembre del 2024. El Venezolano).- Es que, a mí, se me hace difícil entender que se lleven, a los que manifiestan su descontento por el fraude electoral, a una cárcel que se llama Tocuyito, donde está la segunda capa de la crema de la delincuencia venezolana y esto parezca justo, revolucionario y socialista a los seguidores y teóricos bolivarianos.
Por José Antonio Medina
Que algunos den su apoyo incondicional por los favores recibidos de los rojos rojitos, se puede entender porque están amarrados por los compromisos que les han hipotecado su futuro, pero que otros lo hagan convencidos de que el imperio vendrá a invadir la patria de Bolívar, que llegarán los gringos y les quitarán sus conucos y que, Xi Jinping y Putin son los nuevos libertadores latinoamericanos, pues, se hace complicado comprender esas entendederas.
Pero, por qué todavía hay gente creyendo en Maduro y en Diosdado Cabello, quizá por lo de la hipoteca; porque nacieron o crecieron dentro de un régimen que les convenció de la invasión del imperio, pero que estando bajo el paraguas de la dictadura del siglo XXI todo está resuelto, porque creen en que el socialismo es regalar comida vencida y, además, poque pueden ser una especie de mutantes capaces de adaptarse a todo.
Esa realidad es tozuda, como la de los de Podemos españoles que insisten en que Corina Machado se inventó las actas y que, Maduro no presenta las suyas porque la oposición es intolerante y no aceptaría otro resultado, lo que llevaría a un encontronazo civil y, a una catástrofe social, así que, Maduro es el bueno, el tolerante, el que sacrifica su vida al extremo de cambiar la Navidad; el líder dispuesto a exponerse siempre, porque es capaz de adelantarse a los futuros peligros que acechan a su gente; por eso hay que meter presos a Edmundo González y a Corina Machado.
Para entendernos mejor, Maduro representa, para los rojitos, la manera de cómo se deben enfrentar los problemas, reconocen que también es una amenaza, pero de menor calibre y necesaria; con ideas claras que pueden tener mayor o menor recorrido, pero ese es otro tema, lo que les importa es lo que llaman el ahorita.
Y, ¿cuál es el papel del Maduro, el César? Pues que se percibe como el hombre capaz de controlarlo todo, que tiene una respuesta para cada situación y, de que es capaz de continuar motivando a los revolucionarios, cosa que hasta el momento le ha funcionado, porque, si es cierto que para muchos lo que habla son chorradas, también lo es el que, para otros son una especie de patrón a seguir.
No podemos olvidar eso de la realidad tozuda que muchos se resisten a cambiar, los bolivarianos se han montado la suya propia, la chavista, salte sapo o salte rana.
Así que, si se marchara Maduro, quedarían maduristas, como han quedado bolsonaristas o trumpistas, porque son almas semejantes, que no saben explicar qué es el color Xanadú, pero lo perciben igual y son capaces de salir del atolladero, aunque sea vendiendo collares de dientes de perro. ¿Pueden cambiar?, claro, pero, son obstinados; es algo parecido a lo que en su época decían los adecos: Adeco es adeco, hasta que se muera.
Bien, pero ¿cuál es la realidad venezolana? Yo me quedo con los más de 7 millones de emigrantes de un país que nunca lo había hecho, en el dictamen final del TSJ de Venezuela diciendo que Maduro ganó y, en el triunfo del miedo, teniendo como ejemplo reciente el refugio dado a González Urrutia en España.
José Antonio Medina