Varias lecciones nos enseñan lo sucedido en las elecciones de medio término en Estados Unidos
Los partidos que celebran la llegada a la Casa Blanca siempre pierden dos años después. Clinton es el único que no ha visitado esa tierra. Trump en el 2018 perdió en un proceso igual.
Los demócratas perdieron, sin embargo lo hicieron con dignidad, a pesar de todas las circunstancias que han rodeado la presidencia de Biden.
De Santis y Abbot en silencio celebran, pues la influencia de Trump no fue la esperada y muchos de ellos aspiran a suplantarlo.. .
Trump ha llegado a culpar, hasta a su esposa.
Biden sabe que perdió, empero está feliz. Perder en esas condiciones y no recibir una “pela”, para él es ganar.
En política no se puede subestimar al enemigo.
El Partido Repúblicano al participar, implícitamente convalidó el triunfo de Biden tan cuestionado por Trump. Este proceso se hizo con las mismas autoridades, funcionarios y métodos y tecnología del anterior.
¿Qué dirán ahora los negacionistas?
Similar situación la vive Venezuela con varias figuras que tienen años acusando al CNE y a Smarmatic de realizar fraude. Peor aún, hubo uno que no se juramentó después de ganar bajo la falsa premisa de no reconocer la autoridad de la Constituyente y hoy es precandidato, con las autoridades que aquellos eligieron.
Evidentemente en Venezuela hay menos garantías y muchos plantean que debe haber la suficiente transparencia para participar.
En Estados Unidos el partido Republicano fue ayudado por el tema económico y la inflación. Otros temas como el aborto, la inmigración, mantuvieron la muralla demócrata que a pesar de los pronósticos no se derrumbó.
El cementerio político está lleno de políticos apresurados. Trump debe hacer una reflexión seria de estos números. Los grupos focales pueden ayudarlo.
La realidad es que el nuevo líder de ese partido es Ron de Santis, antes de embestir como es usual en el expresidente, pregúntese ¿Por qué?
Trump como Hernández en Colombia y Bolsonaro en Brasil, pensó que no necesitaba de nadie y la política no es un juego solitario.
Estas elecciones pudieran ser la puerta de salida definitiva de Biden. Quizá no sea candidato en el 2024. Todo es posible. Lo paradójico es que en su caída Biden probablemente, se llevará a Trump al sepulcro.
Trump no pudo ser el portaaviones que aspiraba y todo indica que el nuevo líder republicano es el gobernador Ron de Santis.
La pelea por la candidatura del conservador bloque político, todo augura que será “a cuchillo” limpio. Se soltaron los demonios “rojos”.
Los demócratas tienen un panorama oscuro. La diferencia es que Biden no resto, aunque tampoco les sumó. Para entender esta última frase recurro a la historia: Barack Obama, perdió más escaños en elecciones similares que Biden.
Quizá el viejo líder comience a separarse del ala progresista si persiste en su idea de reelegirse.
El partido demócrata ganó lo que ganó, a pulso, cuesta arriba y eso es digno de admirar.
Se fortaleció el proceso democrático en Estados Unidos.
La pregunta queda en el aire ¿Quién ganó y quién perdió?
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