(10 de octubre del 2021. El Venezolano).- Se le nota tranquila y serena. Pausada, sin poses. Cabellera azabache, luminosa, no mate. O sí, dependerá del ángulo y la luz. Muy natural. Excesivamente espontánea. No hace falta tratarla personalmente para hacer un registro de su carácter. Le gusta posar, le gusta leer, le gusta relatar y relatarse, le gusta refugiarse en la poesía, en la verdad, es su casa grande, también es su patria, su recodo, una trinchera a prueba de cualquier bombardeo, sabe resistir, y toma ese espacio, le da diversas formas, ¿Cisnes, amarguras, alegrías, fugas? solo ella sabe, el diario, la confesión.
Escrito por: Ramón Navarro
La poeta y escritora Wendy Guerra (La Habana, 1970) avanza a pasos agigantados, pero a su ritmo. Lo sabe. Es una de la más leídas en Latinoamérica, y suele ser polémica. Hurga con el puñal de la razón. A los 16 años la Universidad de La Habana, reconoció la calidad de su poesía, y premió su primer libro, Platea a oscura. Como es sabido, fue discípula de García Márquez, en la escuela de cine de San Antonio de los Baños. Como es sabido, su primera novela Todos se van (2006) recibió el premio Brugueras, y el Carbet des Lycéens, en Francia. Ha escrito para El País, El Mundo, La Vanguardia, The New York Times, y The Miami Herald, entre otros.
Próximamente comenzará a mostrar su ingenio con CNN en Español, y allí, en ese imperio de la información, integrará el staff de analistas, una adquisición de gran valía en virtud de su aguda visión, no solo de Cuba, sino de toda Latinoamérica, y más allá. Su sólida formación humanista le permite hablar con autoridad sobre los temas actuales que más impactan a la sociedad.
Vista desde arriba, parece muy planificada. Estudiosa, se le acerca al saber con sus instintos, y no para emboscar, sino para comprender la dimensión de las grandes y pequeñas epifanías de la vida. Ha publicado las novelas Nunca fui primera dama, Posar desnuda en La Habana, diario apócrifo de Anaïs Nin, Negra, Domingo de revolución y El Mercenario. Su poesía abarca Platea oscura, Cabeza rapada y Ropa interior.
-Tus padres, narras en una nota cómo perecieron en Cuba. ¿Son los dos la consecuencia de esa terrible puesta en escena de la que hablaba Tomás Gutiérrez Alea?
-Todos en la isla cargamos con un destino común impuesto dentro del gregarismo, padecemos una sociedad supuestamente socialista donde, nadie posee vida propia, y mis padres transitaron toda su existencia bajo este manto dictatorial. Así vivieron, en la diatriba de pedir permiso, perdón o hacer silencio. Nuestros padres son verdaderos mártires de una inútil e infinita batalla.
-En Nunca fui primera dama, dices que “No puedo seguir intentando ser como el Che”. El 09 de octubre se cumplen 54 años de su muerte.
Coméntanos, ¿cómo así de no seguir intentando ser como el Che?
-Aunque toda mi obra se plantea un recorrido dentro de la llamada Autoficción, lo que dicen mis personajes, alteregos o no, son diálogos que van mucho más allá de la voluntad de su autora. En Cuba, cada día, de lunes a viernes, los pioneros son obligados a establecer un juramento matutino: Pioneros por el Comunismo, seremos como El Che. En este caso, Nadia Guerra se niega a seguir este camino. Creo que Nadia necesita ser como ella misma. Encontrarse en esa primera persona del singular y reconstruir su vida en un esquema muy diferente a la tragedia que le antecede.
-Como poeta, ¿qué opinión tienes de ese monumento a la poesía, a la auténtica fascinación del escritor comprometido con la estética y la libertad, como La isla en peso, de Virgilio Piñera?
Con La maldita circunstancias del agua por todas partes, Aire Frío y La Isla en peso, entramos en la conciencia de vivir en desnudos y con miedo, cubiertos solo de aislamiento, códigos culturales endogámicos e “in-cubación” ideológica de parálisis infinita. Al leer la obra todo de Piñera puedes perfectamente entender la poética de mi país.
-¿Te consideras nieta del boom latinoamericano, o es solo una etiqueta para las ventas?
El boom, en mi caso, habla de Macondo, de La Maga, habla del universo latinoamericano que comunicó dos continentes a través de la literatura, su herencia me enaltece y compromete a ser mejor en lo que escribo, me integra como parte de un pensamiento originario.
-¿Hasta dónde te importan el éxito, los premios, el reconocimiento?
En esa maldita circunstancia de aislamiento no queda más que refugiarnos en premios y ediciones, condecoraciones para ser advertido en medio de tanta censura e invisibilidad.
-¿Cuál es el escritor cubano que más influencia ha tenido en su poesía y su narrativa?
-Dulce María Loynaz, Julián del Casal, Eliseo Diego y son parte de mi patrimonio sentimental en la poesía, sin ellos no escribiría con la libertad sobre la arena de mis días.
-Cuando Reinaldo Arenas se suicidó, tú tenías 20 años. Qué opinión tienes de este escritor que, en su autobiografía, Antes que anochezca, dijo que la belleza bajo un sistema dictatorial es siempre disidente, porque toda dictadura es de por sí, antiestética, grotesca.
-Reinaldo vive en el imaginario cubano. Su obra se basaba en ficcionar y renombrar hechos y amigos involucrados en situaciones muy graves, seres que yo conocía y aun caminan por las avenidas cubanas sabiéndose personajes de sus libros. Reinaldo es un magnífico escritor y una pieza esencial del pensamiento de un país tocado por el trastorno de la separación, las cárceles, la promiscuidad, lo grotesco y las prohibiciones. El laberinto de tabúes, Cuba como un sitio Cerrado por Reformas, lo que nos escandalizaba de Reinaldo Arenas es hoy ese escenario abierto al público donde la sexualidad aplaca el dolor y la fuga lo cura todo. Todo eso fue descrito por él décadas antes de un modo inmejorable, luego se intentaron reescribir libros semejantes a los suyos, pero imitar a Reinaldo nunca trajo buenos resultados, pues, como ocurre con Bolaños, en Arenas comienza y termina un estilo que solo se reproduce con su ADN.
-¿Cómo aprecias la salud de la literatura cubana en el exilio?
-Antes podíamos apreciar con nitidez este tipo de denominaciones y fronteras, pero hoy, cómo armar una antología que separe a Cuba de su exilio si Cuba se fue de Cuba y con ellos el arte y la cultura. Hay algunos haciendo la maleta, pero la obra escapa libre hacia un editor porque en Cuba escribir, y tratar de editar, pasa por la política. Creo que la cultura cubana está hoy entre el In-xilio y el E-xilio. Todo cubano tiene una historia suculenta por escribir y en cada uno de ellos vive un testigo de una era surrealista y compleja. Hay una gran literatura cubana, quiero verla así, necesitamos una editorial que confíe en estos autores para que puedan leerse y difundirse.
-¿Qué poema o novela te hubiera gustado escribir?
-Mi obra se me parece, yo soy mi obra.
-¿La actriz Wendy Guerra, qué le dice a la escritora?
-Las vanguardias demostraron que artista y obra son una misma entidad.
Mi performance es mi gesto literario que describe lo que soy y quién soy.
-¿Te imaginas a alguien con poder en el régimen cubano leyendo Nunca fui primera dama?
-Sí, es parte de su trabajo, leernos y archivarnos para invisibilizarnos.
-¿Cómo fue la experiencia en Los Ángeles con el director mexicano Alejandro González-Iñárritu?
-Maravillosa y mística como toda su obra.
-¿Cuáles poetas o escritores lees y relees con frecuencia?
No me gustan las estadísticas. No los puedo contar, se me escapan.
–Coméntanos ¿cómo es tu método de trabajo? ¿cómo concibes los proyectos? ¿haces anotaciones en una libreta? Si te asalta una idea, ¿cómo la abordas? ¿Te cuesta escribir?
-Mi trabajo parte de un diario personal, que, al refinarlo se convierte en literatura. Fluye como la vida misma.
-¿Qué te llama la atención de trabajar en CNN?
-Es una maravillosa sorpresa que me ha dado la vida, y sobre todo la posibilidad de hacer visible ideas y personas que, por años, se han quedado en segundo plano. CNN es una caja de resonancia, un canon indiscutible que repercute en la información y el modo de ver el mundo en la contemporaneidad, formar parte de ese universo me compromete y me pide crecimiento ético, intelectual y creativo. Allá vamos con virtud.