(21 de marzo del 2024. El Venezolano).- Cuando faltan horas para el inicio de las postulaciones, Maduro enfrenta un complejo escenario derivado del evidente rechazo a su gobierno y del creciente deseo de cambio que se respira en Venezuela.
Por Alexander Montilla
Está cantado que una candidatura unitaria le daría la victoria a la alternativa democrática.
Pero no todo está perdido para Nicolás.
Aún tiene posibilidades de triunfo si las ecuaciones alrededor de María Corina siguen “hasta el final”.
El primer escenario que anticiparía el triunfo socialista sería el de postular una o dos tapas escogidas por la candidata inhabilitada.
Una iría por la MUD y otra por UNT.
Esos inscritos solo cumplirían un rol decorativo mientras MCM sigue en su lucha jurídica.
Ahí ganaría Maduro porque la oposición seguiría perdiendo tiempo y el verdadero final sería que no hubo candidatura unitaria.
Ese escenario ya tiene varias semanas en el tapete y sería, hasta ahora, el más probable.
Para UNT sería lapidario porque el costo probable a pagar sería la eliminación de su tarjeta con daños colaterales para su bastión del Zulia de cara al 2025.
Otro escenario ideal para Maduro sería que la Plataforma Unitaria decida a última hora inscribir un candidato de verdad, no una simple tapa, pero sin el apoyo de MCM.
También de eso se comenzó a hablar en febrero.
Ahí ganaría Maduro porque la abstención y el desánimo de las masas seguidoras de MCM arruinarían la idea de dar la pelea y aprovechar la impopularidad del oficialismo.
Toca esperar el tan mentado 21 de marzo.
Seguramente, la Plataforma Unitaria hablará. El mensaje será el de todos los días: María Corina es la candidata.
Y más seguro aún es que ella también hablará. Pero su posible mensaje es un enigma. Si se concreta el escenario inicial, ratificaría que irá hasta el final, pero inscribirá una o dos tapas que de ninguna manera portarán la chaqueta de sustituto.
Entonces, ahora sí, con un rechazo del 80% en las encuestas, Maduro podrá festejar por adelantado que la oposición le regaló otros seis años.
Una estafa política sin precedentes, con culpables de toda índole. Un escalofriante suicidio político.