(26 de octubre del 2020. El Venezolano).- Nadie que se detenga a analizar el grave problema, la tragedia que
vive el pueblo venezolano, y le busque una explicación lógica a este
desastre, realmente no la consigue porque es inconcebible que un
país con las condiciones del nuestro, bendecido por la naturaleza
divina con recursos mineros agrícolas, pecuarios, y con gente
trabajadora y emprendedora, hoy día se encuentre ubicado entre los
países más pobres del mundo, ganándole en esa laméntale categoría
a Haití y otros países africanos azotados por guerras intestinas y
prolongadas sequías.
Esta desgracia sólo fue posible con la llegada de un orate desalmado
como Hugo Chávez Frías, acompañado de una camarilla de
comunistas asesinos, inescrupulosos y desfalcadores que durante
trece años de desgobierno fue tejiendo una especie de madeja
cancerígena que fue irrumpiendo en todo el cuerpo de la nación, algo
así como un maléfico proyecto de destrucción, continuado por el
incapaz y rudimentario de Nicolás Maduro quien en siete años de
gobierno, dos de usurpación, ha terminado de coronar el cataclismo
de su antecesor y mentor.
Han sido más de veinte años durante los cuales lo impensado e
insospechado ha tenido lugar en la Venezuela petrolera, comenzando
con la quiebra de PDVSA, en otros tiempos considerada como una de
las transnacionales del petróleo más importantes y promisorias del
mundo, la cual consiguió el bandido de Chávez con una producción de
tres millones quinientos mil barriles diarios que al día de hoy se ha
desplomado a menos de cuatrocientos mil barriles diarios lo cual , al
lado del desastroso desempeño de Maduro, ha traído aparejada la
peor crisis económica y social que haya podido soportar cualquiera
país empobrecido del mundo.
Esa formidable producción petrolera acompañada de un crecimiento
elevado de los precios del barril de petróleo, producto de una
coyuntura económica al elevarse excesivamente la demanda del
crudo por parte de países emergentes, llevaron a Venezuela a recibir
unos dos billones de dólares solamente por la venta de su petróleo,
colosal fortuna que traducida en bolívares produce unos guarismos
que la mente humana no determina fácilmente.
Para tener una idea, y esto lo ha planteado este cronista muchas
veces, de la incuria de este régimen comunista basta con recordar que
al final de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos de América
dispusieron de un fondo, el Plan Marshall, para ayudar a la
reconstrucción de la Europa destruida por los bombardeos de la
Alemania nazista (Francia, Polonia, Inglaterra, Bélgica, entre otros),
equivalente a la suma de trece mil millones de dólares. En Venezuela
estos delincuentes manejaron miles de “planes Marshall y lo que
hicieron fue destruir el país.
En esta vergonzosa revolución lo único que prosperó fue el robo
descarado de los miles de millones de dólares que eran de todos los
venezolanos, el despilfarro y la regaladera de unos trescientos mil
millones de dólares a otros países con la bastarda intención de
comprar solidaridades.
Miles de millones de dólares pedidos en obras para la corrupción
contratadas con la empresa brasilera Odebrecht Entre las obras
paralizadas, 11 de ellas de gran envergadura, figuran dos enormes
puentes, uno sobre el rio Orinoco y la via alterna al puente sobre el
lago de Maracaibo, bautizado con el nombre del Cacique Nigale, el
cual tendría una red sub lacustre que según Chávez permitiría ver
los bocachicos los bagres y las lisa a los usuarios desde sus
vehículos. Esta obra se quedó en la colocación de la piedra
fundacional y uno que otro pilote, hoy destruidos. La línea 2 del
metro Caracas-Los Teques, un tren que uniría las ciudades
dormitorio de Guarenas y Guatire con Caracas, metrocables, un
proyecto agrario, la modernización del principal aeropuerto del
país y una central hidroeléctrica.
Muchas de ellas se iniciaron en el 2006 para ser entregadas tres
años más tarde. Unas cuantas de esas obras fueron pagadas sin ser
terminadas y no hay nadie preso. Po cierto, el 27 de marzo del 2018,
el usurpador Maduro aseguró en cadena nacional que “donde hayan
obras de la empresa Odebrecht sin terminar, yo daré los recursos
para culminarlas”. El año entrante se cumplen tres años de esa
promesa. Vengan pa que las vean.
Esta inservible revolución no sólo no hizo nada y se robó toda esa
montaña descomunal de dólares, sino que destruyó también la
infraestructura de servicios públicos que había sido edificada en el
país en los cuarenta años de gobiernos democráticos anteriores a
este bodrio de régimen.
Como el mejor ejemplo está el colapso del servicio eléctrico que era
considerado como uno de los más eficientes del mundo y hoy la casi
totalidad del país vive apagada la mayor parte del tiempo por un
inclemente racionamiento e intempestivos apagones-
Acabaron con el servicio de agua potable al no darle mantenimiento
a los acueductos ni ampliaciones, como tampoco construyeron una
sola represa para responder al incremento lógico del consumo.
Buena parte de Venezuela vive sedienta. Hospitales abandonados
sin poder garantizar atención a los enfermos. Lo demás, nada sirve
El corolario de este desastre desembocó en una terrible
hiperinflación que empobreció a la mayoría del pueblo venezolano
cuyos salarios son mínimos para todos y no alcanzan hoy día ni para
comprar una bolsa de veinte panes.
Y vino lo que tenía que darse ante el fantasma del hambre que
deambulaba con el moño suelto por toda Venezuela, e hizo
abandonar el país a unos cinco millones de venezolanos, jóvenes y
profesionales en su mayoría, en búsqueda del bienestar y futuro que
su país, arruinado por la revolución, les negaba.
Esta es, apenas, una breve sinopsis, de esta Venezuela en la
decadencia que ha dejado esta mierda de revolución en más de
veinte años de asalto continuado.
A pesar del clamor popular, Maduro se niega a dejar el poder y se
atornilla con el apoyo de los fusiles y grupos violentos armados
ilegalmente que violan derechos humanos, torturan y matan.
Convoca unas elecciones parlamentarias fraudulentas por un CNE
elegido por el mismo gobierno a las cuales no acudirá a votar el
pueblo venezolano.
Son elecciones a la carta, con la colaboración de un grupo de
sinvergüenzas que no resistieron la picada de ojo que les hizo el
régimen en la creencia que con su presencia legitimarán el fraude y
la farsa del seis de diciembre.
El mundo civilizado y democrático no las reconocerá. La gente se
preguntará cómo puede ganar elecciones un gobierno en un país
done más del noventa por ciento de la población muere de hambre y
de necesidades.