Desde tiempos de Irene Sáez, no ha existido en Venezuela alguna figura política que comprometa realmente el futuro político del chavismo. Chávez además de sus condiciones personales de “charlatán”, de figura carismática, cuya mayor experiencia fue la de dirigir un “rancho” (comedor) de un cuartel, llegó a la presidencia de Venezuela, sin tener ningún mérito.
Lo ayudaron. Lo financiaron. Fracasó hasta en la “intentona golpista” y aun así fue premiado.
Un sector político en decadencia, en el egoísmo típico de “machistas” dijeron: “Si la presidencia no es para mí, no es para nadie” y llegó Chávez.
Obviaron el delito de atentar contra la constitución, so pretexto de la amenaza militar que desde Bolívar hemos vivido en Venezuela.
El sector militar en Venezuela nunca, jamás, ha sido “institucional”.
Quién ganaba tenía siempre que “negociar” con una cúpula.
Los ascensos eran “acordados” con los partidos políticos. Igual los favores a la Iglesia.
En 1992, el 90% de los venezolanos pensaban que era necesario “un militar presidente” para que pusiera orden y progresara el país. Figuras como Pérez Jiménez y Pinochet eran admirados.
Fin de la historia. Llegó Chávez y está harto conocido lo ocurrido.
Se despreció un gerente, con realizaciones como el Gobernador Salas Rommer y Chávez asumió.
23 años después
Dada la preparación de los chavistas y su vocación, no hemos salido bien, aunque hubiésemos podido salir peor.
El escenario es muy parecido.
La gente pide un “outsider”, ayer un militar. Alguien que cambie, que sea distinto a quienes han gobernado 23 largos años.
Después de ganar Chávez en 1998, no fue sino hasta el 2006 que las fuerzas democráticas despertaron. Muy golpeadas.
Ese lapso silencioso fue fatal.
Manuel Rosales inició el proceso, sacrificando su carrera cuando asumió la candidatura presidencial, aún a sabiendas de que no iba a ganar.
Después Capriles tampoco pudo y cuando debió reaccionar ante el abuso de poder en el 2013 no lo hizo y nos quedamos con la “arrechera”.
Desde el 2015 hasta el presente, la oposición ha sido presa de la incoherencia, divisiones, traiciones y enfrentamientos inútiles entre quienes debieron tener un único propósito: Liberar a la nación de la clase política dominante desde el Poder Ejecutivo
No han podido, no han querido piensan muchos, cómplices los acusan otros.
Lo cierto a pesar de que no estuve de acuerdo, es que hoy se ha ganado un terreno, un espacio, desde donde construir, asumiendo la realidad y no navegando en espejismos como el gobierno de “internet”, existente en el imaginario y en las chequeras de quienes, sin rendir cuentas, se han beneficiado.
Además, en paralelo ansiamos, en que lo avanzando permanezca y no suceda como el cuento del lobo, ojalá se haga con bases fuertes, de concreto y no de madera o material débil que con cualquier soplido de los destructores se cae.
LORENZO MENDOZA, No ha dicho ni sí ni no, y ya genera terror en los políticos: ¿Por qué?
El empresario nuevamente aparece en la palestra, en el comentario popular, aunque no maneja redes a su nombre. Esto hace más extraño el que con tanta fuerza se le vea por el común de la gente como el “outsider (ayer el militar) necesario”.
Más allá de los números, alterados o no, los diferentes estudios de opinión apuntan a lo mismo: Un electorado insatisfecho.
¿Por qué se produce ese extraño fenómeno? ¿Es la repetición de un error? ¿O realmente es una opción de cambio? ¿Una esperanza? Como en la fábula del viejo que el jovencito quería engañar: Será lo que tu decidas…
Consideraciones previas
Desde hace mucho en el mundo se estudia la carencia de comprensión entre electores y elegidos. Los protagonistas de los partidos hablan en un idioma desconocido para la gente. El nuevo lenguaje político no lo dominan y de eso hablaré en otras columnas. Me remito al punto.
¿Debe Lorenzo Mendoza intervenir en política?
Siempre lo ha hecho. Todos los empresarios, de todos los países y en todas las épocas, lo han hecho. Sin querer o queriendo. La política en su concepto amplio y no equivocadamente como han creído muchos, no está reservada para los partidos.
Lorenzo Mendoza no ha sido neutral, ni se ha alejado de su realidad. Él es venezolano, es humano y no puede aislarse de la política. La cuestión sería ¿Debe intervenir como una opción presidencial? Desconozco sus aspiraciones y prioridades. Una cosa son sus mensajes cuasi institucionales y otra la participación directa.
La política de los gobiernos define el modelo económico, afecta a las empresas, el trabajo. En Venezuela hay una necesidad sentida en este particular. El Estado interventor y omnipotente ha causado grandes daños.
En apariencia Nicolás simula una intención de cambio de modelo. En los hechos muy poco se observa. La burocracia, la ineficiencia carcome el poder público en Venezuela.
¿Qué es lo más grave que le tocaría enfrentar a Lorenzo Mendoza?
En América la izquierda avanza. Países incluso con modelos neoliberales han sucumbido al lenguaje marxista, a pesar de que sus números no eran negativos.
Por ejemplo, Chile, Colombia, Brasil, Perú y hasta la mismísima Bolivia, hoy son trofeos del Foro de Sao Paulo.
Es necesario un empresario que acepte el reto de superar la teoría de la economía de mercado, que poco a poco ha perdido terreno en el campo intelectual y comunicacional. Está deteriorada porque sus exponentes no han sabido venderla. La gente ya no muestra interés en esa verborrea ideológica y un grupo de trasnochados insiste en querer seguir “ideologizando” la política gubernamental.
Las nuevas tecnologías de la comunicación han hecho que el venezolano de a pie, pida simplemente realidades, hechos y no discursos. Se requiere de un nuevo empresario, con auténticos valores, capaz de generar beneficios más allá de los números de riqueza material. La izquierda española con Felipe González lo hizo. Igual sucede en Noruega, Dinamarca, entre otras.
No pretendo cambiar una ideología por otra y menos yo que para nada creo en el socialismo, se trata de que los gobernantes no tengan una camisa de fuerza “pensamiento político”.
La responsabilidad de la crisis venezolana es del chavismo y de otros que, con su silencio, con la defensa de sus intereses, olvidaron construir el “bien común”, completamente distinto al “bien colectivo”.
Lorenzo Mendoza pudiera ser un auténtico capitalista, que comprenda que la mayor riqueza es tener un pueblo educado, con buena seguridad social, con justicia fiscal, en igualdad de condiciones para asumir diferentes tareas: alimentación, salud, seguridad, recreación, educación y pare de contar.
Lorenzo Mendoza incluso me atrevo a pronosticar, no necesita aspirar para contribuir en esto. Él pudiera apoyar a otro, con mayor experiencia gobernando y permanecer a su lado haciendo las observaciones.
No puede el hombre de industrias Polar seguir siendo “agua tibia”.
Su candidatura mataría todas las otras, sin ninguna duda, en especial las no originarias de la plataforma unitaria.
Falta mucho. Puede en Venezuela haber un cisne negro, una circunstancia que obligue a un cambio, a la aparición de un “outsider”.
Los demás candidatos en lugar de despotricar, de atacar a Lorenzo Mendoza, revisen y pregúntese ¿Qué dice o qué hace este hombre para generar tanta atención, sobre todo porque no ha manifestado nada del tema?
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