(06 de julio del 2020. El Venezolano).- A Guillermo González le fueron concedidos en España, los títulos nobiliarios de barón de la Casa Real y teniente coronel de los Tercios Reales, como muestra de gratitud a un hijo de España que tuvo éxito fuera de las tierras ibéricas. Por otro lado, en Venezuela era para todos sencillamente Guillermo “Fantástico” González, una combinación que nace de su nombre y de la popularidad que obtuvo en el programa sabatino Fantástico de RCTV. La verdad, independientes de los títulos nobiliarios o apodos, siempre he pensado que ser feliz no es cuestión de suerte sino una decisión diaria, y eso lo aplicaba muy bien Guillermo González día a día; haber sido y haber hecho feliz a mucha gente, no es cualquier cosa, y para mí era su mejor definición.
El apodo de “Fantástico” lo llevaba con mucho orgullo porque así lo quiso la gente y él lo sabía. Guillermo recibió ese apodo a punta de cariño, por un pueblo que siempre lo admiró, lo quiso y lo querrá, y así lo ha sentido toda esa legión de amigos que tenía Guillermo en cada rincón del planeta. A Guillermo todos lo consideraban un ser humano “Fantástico” y hoy eso lo puedo afirmar, sin temor a equivocarme, porque las manifestaciones de cariño de la diáspora venezolana, han hecho que la despedida a Guillermito haya sido a escala mundial.
Los títulos nobiliarios de barón y teniente coronel sólo los usaba cuando quería hacer una entrada triunfal o un acto grandilocuente, pero como siempre en tono de comedia que era unos de los talentos más fuerte que tenía como artista. Un día me contó, mejor dicho, nos contó a un grupo de amigos, que él estaba en San Francisco, California, con sus hijos Guillermina y Themis y andaba buscando un hotel para llegar en Napa Valley, pero era una época bastante concurrida y no había hotel. De repente, con ese ingenio y viveza criolla que siempre lo caracterizó, le dijo a su hija, ‘llama al hotel e infórmales que está de visita, proveniente de España, el barón de la Casa Real y teniente coronel de los Tercios Reales’; inmediatamente su hija Guillermina llevó a cabo el plan de su padre y para sorpresa de sus hijos rápidamente le consiguieron una suite y Guillermo les respondió con una mueca de sobrado.
Al llegar al hotel, por supuesto, hizo su gran entrada el barón de la Casa Real, con sus lentes oscuros, gran saco azul con insignia real en el bolsillo izquierdo, cerca del corazón, y con un caminar, que honestamente tenía muy poco de realeza, pero de eso nadie se percató, hizo su aparición y el barón fue muy bien recibido; es verdad que no hubo protocolo, ya que los americanos no tienen tradición ni conocimiento monárquico (algo que además era perfecto para su ocurrencia), pero sí fue recibido con mucho respeto y consideración. Ahora, como todo cuento de Guillermo tenía su respectivo turning point, con lo que no contaba él, era que un trabajador del hotel fuese venezolano y al verlo emocionado le gritó, ‘¡Épale, Fantástico!, ¡Rolo e’ vivo qué bueno conocerte!‘ Inmediatamente Guillermo sorprendido, miró a todos lados buscando la salida de emergencia, con un gran gesto que indicaba el temor a ser descubierto, mientras trataba de esconderse detrás de los lentes y pensaba ‘trágame tierra‘.
Afortunadamente para la familia González nadie hablaba español y él rápidamente respiró, le peló los ojos, como sólo él sabía hacerlo, y el muchacho sonreído y cómplice entendió que era mejor callar antes de terminar con una gran escena. Ese cuento termina cuando se enteraron que la suite que les habían reservado era la misma que usaron en una oportunidad, Richard Burton y Elizabeth Taylor; así que la historia saltó de la realeza española al glamour hollywoodense y los gestos y muecas de Guillermo eran para ese momento de una estrella famosa, como si ya no lo fuese.
Esa primera experiencia sirvió para que fuese afinando la simpática comedia, por supuesto basada en hechos reales, y a partir de entonces, en otras oportunidades y en otras ciudades, le pidió a Gloria Valderrama, a quien muchos de sus amigos bautizamos como ‘la baronesa‘, para que se hiciera pasar como su asistente y así poder hacer una reservación en algún hotel o restaurante cuando no había capacidad o era muy complicado tener acceso, y la verdad es que siempre les funcionó. Por supuesto que ahora el cuento tenía más elementos; ahora, él llegaba, Gloria mostraba la tarjeta que lo identificaba como barón, pero esta vez muy atento a que algún venezolano o latino inoportuno, con la excusa de las muestras de cariño, quisiera interrumpir su gran aparición o entrada. Guillermo nuevamente iba vestido con su gran saco azul de la Casa Real española, traje que viajaba con él a todos lados, llevaba siempre sus lentes oscuros y su cabello engominado. Los empleados del lugar al verlo aparecer, inmediatamente lo hacían pasar y lo atendían con mucho esmero, como el barón se lo merecía; hay que aclarar que el saco azul que usaba no era de la Casa Real, sino era la de su equipo de toda la vida, el Real Madrid; pero ese era el ingenio y el atrevimiento divertido de Guillermo “Fantástico” González.
En algún momento de este relato, hablé en plural y dije nos contó a nosotros porque hablé en nombre de muchos de sus amigos que tuvimos la suerte de compartir con él en Miami y eventualmente en Madrid. Como siempre, el lugar de encuentro era en la ciudad de Coral Gables, en Abbracci, donde nos reuníamos bajo el visto bueno de Nino Pernetti, que había sido el gerente de comidas y licores del Hotel Tamanaco de Caracas y que era amigo de Guillermo desde hacía muchos años. Ahí, en Aragon Avenue, concurríamos de manera constante Oswaldo Muñoz, Saúl Campanella, Carlos López, Julio Márquez, Pedro Villar y mi persona. Sin embargo, el grupo algunos días crecía cuando se incorporaban, Orlando Urdaneta, Mario Valdez, José Luis Rodríguez, Orlando Muñoz, Kairo, Ramón Barrios y otras personalidades; en una época, en el grupo principal, solía estar siempre el empresario Carlos Méndez.
Guillermo siempre fue muy apasionado con todo lo que pensaba y defendía, además muchas veces opinaba como si el único que tenía la verdad era él y nadie más, producto siempre de la pasión con la que manifestaba su visión. Una de esas pasiones, aparte del futbol y la televisión, era Venezuela, algo que nos unía a todos por igual, y aunque tuviésemos profundas diferencias en el fondo discutíamos por lo mismo, por la libertad del país. Por momentos eran discusiones muy acaloradas, que afortunadamente, para todos, siempre terminaban con un chiste del barón que calmaba las aguas y comenzaban nuevamente a fluir las sonrisas y la alegría; por cierto, eran momentos que a nadie se le ocurría mencionar el título nobiliario de teniente coronel por razones obvias. Y cuando dije anteriormente, con el visto bueno y el permiso de Nino, es porque las risas, carcajadas y discusiones se apoderaban del ambiente, las cuales terminaban a volumen muy alto. Sin embargo, para eso estaban los amigos de Abbracci; José Francisco, Eduardo, pero muy especialmente Loris, Christian y Lucho quienes gentilmente no sólo nos atendían, sino que nos hacían entender que había que bajar un poco la voz. Lucho, por ser venezolano, estaba siempre entre las discusiones que surgían por la libertad de Venezuela y sus deberes.
Para Guillermo, independientemente de haber nacido en las Islas Canarias, su lugar estaba en Venezuela y él contaba los días para volar y comenzar la nueva etapa, esa de una Venezuela libre. Guillermito ansiaba activar CNT (su canal) y comenzar no sólo a producir, sino a darle trabajo a mucha gente, algo que le satisfacía mucho y como lo hizo desde sus inicios, como empresario, cuando comenzó con el teatro Chacaíto; hay que recordar que Guillermo fue el productor que inició y gerenció con éxito el teatro comercial de Venezuela.
A veces, cuando éramos los primeros en llegar a Abbracci, hablábamos tranquilos de algunos proyectos que nos provocaba hacer y luego de ver mi película “Luisa” surgieron varias ideas, entre esas, por ejemplo, hacer teatro en España. Sin embargo, la idea que más nos motivaba era hacer un plan de promoción y educación ciudadana, que rescatara la verdadera identidad del venezolano, alegre, auténtica, de buenos modales, que recibiera al extranjero con un chiste o una sonrisa, que retomara los signos de buen ciudadano, como lo hacía en el metro de Caracas; ese venezolano que debe valorar el significado del trabajo y olvidar definitivamente la dádiva del gobierno de turno; además entender que ser rico no es malo y ser malandro ya es demodé, una tarea que sin duda queda pendiente en su nombre.
Guillermo no sólo era un gran amigo, sino que no podía ver a alguien con problemas porque intentaba ayudarlo, como bien lo han dicho muchos y me lo recordaba recientemente, más que un gran amigo, el actor Henry Zakka o como también lo expresó, la que él consideraba como una hermana, la actriz Rosario Prieto, que recientemente reveló que cuando Guillermo se enteraba que alguien no andaba bien, él le mandaba dinero, pero sin que ella pudiese decir quién era el la persona que lo enviaba; Rosario, por supuesto, aclaraba que no era ella y les decía, algún día lo sabrán; bueno ya deben haberse enterado que esa persona era Guillermo “Fantástico” González.
El barón de la Casa real era además un gran conciliador, no le gustaba ver a sus amigos peleados y enseguida hacía lo posible por solucionar las diferencias. Eso también me unió a Guillermo, ya que junto a él, Saúl Campanella, Miguel Ferro, y en algún momento, Diego Arria, Antonio Ledezma, Ramón Barrios y otros, hicimos lo posible por unir y resolver las diferencias que existían entre dos amigos con más de 20 años de amistad, y que se habían distanciado por un canal de televisión. Guillermo lo intentó varias veces, lo intentamos, pero lamentablemente no se pudo y esa es otra tarea que también queda pendiente; como también quedó el homenaje por su gran carrera artística que iba a producir, una idea de Oswaldo Muñoz, el 08 de junio en Madrid, pero lamentablemente se nos atravesó la pandemia.
Ojalá podamos todos juntos, incluyendo a Carlos Méndez, como lo hubiese querido él, algún día brindar por el gran barón de la Casa Real, por su amistad, por lo bien que la pasamos y porque hay que decir la verdad, es lo más cerca que hemos estado de la realeza, y me refiero a la realeza monárquica, porque la humana, esa siempre la sentimos a su lado.
Guille, con los sentimientos muy a flor de piel, sólo nos queda desearte un viaje fantástico.
De sus amigos, en esta esquina del mundo, con mucha estima y respeto para Guillermina, Themis, Luis, Carolina, nietos y con mucho cariño para la baronesa Gloria Valderrama.
.Con información de RCTV