(08 de diciembre del 2022. El Venezolano).- Desde 1974 cuando a cuenta de una pingüe renta petrolera el Ejecutivo decretó un aumento general de sueldos y salarios, comprobamos que nuestra economía sí era proclive a la inflación. Desde aquel momento hasta 2012 estuvo latente una progresión de precios quizá algo insensible en virtud de los subsidios a los productos de la cesta básica.
Por Isaías Márquez
No obstante, persiste un ascenso brusco de precios y costos que se agudiza paulatinamente, hasta convertirse en hiperinflación durante 2015-2017; flagelo que, desde entonces, ha dubsistido hasta el presente; el responsable principal y absoluto de semejante estrago es el Banco Central de Venezuela (BCV), junto con sus directivos actuales y pasados, quienes al desatender sus obligaciones legales previstas en la constitución en nombre de ese organismo, (artículos 318-320) CRBV incidieron en la práctica perniciosa y hasta delictiva –latrocinio- de una subvención permanente del déficit fiscal al autorizar la emisión inorgánica de dinero (numerario chatarra), análogo a la emisión de un cheque sin fondos y/o falsificación de dinero, lo cual hizo desaparecer de la economía venezolana, entre tantas, la propensión marginal al ahorro, y todos los efectos (secuelas) que del hecho derivan, como por ejemplo: pobreza extrema, revelada en la cifra tan deptimente que nos indica ENCOVI de que un 53,3 por ciento de la poblacion venezolana vive por debajo del umbral de esas condiciones. Momento que el régimen ha pretendido dulcificar mediante reconversiones monetarias y la decisión cosmética de promover una dolarización “de facto” a objeto de facilitar y encubrir el narcolavado, que conlleva una distorsión gravísima de toda la actividad economíca y del flujo monetario, impactante, críticamente, sobre los niveles inflacionarios a un índice mensual, según OVF, de un 21,9 por ciento durante 11/2022 e inflación interanual de un 213 por ciento; acumulada, 195,7 por ciento e interanual de un 213 por ciento, con pronóstico, según FMI de un 10 mil por ciento para el cierre de 2022; la más descollante de Latinoamérica e incluso superior a la de Grecia.
Y, es por desconfianza muy bien argumentada hacia el BCV disfrutamos, también, de un dólar paralelo (norsantandereano) muy por encima al de la tasa oficial de dicha institución.