(2 de noviembre del 2020. El Venezolano).- Las encuestas están en la mira desde hace cuatro años en todo el mundo. La victoria del Brexit en el Reino Unido y, pocos meses después, el triunfo de Donald Trump ante Hillary Clinton, fueron letales para su credibilidad ante los ojos del público. Es verdad que son dos elecciones completamente diferentes, pero en ambas, el consenso de los encuestadores pronosticaba resultados opuestos, que coincidían con lo que esperaba la mayoría de los comentaristas y de los medios. Que se haya producido lo contrario los dejó muy expuestos.
Los comicios presidenciales de este martes en los Estados Unidos son una oportunidad para las consultoras de opinión pública. Un acierto podría ser una rehabilitación. Pero otro pronóstico errado podría ser demoledor.
A dos días de las elecciones, Joe Biden lidera con mucha claridad las proyecciones de intención de voto. El 52% de las personas que irían a votar —o que ya lo hicieron de forma anticipada— dice que lo hará por el ex vicepresidente, frente a un 43% que se inclina por Trump, según el promedio de las principales encuestas que realiza el sitio especializado FiveThirtyEight. La ventaja, de nueve puntos, es más del doble de la que tenía Clinton sobre el actual mandatario en 2016 (45,5% a 41,7%).
Pero este dato dice poco acerca de cómo está realmente la carrera presidencial, porque se pueden sacar más votos y perder las elecciones, como le pasó a la ex secretaria de Estado. En el voto popular se impuso por 48,2% a 46,1%, pero en el Colegio Electoral perdió por 304 a 227.
Eso significa que no hay una elección en los Estados Unidos, sino 51. El que gana en cada jurisdicción se queda con la totalidad de los electores que le corresponden, de forma vagamente proporcional a su población. El estado que más votos electorales aporta es California, con 55, y los más chicos otorgan tres. Para ser declarado presidente es necesario obtener una mayoría de al menos 270 de los 538 electores del Colegio.
Por eso, en lugar de ver las encuestas nacionales, hay que observar las de los estados. Un repaso revela que Biden lidera cómodamente en 20 y en la capital del país. En 18, por más de 10 puntos de diferencia, y en los tres restantes por entre cinco y diez puntos. Entre los 21, suman 233 electores, solo 37 menos de los que necesita para ganar la elección.
En peores condiciones está Trump. Aunque está al frente con cierta holgura en 20 estados —en 14 por más de 10 puntos y en seis por entre cinco y diez—, son casi todos poco poblados y suman solo 126 electores, 144 menos de los que requiere para ser reelecto.
El resultado de los comicios depende de cómo se repartan los diez estados restantes, en los que las diferencias en la intención de voto son inferiores a cinco puntos, o están entre cinco y diez, pero se trata de distritos en los que las encuestas tuvieron un margen de error demasiado grande en 2016. Entre los diez suman 179 electores y son la clave para ganar la elección.
“Es importante mirar las encuestas estatales, ya que nos dan una indicación de cuántos votos puede ganar cada candidato en el Colegio Electoral. En este momento, hay alrededor de diez estados peleados, incluyendo algunos como Texas y Florida, con un alto número de votos electorales. Biden y Trump están haciendo una fuerte campaña en ellos para ganar a los votantes indecisos y animar a sus seguidores a votar. Los encuestadores han mejorado su metodología para dar cuenta de los errores cometidos en 2016, pero sigue siendo un desafío determinar quiénes se presentarán y a qué candidato apoyarán los votantes indefinidos. Podemos confiar en las encuestas, pero debemos ser conscientes de estas posibles fuentes de error”, dijo a Infobae Mary Stegmaier, profesora de la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad de Missouri.
Primer escenario: Biden Presidente
El análisis de las encuestas en los diez estados decisivos permite trazar cinco escenarios posibles, con diferentes combinaciones de resultados en cada uno. El primero asume que en todas las jurisdicciones se produciría el resultado que anticipan los sondeos. En ese caso, Trump se impondría en apenas dos de los diez.
Uno es Texas, donde aventaja a Biden por 48,1% a 46,8 por ciento, según FiveThirtyEight. Es muy importante, porque es el segundo más poblado del país y otorga 38 electores, pero no es suficiente. De hecho, es inquietante para el mandatario tener un margen tan exiguo en un estado en el que los republicanos ganan sin excepción desde 1980, y donde él mismo le sacó nueve puntos de diferencia a Clinton en 2016.
El otro es Ohio, que aporta 18 electores y es conocido por ser el estado más pendular de todos: desde hace medio siglo, el que gana allí termina siendo presidente. Si se cumple este escenario, los comicios de 2020 romperían la tendencia. Trump se impone a su rival por 47,3% a 46,3%, uno solo punto de diferencia, cuando en la elección pasada fueron ocho.
El promedio de las encuestas muestra que Trump perdería en los otros ocho estados, en los que había ganado en 2016. Si esto se cumpliera, el mandatario sumaría apenas 182 votos en el Colegio Electoral, frente a 356 de Biden, que sería declarado presidente.
Segundo escenario: Biden presidente
Todas las encuestas tienen un margen de error que suele oscilar entre los dos y los tres puntos porcentuales, incluso cuando están hechas con mucho rigor técnico. Por eso, es posible que el ganador en un estado sea diferente al anticipado cuando la diferencia es muy chica.
El segundo escenario asume que Trump ganaría en los cinco estados en los que su contrincante tiene una ventaja menor a cuatro puntos. El caso más factible es el de Iowa, donde los sondeos muestran un empate técnico. Biden está arriba por solo 46,9% a 46,7 por ciento. Considerando que en 2016 Trump ganó por casi diez puntos, no sería ninguna sorpresa que vuelva a quedarse con sus seis electores.
Parecida es la situación de Georgia, que suele ser un bastión republicano, pero que en los últimos años se volvió más parejo. Biden domina por 48,4% a 46,7%, así que Trump debería remontar menos de dos puntos para darlo vuelta y quedarse con sus 16 electores.
En este grupo está el estado más disputado de todas las elecciones: Florida, que con 29 electores está tercero a nivel país, después de California y de Texas. El ex vicepresidente está ganando por dos puntos allí: 48,8% a 46,6 por ciento.
Otro que el presidente tendría que dar vuelta es Carolina del Norte, donde los candidatos republicanos tienden a ganar, pero por ahora está casi tres puntos abajo: pierde por 49,1% a 46,7 por ciento. Vale 15 votos en el Colegio.
El quinto es el más difícil, porque Biden viene sosteniendo en él una ventaja de entre tres y cinco puntos desde hace meses, sin que haya habido señales de que podía cambiar. Es Arizona, otro de los solían ser confiablemente republicanos pero están empezando a teñirse por el peso creciente de la población latina, que tiene mayor afinidad con el Partido Demócrata. A dos días de los comicios, Biden está al frente por 48,8% a 45,7%, así que sería una sorpresa que hubiera una reversión que le permita a Trump quedarse con sus 11 electores.
De todos modos, incluso ganando estos cincos estados, el Presidente no sería reelecto: sumaría 259 electores y Biden se impondría con 279.
Tercer escenario: empate
Los escenarios que se abren en este punto suponen que, como en 2016, las encuestadoras cometerían fallas graves de estimación en alguno de los estados. En Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, Biden está liderando por más de cinco puntos, así que un triunfo de Trump excedería largamente el margen de error aceptable.
En Wisconsin, que otorga diez electores, el candidato demócrata se acerca a los nueve puntos de ventaja: supera al presidente por 51,9% a 43,3 por ciento. Si una vez más los votantes de Trump fueran subestimados y él consiguiera quedarse con el estado, ganando los cinco anteriores, pero perdiendo Michigan y Pennsylvania, habría un empate en 269 votos electorales.
En ese muy improbable caso, le correspondería a la Cámara de Representantes elegir al presidente. El sufragio no es individual, sino que cada una de las 50 delegaciones estatales tiene un voto, así que tienen que ponerse de acuerdo entre sus miembros para decidir a quién apoyar. Ocurrió en los comicios de 1800, cuando Thomas Jefferson y Aaron Burr terminaron empatados en el Colegio Electoral y los legisladores se inclinaron por el primero.
Cuarto y quinto escenario: Trump presidente
Si en vez de ganar en Wisconsin, Trump lograra imponerse en Michigan o en Pennsylvania, entonces sí sería suficiente para ganar. En el primero, que suma 16 electores, Biden tiene 51,4% de intención de voto contra 42,7 de Trump. En el segundo, que aporta 20 electores, la ventaja a revertir es algo menor, porque el demócrata gana por 50,1% a 45 por ciento.
Si Trump se quedara con Michigan, incluso perdiendo en Wisconsin y en Pennsylvania, sumaría 275 electores, cinco más de los necesarios para la reelección. El quinto escenario sería que se repita lo sucedido hace cuatro años y Trump se impusiera en estos diez estados, rompiendo todos los pronósticos y demoliendo la credibilidad de las encuestas. En ese caso, alcanzaría 305 electores y dejaría a Biden con 233.
Las encuestas y el fantasma de 2016
Un análisis riguroso de lo que pronosticaban los sondeos en las últimas elecciones y de lo que terminó sucediendo obliga a hacer una crítica más matizada. El promedio de FiveThirtyEight anticipaba que Clinton sacaría a nivel nacional el 45,5% de los votos (2,7 puntos menos de lo que sacó) y que Trump obtendría 41,7% (4,4 puntos menos de lo que obtuvo). Son diferencias perdonables, sobre todo porque en lo esencial el pronóstico era que Clinton ganaría el voto popular por 3,7 puntos y lo terminó ganando por 2,1.
“A nivel nacional, las encuestas de organizaciones de renombre fueron extraordinariamente correctas y predijeron que Clinton ganaría más votos que Trump. Las mejores, como las de YouGov, anticiparon el resultado de la votación con un margen de 0,5 por ciento. Los mejores agregadores de encuestas, como FiveThirtyEight, pronosticaron el resultado de la votación nacional con un margen similar. Las encuestas de las consultores partidistas, con una agenda para demostrar una causa ganadora, no pueden ser equiparadas a trabajos académicos y periodísticos honestos, y los agregadores de encuestas explícitamente disminuyen su peso o las descartan por completo. A nivel estatal, es cierto, las encuestas predijeron que Clinton ganaría suficientes votos electorales para ser presidenta. Pero hay que recordar que esos estudios requieren de muestras suficientemente grandes antes del día de la elección en los 50 estados y en el DC. En la mayoría, eso es difícil de obtener”, dijo a Infobae John Brehm, profesor de ciencia política de la Universidad de Chicago, especializado en métodos cuantitativos.
Cuando se hace el análisis estado por estado, en la gran mayoría hubo aciertos por parte de las consultoras. Lo delicado es que hubo errores importantes en algunos que terminaron siendo decisivos para el resultado final.
“El problema más importante, pero corregible, que se produjo es que algunas encuestas estatales no fueron representativas del electorado del estado —dijo Stegmaier—. Específicamente, sobrerrepresentaron a los ciudadanos con educación universitaria, y subrepresentaron a los que no tienen un título. Estas muestras deberían haber sido ajustadas, o estadísticamente ponderadas, para tener en cuenta esto. Los encuestadores son hoy conscientes de este problema y pueden calibrar mejor sus mediciones de intención de voto. Otra razón por la que algunas encuestas estatales fueron inexactas en 2016 es porque un número importante de votantes decidieron a quién apoyar en la última semana de la campaña o en el mismo día de las elecciones. En la cabina de votación, muchos de ellos se inclinaron a favor de Trump”.
El caso más grave fue Wisconsin, donde planteaban que Clinton se iba a imponer por 49,6% a 44,3%, y terminó perdiendo por 47,2% a 46,5 por ciento. En segundo lugar, Michigan, donde se proyectaba un triunfo demócrata por 48,4% a 44,2 por ciento. Y en tercer lugar, Pennsylvania, donde anticipaban una victoria de Clinton por 48,9% a 45,2 por ciento.
En los demás estados, las diferencias estuvieron dentro del margen de error. Y si fueron mayores, no cambiaron el resultaron porque en todo caso subestimaron las brechas de algunas victorias que consiguió Trump. Pero en Florida, por ejemplo, la postulante demócrata estaba al frente por menos de un punto: 48,2% a 47,6%, y el desenlace terminó siendo al revés, pero también por una diferencia en torno al punto porcentual: 49% a 47,8 por ciento.
“En 2016, las encuestas estatales y, en menor medida, las nacionales, estuvieron fuera de los márgenes de error aceptables. Más de 35 estados subestimaron el voto de Trump, en muchos casos por más de un 10 por ciento. Gran parte del problema se debe a las dificultades de muestreo que tienen estos estudios, que intentan tomar muestras de una población que aún no existe (las personas se vuelven votantes cuando sufragan, no antes). Los métodos que utilizan para tratar de reunir una muestra que represente con precisión esta población son defectuosos. Veo pocas evidencias de que la situación haya mejorado en 2020, porque además los costos marcan un límites. Si bien Biden puede estar actualmente en la cabeza en muchas encuestas, esos márgenes no significan que, al final, no será una carrera reñida”, explicó Michael S. Lewis-Beck, profesor emérito de ciencia política de la Universidad de Iowa, consultado por Infobae.
En cualquier caso, para que Trump sea reelecto las encuestadoras tendrían que equivocarse mucho más que en 2016. En los diez estados decisivos, le están proyectando a Biden varios puntos más de los que le asignaban a Clinton. En cuatro de los diez —Arizona, Wisconsin, Pennsylvania y Michigan—, están anticipando que sacará más puntos de los que Trump terminó obteniendo. Y en tres de ellos, superando el 50% de intención de voto.
Con información de Infobae