(15 de noviembre del 2021. El Venezolano).- El regreso a las clases presenciales ratifica lo que los gremios de maestros y representantes de Venezuela denunciaron durante el tiempo en el que las escuelas estuvieron cerradas: a las aulas volvieron alumnos que olvidaron cómo agarrar un lápiz, cómo leer fluidamente, cómo tomar un dictado y que, incluso, tienen problemas para recordar las normas de convivencia dentro del salón de clases.
“Es muy grave ver a un estudiante que no sepa agarrar un lápiz y en eso se está enfocando el Alejo Fortique, por lo menos en primero, segundo y tercer año: en cómo reforzarle conductas escolares, cómo agarrar un lápiz, tomar un dictado, darles la base de operaciones matemáticas”, contó a Efecto Cocuyo Beilena Monteverde, subdirectora de la U.E.N. Alejo Fortique, una institución de educación media ubicada en Baruta, estado Miranda.
Igual opina Isbeli Diaz, directora de la Escuela Municipal Miguel José Sanz, al afirmar que “hay niños en los primeros grados que no saben leer, que no escriben, que no se saben el abecedario”, y son precisamente aquellos que recibieron menos apoyo en sus hogares durante las clases a distancia. «Fueron esos estudiantes los que más retrocedieron en su aprendizaje», dijo la docente.
Menos palabras por minutos
Estos testimonios coinciden con los resultados de una evaluación nacional sobre habilidades asociadas a la lectura de estudiantes de tercer grado que realizó la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) este año. En esta investigación se revela que un porcentaje significativo (68 %) de los estudiantes de tercer grado en Venezuela lee con rezago.
El dato que confirma este diagnóstico es que más del 40 % de los estudiantes de tercer grado solo lee 64 palabras por minuto (ppm), o menos, cuando deberían leer 85-90 ppm.
De ese 68 % de estudiantes que lee con rezago, se detalla que 10 % muestra rezago bajo, 17 % rezago moderado y 41 % rezago alto, reportó Efecto Cocuyo.
Otro punto importante de esta investigación es que existe una brecha importante y diferenciadora entre el desempeño obtenido por los estudiantes que asisten a escuelas ubicadas en zonas rurales y las que están en sectores urbanas. Los segundos obtienen mejores resultados, señala la investigación.
“Ahora bien, a pesar de que el promedio obtenido por los estudiantes de la zona rural de Venezuela es más bajo (60 ppm) que el de la zona urbana (78 ppm), en ambos casos la cifra está por debajo del estándar establecido por el Banco Mundial (90 ppm) y evidencia un rezago en la habilidad lectora por parte de la media de los estudiantes venezolanos independientemente de la zona donde residen”, se agrega en el documento.
Si se comparan los datos encontrados en Venezuela con los de otros países de la región latinoamericana, se obtiene que los estudiantes locales leen menos palabras por minuto (72,34) que los alumnos de tercer grado de Nicaragua (82,67 ppm) y El Salvador (75 pmm). “Esto sienta un precedente para el país y refuerza el hecho y la necesidad que tienen los estudiantes de afianzar su fluidez lectora”, analizan los investigadores de la UCAB.
Esta situación está asociada, dicen los docentes, a que el cierre de las escuelas afectó la continuidad de los procesos de aprendizaje, que ya estaba vulnerado antes del inicio de la pandemia: ya había altos índices de deserción docente, éxodo estudiantil, fallas de infraestructura, deudas salariales, entre otras dificultades.
El alto índice de rezago ¿cómo afecta?
El rezago escolar es entendido como la discrepancia entre el nivel educativo cursado por un individuo respecto al nivel educativo que es considerado como apropiado para su edad. Es decir, aunque puede ser leve o severo, es la evaluación de qué tan atrasado va el alumno.
Este fenómeno es un indicador de privación de la dimensión de educación en las mediciones de pobreza multidimensional y “es considerado un eslabón previo a problemas educativos aún más graves, como la repitencia y la deserción escolar” que, a largo plazo, indica que un volumen significativo de niños, niñas y adolescentes no logrará alcanzar escalones de aprendizaje relevantes, condenándolos a un futuro de precarización laboral, pauperización del ingreso y segregación social.
Según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), el rezago escolar entre los estudiantes de educación básica (7 y 11 años) y de educación media (12 y 17 años) de Venezuela empezó a aumentar en 2018 y desde entonces ha tendido a profundizarse.
Los resultados más recientes de esta encuesta (2021), casi la mitad de los adolescentes de entre 12 y 17 años está en desventaja respecto a su trayectoria educativa: 26 % de los varones de este grupo etario presenta un rezago escolar leve (1 año) y 21 % presenta rezago severo (2 años o más), mientras que 28 % de las hembras de este grupo etario presentan rezago leve y 16 % rezago severo.
En cambio, se registra una reducción del rezago escolar entre las niñas y niños de 7 a 11 años, “probablemente favorecido por la flexibilización de las evaluaciones y la promoción de grado” automática.
En ambos grupos, los jóvenes de hogares pobres son los más afectados por el rezago y la exclusión del sistema de enseñanza, pues permanecer estudiando representa para ellos un alto costo de oportunidad. “Los hogares buscan maximizar el aprovechamiento de su fuerza de trabajo para compensar la merma de los ingresos familiares”, se explica en la investigación.
¿Cómo se puede revertir esta problemática?
El esfuerzo de los educadores actualmente, de acuerdo a las entrevistas hechas por Efecto Cocuyo, en ofrecer a los estudiantes la atención psicoafectiva que no tuvieron en los últimos 19 meses de educación a distancia y en realizar un diagnóstico de conocimiento y refuerzo escolar.
Este refuerzo implica que se repase el currículo de años anteriores con la intención de nivelar a los alumnos y, a partir de allí, planificar la enseñanza del nuevo conocimiento, adaptada a su realidad.
En este punto, la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), como centro de investigación, una vez más ha ofrecido algunas recomendaciones, a partir de los resultados de la Encuesta Nacional de Establecimientos Educativos (Eneed 2021), para mejorar la calidad educativa en Venezuela.