(19 de enero del 2024. El Venezolano).- La historia vuelve a repetirse. Los regímenes autoritarios en Latinoamérica no han hecho otra cosa que, cuando se ven amenazado por la doctrina cristiana, inmediatamente sucumben y muestran su fortaleza tiránica. No es que no soporten un rezo, no soportan lo que Umberto Eco denominaba la crítica demoledora, para diferenciarla del insulto. Quien insulta, agrede, transgrede, humilla, socava y extermina, son precisamente las dictaduras, y la iglesia, hoy día, lanza sus piedras al infractor, deja sus manos al descubierto, y no pasa nada.
Por Sophia Lacayo
Y es que, las referencias en el continente son muy complejas, en especial Cuba, ya que si alguien abogó por Fidel Castro cuando estuvo en la cárcel, por el asalto al Cuartel Moncada (1953) fue el arzobispo de Santiago de Cuba, Enrique Pérez Serantes. Más adelante, cuando detectó los excesos de la Revolución, paradójicamente, se convirtió en un férreo opositor del régimen que en un momento aupó. Fidel nacionalizó las escuelas católicas, censuró las publicaciones de la Iglesia, y en 1961, más de 120 sacerdotes fueron expulsadas de la isla.
Con las variantes del caso, Nicaragua experimenta, prácticamente, desde el 2018, un pasaje aterrador, con distintos grados, ya que el régimen que lidera Daniel Ortega ha mostrado en toda su magnitud, un abierto rechazo a la iglesia católica, considerada institución enemiga del estado. Y basta con mencionar los atropellos del pasado 20 de diciembre de 2023, para que, hasta el propio Papa Francisco, haya fijado posición, aun cuando el autocrático mandatario centroamericano, soslaye las palabras del pontífice.
Desde la ventana del Palacio Apostólico, en el rezo del primer Ángelus del año, 01 de enero de 2024, reveló: “Sigo con preocupación todo lo que está ocurriendo en Nicaragua, donde obispos y sacerdotes han sido privados de la libertad. Les traslado a ellos, a su familia y a toda la Iglesia del país mi cercanía en la oración”.
El Papa instó al diálogo, pero sabido es que ningún dictador es capaz de resolver sus diferencias con este recurso civilizador, y la historia contemporánea está cargada de prueba de esa naturaleza. La jerarquía de la iglesia católica se ha visto sumergida en estos conflictos en países, por ejemplo, como Venezuela, Chile y Brasil. “Mientras, espero que se busque siempre el camino del diálogo para superar las dificultades. Rezamos hoy por Nicaragua”, sentenció el Papa.
Álvarez en libertad.
El 20 de diciembre pasado, la policía nicaragüense, arrestó a un obispo, a 13 sacerdotes y dos seminaristas, de acuerdo con dirigentes opositores en el exilio y con Organizaciones No Gubernamentales, por lo que el régimen ni niega ni confirma las detenciones, aunque todo ha transcurrido con evidentes pruebas, como el caso del obispo Rolando Álvarez, quien el 10 de febrero de 2022 fue condenado a 26 años y 4 meses de prisión, por conspiración. En ese momento, el Papa Francisco lanzó a Ortega un dardo desde el Vaticano, “dictadura grosera”, llamó al gobierno.
Monseñor Álvarez nunca agachó la cabeza ante la aridez del régimen. Como hombre de peso bíblico y coherente en sus acciones, se negó en febrero de 2023, a tomar el avión de destierro, que trasladó a Estados Unidos a más de 200 presos políticos. En ese sentido, no pudieron obligarlo, como sí hicieron en el 2019, con el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.
Sin embargo, se dio otra oportunidad y Monseñor Álvarez, en compañía de 18 sacerdotes más, fue excarcelado el 04 de enero de los corrientes, y enviado al Vaticano. ¿Negoció el Papa Francisco la libertad de estas personas? Álvarez, obispo de Matagalpa, era la voz más crítica de la Iglesia católica que aún permanecía en Nicaragua, y si duda, encarna el ideal de lucha contra la barbarie, cuya prédica en defensa de los derechos humanos, lo coloca al lado de otro gran sacerdote católico, como lo fue monseñor Arnulfo Romero, de El Salvador.