(06 de mayo del 2024. El Venezolano).- Eleazar López Contreras nació en Queniquea del Táchira el 5 de mayo de 1883 por los días cuando todavía gobernaba Venezuela el General y Abogado Antonio Guzmán Blanco.
Por Douglas Zabala
Aunque no conoció a su padre el coronel Manuel María López, por haber fallecido cuando apenas él tenía meses de nacido, a sus 16 años se enrola a las fuerzas insurgentes de Cipriano Castro, quien iniciaba la Revolución Liberal Restauradora desde su tierra tachirense.
Cuando Eleazar llega con Castro a Caracas y amarran sus caballos en el Palacio de gobierno, este de inmediato lo designa como su Edecán dando inicio con ello a su ascendente carrera militar que culminará al igual que Cipriano en Miraflores, como General en jefe y presidente de la República.
A pesar de haber sido hombre de confianza del Cabito, terminará gobernando con el presidente Juan Vicente Gómez, quien le asigna responsabilidades de gobierno al extremo de haberlo hecho su ministro de Guerra y Marina hasta cuando en 1935 asumió la presidencia de la República para culminar el periodo presidencial del fallecido hombre fuerte de la Mulera.
A raíz de la muerte de Juan Vicente Gómez se produjo demasiada tensión en el alto gobierno y en el mismo pueblo por no saber cuál sería el futuro de Venezuela a partir de ahora. López Contreras como era su costumbre tomó la radio y lanzó su célebre frase de “Calma y Cordura” logrando con ello apaciguar los ánimos y así suplir la falta absoluta del Benemérito hasta cuando fue electo presidente constitucional para el periodo 1936 – 1941.
La protesta de los jóvenes en los carnavales de 1928 agarra a López Contreras como jefe de la guarnición de Caracas. Recibe órdenes para iniciar una feroz represión policial, incluso contra su propio hijo, quien era uno de los estudiantes revoltosos.
En sus escritos Eleazar López Contreras narra que le manifestó al presidente Gómez su opinión de dejar a los estudiantes arrestados en la misma universidad y no enviarlos a la cárcel, y menos establecer un batallón de tropas en la universidad. Quizás de allí le vino al hombre de Queniquea aquello de Calma y Cordura.