(02 de junio del 2022. El Venezolano).- De Oriana Fallaci se ha escrito mucho, así como ella mucho escribió. En esta nota de recuerdo a “la periodista”, así como ella gustaba ser llamada, quién vendió más de 20 millones de copias de sus obras, deseo traer el recuerdo de su participación como “Partigiana” (Partisana) en la segunda guerra mundial y ¿amor? por Pier Paolo Pasolini.
Por: Raúl Ochoa Cuenca
Solo traeré a esta nota, una parte de su biografía correspondiente a su adolescencia, periodo este cargado de grandes emociones, como aquella de arriesgar su vida durante muchas notas en su labor como correo de municiones de la resistencia italiana a la invasion alemana, en aquella tierra roscana convertida en museo cerrado y al mismo tiempo en cementerio abierto por decision de los criminales nazi fascistas de ese historico momento.
Si porque Oriana de sus primeros 15 años de vida muchos de ellos transcurrieron en vivencias muy disímiles a los de su generación y contrariamente de sus compañeras de generación en la forma de pasar el tiempo en medio de la guerra, la mayoría escondiéndose de los asesinos de las SS, Oriana se alistó como voluntaria de las fuerzas patrióticas italianas que luchaban contra el fascismo y sus aliados, los invasores alemanes. Así podemos ver que su infancia transcurrió en la Italia fascista de Mussolini. Su padre, Edoardo, albañil de profesion, era un activo partisano antifascista quien influyó en las ideas de Oriana.
La joven Fallaci se unió así al movimiento clandestino de la Resistencia «Justicia y Libertad» viviendo en primera persona los acontecimientos de la guerra: durante la ocupación de Florencia por los alemanes, el padre fue hecho prisionero y torturado en Villa Triste, y luego liberado, mientras Oriana se ocupaba del transporte de las municiones de una parte a otra del río Arno, atravesando el río en el punto de seca, ya que los alemanes habían destruido los puentes.
Por su activismo durante la guerra Oriana Fallaci recibió a los 14 años el reconocimiento honorífico del ejército italiano.
Creo no equivocarme cuando les propongo amigos lectores que esta inicial biografía de la personalidad de esta comunicadora es suficiente para que nos podamos hacer una idea de lo que era, lo que representaba esta tosca y honesta mujer. A la Fallaci quienes la conocieron la describen como de fuerte carácter, muy orgullosa, carismática y pragmática. Igualmente cuando nadie tenía como bandera el feminismo y menos aún habían acuñado la frase del Me-Too Oriana ya lo planteaba en sus conferencias y notas como un necesario reconocimiento de los derechos de la mujer.
Ahora mis estimados lectores les propongo de compartir una parte de la entrevista que Oriana le hace a Pier Paolo Pasolini en Nueva York, la ciudad a la que ambos admiraron y amaron, si es verdad, cada uno a su manera y cada uno con una interpretación de la sociedad americana diferente. Fallaci y Pasolini, ambos con posiciones políticas e ideológicas totalmente encontradas, pero como se ha afirmado, admirandose mutuamente. Permítanme antes de pasar a la entrevista recordar un hecho que nos enseña la espiritualidad de la periodista que hoy nos ocupa. Es una carta post mortem, llena de significado, cruda y real que la escritora partisana le dedicara a Pasolini, el día después de su trágica muerte. Una carta llena de significado, cruda y real, una característica de la personalidad de Oriana Fallaci. Para sus amigos fue una relación de amor y odio la de estos dos artistas del siglo XX.
He aquí una parte de la célebre entrevista de la Fallaci a su amigo Pasolini en la ciudad de Nueva York el 13 de octubre del año 1966.
¿Miseria?! ¿En Nueva York?
Sí. El mismo tipo de miseria, o pobreza, que se halla en las ex colonias que se independizaron hace poco. El mismo tipo de pobreza que notas en Calcuta, en Bombay, en Casablanca. ¿Me explico? No una miseria económica, aquella miseria por la que no se tiene qué comer: una miseria, por así decirlo, psicológica. Aquella dispersa suciedad, aquello efímero. Las carreteras mal asfaltadas que cuando llueve se llenan de acequias. Los muros negros o marrones, construidos de prisa para ser demolidos rápidamente. Jamás una esquina ilustrada, destinada a durar. También está Park Avenue, en eso estamos de acuerdo, están los impactantes rascacielos de cristal, pero esas son las pirámides. Estar aquí es como encontrarse en Egipto cuando los esclavos construían las pirámides. Sabes, a lo mejor los esclavos en Egipto no vivían tan mal. Tal vez eran alegres, en la desesperación, y por la noche se iban por ahí, bebían… No tiene nada que ver. El lado más importante que queda es esta miseria de ex colonia, de proletariado.
¿Proletariado? ¿En Nueva York?
Por supuesto. Aparecen en todo el mundo los estigmas del mismo origen proletario: a primera vista no se nota la diferencia de clase. Al igual que en Moscú cuando andas pensando que todos son iguales. Obviamente hay una diferencia y sin embargo no se dan cuenta, no nos damos cuenta. ¿Y sabes por qué? Porque no reside en ellos una conciencia de clase. Para uno que viene de Italia el desconcierto es más profundo que en África, en India. Quiero decir, que entrando en Calcuta, en Khartoum, te adentras en el
corazón de una raza, de un contexto social: la clase obrera, burguesa, medio-burguesa, y cada una con su conciencia de existir. Entras a Nueva York y, ¿qué encuentras? Un fuego artificial de razas asimiladas y constituidas análogas por el mismo sistema, el mismo fondo: el proletariado. Mira el obrero americano, esta monstruosa e increíble mezcla entre proletariado y pequeña burguesía. No existe el obrero como tal en cuanto en él no existe la consciencia de la clase obrera. Una vorágine. Pero asomándote de cualquier lado, en América, de un alma como de una calle, un ambiente, te asomas a una vorágine. Al igual que si te asomaras desde un rascacielos. ¿Eso es bueno, es malo? No lo sé, me siento confundido. En Europa me parecería algo negativo, aquí no. Admiro el momento revolucionario americano, aunque está claro que mi corazón va para el pobre negro o el pobre calabrese, y contemporáneamente respeto el Establishment, el sistema americano. Necesito volver, tengo que investigar.
¿Podrá tener alguna relación las opiniones de Pier Paolo Pasolini en 1966 con la crisis social que estamos observando hoy en los cimientos de la sociedad americana, en la cual jóvenes y aun niños muy tristemente manifiestan sentir odio o’simplemente disparan a personas nunca vistas antes ? Desafortunadamente no parece ser un problema limitado a la National Rifle Association, es mucho más amplio. ¿ Qué opinaría Pier Paolo Pasolini?
Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar el 2 de junio del año 2022.