(23 de junio del 2022. El Venezolano).- Si es de sacudir, sacudirá. Lo que se esparce sobre el ámbito de la literatura es infinito, y allí no hay imposiciones de verdades absolutas. El lector aprueba o desaprueba de acuerdo con su conocimiento, porque el entendimiento es otro estado. Por eso Natalia Bravo (Caracas, 1986) admite que cumplió sus expectativas con su reciente libro En busca del orgasmo, un proyecto “lleno de erotismo, (…) es una experiencia, un desahogo, una permanente discusión filosófica: un enriquecimiento para el lector”, remarca su padre, el periodista Napoleón Bravo, quien se encargó del prologar la obra.
Por: Ramón Navarro
En los últimos 16 años, Natalia ha oscilado entre Florida y Nueva York. Partió antes que sus padres, Napoleón y Ángela Zago. Estos se quedaron en la isla de Margarita hasta que el chavismo los acorraló con su conocida estrategia, y adiós, Venezuela. Estudió en el colegio Emil Friedman, y luego se formó en Diseño Gráfico y Comunicación Visual en el Instituto Creativo Digital (ICD), en ese entonces dirigido por Carlos Márquez.
En Estados Unidos continuó su aprendizaje. Estudió actuación en The New School, fotografía en el International Center of Photography (ICP), y ahora está explorando con extrema seriedad el cine y la televisión en la NYU Tisch Art. “Quisiera indagar más en el cine. Esa es mi verdadera pasión”, confiesa.
Se ha orientado igualmente con lecturas, experiencia propia y el contacto con otros. Está repleta de inquietudes. “Hay un modelo de conducta humano que se origina en nuestras tendencias biológicas. Hay que desarrollar el lóbulo frontal, y eso lo conseguimos a través de la autocrítica”.
-¿Cómo fue la infancia de Natalia?
Mi infancia, entendida después de adulta, fue bastante especial, por varias razones. Una de ellas es que tuve la fortuna de crecer en el mundo cultural. Las personas que conocí en mi niñez lograron sus objetivos y vivían de “ser artistas”, cosa que no se ve muy a menudo. Ahora entiendo que el mundo en su mayoría no es así. Luego, crecer con dos padres reconocidos como periodistas, que, además, me permiten el acceso a cierta información distinta a la que tiene el común denominador, que hacen las preguntas respectivas de un periodista: “cuándo, cómo, dónde” y tienen la capacidad de hablar libremente de todos los temas. Me daban una libertad distinta a la que vi en la familia de mis amigos más cercanos.
-Esa Natalia que creció oyendo los cuentos en casa, cuentos familiares de acosos y persecución ¿Qué preguntas te hacía en esos momentos?
La estrategia de mis padres fue que notara lo menos posible esos conflictos. A pesar de que hubo allanamientos, persecución política antes y después de Chávez, no crecí en una casa inestable o conflictiva. Hacían que la situación se sintiera fácil de llevar. Luego, ya siendo adulta, tuve que revivir experiencias que algunos considerarían traumáticas; sobre todo, porque en algún momento traté de pedir asilo político. Ahí entendí realmente cuál era la situación y qué tan diferentemente era a la del común denominador, especialmente para los estadounidenses. Creo que todos los venezolanos tenemos una historia muy peculiar.
-¿Qué es lo que más te llamaba la atención de tus padres? ¿Con quién te identificabas más?
Tengo una relación sumamente cercana con mi madre. Nos llevamos muy bien. Pero en temas de admiración y respeto –la solidez que tiene en sus ideas, el liderazgo que asume sin ser prepotente ni autoritario– mi papá, definitivamente. Además, es un hombre sumamente sensible
-Cuando trabajabas con tu papá, desde jovencita, en sus programas de radio, ¿cuáles eran los principios periodísticos que él te enseñaba, y que hoy día, aplicas?
Él no los enseñaba como tal, sino que los practicaba. Recuerdo perfectamente que hubo una portada, creo que fue en la revista Estampa, que un Día del Padre titularon “La educación está en el ejemplo”, a la que siempre hago referencia porque definitivamente es cierto. Él educó a través del ejemplo. Varios de esos valores son la honestidad –sus opiniones eran tal cual lo que escuchabas por televisión–, el respeto hacia opiniones distintas a las de él, y entrevistar a gente que tuviera material que respaldara sus opiniones, y no simplemente entrevistarlos por ser “noticia”. Esos son valores fundamentales que me inspiraron a ser lo que soy a nivel laboral.
-Estás vinculada al diseño gráfico, comunicación visual, fotografía, a la escritura, a la edición de libros. ¿Qué no has hecho que quieras hacer, que lo veas como un objetivo determinante en tu vida?
Quisiera indagar más en el cine. Esa es mi verdadera pasión. Me gustaría asentar mi carrera en la escritura y por eso saco este proyecto (En busca del orgasmo) con la expectativa de que pueda transformarse en una serie de televisión. Además, considero que el mensaje que quiero transmitir es importante, porque debate temas que están en auge y que, a mí parecer, todavía no se desarrollan en el mercado hispano con la amplitud que me gustaría ver como una persona bilingüe. Temas relacionados al sexo, las relaciones interpersonales y la conducta humana.
-¿Cuáles son los estilos y directores que te llaman más la atención en el cine?
-Me gusta mucho David Fincher, Tarantino, Guillermo del Toro. Me voy más hacia el suspenso, y me gusta escribir suspenso. Son muchos los directores que respeto.
-Te has apoyado en la trayectoria de tus padres para definir algunas circunstancias en tu vida?
¿En qué sentido?
-En tu formación profesional.
Insisto, lo que más me influyó fue la capacidad de hablar con libertad y autenticidad sobre temas que, al parecer, la mayoría de la gente no abordaba en sus casas y que son tabús. Eso ha influenciado mi trabajo.
-Fuiste productora del documental “Chavismo: La Peste del Siglo XXI”. ¿Qué otras pestes andan por ahí?
Dentro de la oposición también hay pestes, lamentablemente. No nos podemos parecer a lo que combatimos.
-En la introducción de En busca del orgasmo, señalas que además de la libertad sexual, hay que tomar en cuenta la posibilidad de impulsar nuestra evolución. ¿Qué tanto has hecho para auto-conocerte?
Mi objetivo de vida es ese. Inclusive, cuando trabajo en otros proyectos el fundamento es la búsqueda personal. Siempre tuve una tendencia a tratar de entender la conducta humana, justamente por crecer en un ambiente de honestidad, por supuesto, con los problemas que puede haber en toda familia, pero en el que había mucha sinceridad. Me llamaba mucho la atención que la gente mintiera, por ejemplo. Eso me hizo evaluar a la gente y conocerla mejor, no solo para buscar la aprobación que todos requerimos, sobre todo en nuestro crecimiento, sino, también entender por qué me sentía de la manera que me sentía. Es un trabajo continuo que no para en ningún momento. Me apoyo un poco en la psicología y tengo un asesor psiquiatra que es un gran amigo, un tipo muy letrado, culto, consistente con sus ideas, y ha sido un gran pilar en el desarrollo personal. Practico la terapia cognitiva y la escritura. El libro “En Busca del Orgasmo: un diario interactivo para pasar la página y descubrirse” es un proyecto que nace de esa necesidad, del entendimiento propio. Cuando hablamos de los demás también proyectamos lo que somos.
-El personaje Sergio, que aparece en la introducción, que te dice que no puedes reseñar películas experimentales, ¿es un machista, un acomplejado o un accidente en tu vida?
Ninguno de los tres. De hecho, somos buenos amigos. Creo que a él le preocupaba que yo expusiera su vida personal sin su autorización. No es la primera vez que esto ocurre. No tengo problemas en escuchar las opiniones de los demás, lo que sí estoy segura es que no me voy a autocensurar. Es cuestión de trayectoria e historia familiar.
-Lo primero es el desorden y luego la voluntad de orden. Tempestad y calma. ¿Es tu libro una expresión de ese ajuste de cuentas internas, un reencuentro con tu placidez?
Definitivamente llegué a la satisfacción personal. Claro, como todo ser humano, tengo momentos de ansiedad; probablemente, tenga otra crisis en mi vida, pero sí llegué. A eso llamo “el orgasmo”, a la mayor satisfacción en cualquier ámbito. Y esa búsqueda no es solamente física, es la sensación de lograr ser la persona que quieres ser. Todas las interacciones que he tenido a lo largo de mi vida inspiraron este libro. Pero, además, forjaron quien soy hoy.
-En la portada se lee: un testimonio extenso de cómo complací al género masculino. ¿Por qué complacer al género masculino?
Si bien no estoy completamente de acuerdo con la idea del sistema patriarcal, sí pienso que hay un modelo machista a nivel mundial donde el rol de la mujer está muy definido, y la iglesia tuvo bastante que ver con esto. Para mí fue muy importante tocar el tema del catolicismo en el libro, y otros temas que se relacionan a la definición de los géneros. Si bien crecí viendo una pareja como la de mis padres, completamente diferente a las parejas que tuve en algún momento –o, al primer amor, que fue muy sólido, estable, cariñoso–, mi primera experiencia sexual, como otras, moldearon la dinámica que tuve con los hombres durante años. Estoy reaprendiendo a no solo sentir satisfacción complaciéndolos a nivel sexual. Ahora que mi aprobación es interna y depende de mí misma, intento definir cuál es el nuevo modelo. Creo que el modelo de conducta machista se ha repetido en muchas de nosotros. Por eso para mí es muy importante tachar ese subtítulo y aclarar que ahora se trata de otra cosa. Mi pregunta concluyente sobre el libro es: ¿cuál es la nueva dinámica para relacionarse, especialmente a nivel sexual?
-¿Cuál es el concepto de amor que abrazas en el libro?
El libro habla de los distintos conceptos que existen sobre el amor, al menos los que yo conozco. Además del amor romántico, hay muchos tipos de amor, aquellos que se dan a través de la amistad, de los lazos sanguíneos, del amor propio amor. El amor que practicas a través de la forma en la que actúas. Uno de los temas fundamentales del libro es el amor. Estaba buscando el amor a través del sexo, por tanto, cuando me preguntan si el libro se trata exclusivamente de sexo, no, de lo que menos se trata es de sexo, aunque hay varias escenas eróticas.
-¿El libro cumple tus expectativas?
Totalmente. De los proyectos en los que he participado y de los personales que aún están archivados, este es el que está más completo a excepción de algunos errores de tipeo y ortográficos que debo corregir. La gente que vive en el mundo del arte me entenderá: uno nunca cree que un proyecto concluyó, pero hay que cerrarlo. La conclusión de este libro significó el cierre de un círculo para mí.
-¿Algún otro proyecto editorial en el panorama?
Quiero explotar todos los conceptos e ideas que toco en este libro antes de estar en posición de hacer otro. Sin embargo, tengo abierto un proyecto que se llama “Las otras son ellas”. Trata sobre el papel fundamental que han tenido algunas amantes en relación con personajes de poder. El personaje principal está basado en la historiadora Herma Marksman, quien estuvo relacionada con Hugo Chávez.
–Tu padre, Napoleón, dice en el prólogo que relatas con valentía vivencias y opiniones aún mayores y más escandalosas que las de Anaïs Nin o Henry Miller. ¿Qué tan realista esa comparación?
No tengo la menor idea. Me parece una locura la comparación. Esa es su opinión. Él de verdad cree eso. Se lo respeto. Para mí es un honor, sobre todo viniendo de él, que su única carrera fue Letras y que es un hombre bastante leído. Él sabrá por qué lo dice. Yo trato de ser lo más humilde posible. Creo que su opinión tiene que ver con que planteo temas bastante duros y difíciles de expresar, y esos autores tocaron los mismos temas y lo hacían de manera muy audaz.
¿Qué te motivó a la práctica del yoga?
La búsqueda del equilibrio y del entendimiento de mí misma. El yoga para mí es meditación activa. Me enamoré del yoga porque puedo encontrar más tranquilidad a nivel mental y, al mismo tiempo, reflexionar. Es una actividad muy completa.