(26 de enero del 2021. El Venezolano).- Cuando éramos felices pero no lo sabíamos es un mezcla entre crónica y autobiografía que relata cuatro viajes que la escritora Melba Escobar, autora de La Casa de la Belleza (2015) y La mujer que hablaba sola (2017), hizo entre 2019 y principios de 2020 a Venezuela para tratar de entender –aun sabiendo de antemano lo difícil y acaso imposible de la tarea– la crisis de nuestro país vecino y comprender la actitud de muchos de sus compatriotas frente a la situación de los refugiados venezolanos que encontramos en cualquier lugar de Colombia. “Lo que van a leer es una historia del presente contada con urgencia”. “Este libro es una invitación a perderse conmigo”. Así empieza Cuando éramos felices pero no lo sabíamos.
A continuación una charla que tuvimos con la escritora sobre la publicación de esta obra.
−¿Por qué escribir sobre Venezuela ahora, después de tantos años de dictadura y crisis?
Precisamente porque es una realidad que ha caído en el olvido. Además, el libro no es solo sobre Venezuela y su relación con Colombia, es sobre el duelo de perder un país tal como lo conocíamos, sobre la forma como la política se entromete en nuestras vidas y las transforma, y sobre un duelo (el que yo hacía por la enfermedad y muerte de mi mamá) que nos conecta de una forma mucho más sincera con el dolor ajeno.
−La mayoría de la gente en Colombia parece hastiada con el tema de Venezuela, no quiere saber nada, o no le importa ya. ¿Qué podría decirle para que lea su libro?
Lo que cuenta la historia del libro no se ha contado en ninguna otra parte. Pero creo que esa es solo una de las muchas razones para leerlo. También lo leería porque es muy actual, en el último de los cuatro viajes que hice a Venezuela aparece la pandemia. Esa irrupción de esa “nueva normalidad” que vivimos está muy bien documentada en los cuatro viajes a un país que ya sufría unos cambios devastadores aun antes del Covid–19 y que, por lo mismo, tiene mucho que enseñarnos sobre manejo de crisis.
¿No le preocupaba que tal vez el libro no despertara el interés esperado o que no tuviera una amplia acogida?
No me preocupa, no. Además, por suerte hasta ahora el libro va moviéndose bastante bien.
−Algunas descripciones de su tiempo en Venezuela parecen ficción, con escenarios de película de ciencia ficción apocalíptica. ¿Qué fue lo más irreal para usted?
Que hubiera gente jugando al golf en el Country Club de Caracas. Que Maduro tenga casas y hoteles expropiados para hacer sus fiestas privadas. Que en los días pasados hayan importado un Ferrari a un país donde un tercio de la población está pasando hambre.
−Este libro, esta crónica, tiene también algo de autobiografía. Al ahondar en Venezuela, se vio obligada a analizar aspectos de su vida y de su familia. ¿Fue inesperado que esto ocurriera? ¿Sintió temor al exponerse así?
Temor, no. Finalmente es uno quien toma las decisiones sobre qué escribir y qué no. Me pareció un gesto de reciprocidad apenas justo con tantas personas que desnudaron su realidad conmigo, me contaron sus penas y me confiaron sus miedos, necesidades y deseos.
«(…) el libro no es solo sobre Venezuela y su relación con Colombia, es sobre el duelo de perder un país tal como lo conocíamos, sobre la forma como la política se entromete en nuestras vidas y las transforma, y sobre un duelo»
−Al principio del libro usted dice de Colombia que: “El delirio de grandeza, sumado a las guerras, nos convirtieron en el país excluyente y excluido que somos”. ¿Podría en algún momento el destino cambiar y generar una situación igual o más difícil que la de Venezuela aquí?
No lo sé. Aunque en estos tiempos improbables que vivimos todo parece ser posible.
−¿Cree que la crisis de Venezuela está cayendo en el olvido?
Sin duda. Es lo que está sucediendo.
−¿Qué tanto afectó el Covid–19 la conclusión y publicación de este libro?
Su publicación, así como el cronograma de viajes, se hicieron de acuerdo a los planes que teníamos con la editorial desde un comienzo. Afectó sin duda la historia del libro, como está afectando la de todos nosotros hoy día.
−Los viajes de este libro fueron realizados en 2019 y el último en febrero de 2020. ¿Qué tanto ha cambiado el panorama con la aparición del Covid–19? ¿Tiene alguna idea? Si antes la situación era difícil e inimaginable para muchos, ahora…
Ahora es peor. En el caso venezolano, no solo por el Covid. También por la dolarización de un país que se ha encarecido brutalmente y donde quienes vivían de las remesas ya no pueden vivir con lo que les llega de afuera. Por otro lado, han aumentado el desempleo y la precariedad; por todo esto, si ya no alcanzan las remesas, en la actualidad resulta aún más difícil conseguir ese dinero para enviar. Es peor por parte y parte.
−Para los lectores no familiarizados con el género de crónica, ¿qué libros les recomendaría?
De Ryszard Kapuscinski recomendaría Viajes con Herodoto y todos sus libros, en realidad. Me gusta mucho Los suicidas del fin del mundo de la argentina Leila Guerriero, una escritura donde los bordes entre ficción y no ficción se rozan y exacerban sacando lo mejor de cada uno.
−¿Tiene un público específico en mente para este libro? ¿Quién le gustaría que lo leyera? Quienes lo han leído me dicen que no es un libro fácil de soltar. Que tiene buen ritmo, tensión, buenos diálogos, y de paso conocemos una realidad que está pasando frente a nuestras narices. Me gusta la recepción que está teniendo y espero que sea leído por quienes