(17 de julio del 2025. El Venezolano).- En estos últimos días, España ha sido sacudida por una serie de hechos lamentables: agresiones, mensajes cargados de odio en redes sociales y en la calle, y una creciente tensión entre sectores de la población y las comunidades migrantes. Como organización ciudadana, desde La Coordinadora Iberoamericana Contra el Racismo el Antisemitismo y la Intolerancia (CICRAIN) no podemos ni queremos guardar silencio.
La violencia, – sin importar su procedencia – no puede tener cabida en una sociedad democrática. Rechazamos con la misma contundencia los ataques cometidos por personas migrantes hacia ciudadanos españoles, como los actos de hostigamiento y agresión promovidos por grupos ultras contra personas extranjeras. La justicia no puede ni debe aplicarse por mano propia, y mucho menos convertirse en una caza de brujas étnica o racial.
Nos oponemos rotundamente a expresiones como “a la caza de emigrantes”, una frase inaceptable que atenta contra los principios fundamentales de convivencia, respeto y legalidad sobre los que se construye nuestra democracia. El Estado de derecho no se suspende por miedo ni por rabia. Está para ser defendido siempre, y es precisamente en los momentos de mayor tensión cuando más debemos confiar en nuestras instituciones.
La policía y el sistema judicial español están para hacer cumplir las leyes, proteger a los ciudadanos —todos los ciudadanos— y sancionar a quienes las infringen. Esa es la vía. La violencia callejera, los linchamientos mediáticos o las amenazas no solo son ilegales, son profundamente injustas y peligrosas.
Desde La Coordinadora Iberoamericana Contra el Racismo el Antisemitismo y la Intolerancia (CICRAIN) rechazamos también los discursos irresponsables de algunos políticos que, lejos de calmar los ánimos, han optado por alimentar prejuicios y señalar al colectivo migrante como un todo, como si fuera un problema, como si fuera una amenaza. Esa generalización es dañina, falsa y profundamente irresponsable.
Delinquir no tiene nacionalidad. Por eso también decimos claramente: rechazamos a quienes llegan a España con la intención de delinquir, y confiamos en que la ley sabrá actuar con justicia. Pero eso no puede convertirse en una excusa para criminalizar a quienes han venido a buscar una vida digna, a trabajar, a aportar y a convivir.
España necesita urgentemente una política de integración real, ambiciosa y sostenida en el tiempo. En los últimos años, se ha abandonado la inversión en cohesión social, en educación intercultural, en oportunidades laborales y en mediación comunitaria. Ese vacío ha sido aprovechado por quienes quieren enfrentar a unos contra otros.
En este contexto, es más urgente que nunca que España cumpla con los compromisos adquiridos en el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, conocido como Pacto de Marrakech. Este acuerdo, firmado en 2018, no solo promueve una gestión responsable de los flujos migratorios, sino que también defiende los derechos humanos, la integración y la lucha contra el racismo y la xenofobia. Cumplir con ese pacto no es una opción ideológica, es una obligación ética y jurídica.
Es momento de reivindicar la armonía, la convivencia y la dignidad humana. Desde La Coordinadora Iberoamericana Contra el Racismo el Antisemitismo y la Intolerancia (CICRAIN) alzamos la voz para pedir un país más justo, más unido, más humano. Y lo hacemos no solo por las personas migrantes, sino por todos los que creemos en una España que no se rinde al odio.
Porque la convivencia no es solo una meta: es una responsabilidad compartida.