(20 de marzo del 2025. El Venezolano).- Nayib Bukele ha empezado a mercadear con personas. Aunque en términos comerciales el envío de migrantes indocumentados de Estados Unidos a El Salvador no puede calificarse de adquisición, el presidente del país centroamericano vendió un servicio y la Administración de Donald Trump se lo compró. Una compraventa. Ocurrió la noche del sábado, sin procesos, sin trámites judiciales y a pesar de que un magistrado federal había ordenado parar la deportación. La llegada a San Salvador de un avión con 261 presos, la gran mayoría venezolanos acusados de pertenecer a la banda criminal Tren de Aragua, reportará a Bukele 20.000 dólares al año por detenido. A las ganancias se suman el blanqueo internacional de su política carcelaria y las garantías de amistad con el magnate republicano.
¿Qué ofrece el mandatario salvadoreño? Los sin papeles acabaron en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una megacárcel inaugurada en 2023 y convertida en símbolo de la guerra contra las pandillas. La eficacia de esa estrategia no ha sido cuestionada. La Mara Salvatrucha 13 y el Barrio 18, las dos organizaciones delincuenciales más poderosos de Centroamérica, están hoy más debilitadas que nunca. La otra cara de la moneda han sido las restricciones de libertades y las constantes violaciones de los derechos humanos, dentro y fuera de los penales. El régimen punitivista instaurado por Bukele le valió una enorme popularidad, pero al mismo tiempo ha abierto una peligrosísima puerta, en la que se miran otros líderes latinoamericanos, que legitima el desguace del Estado de derecho.
¿Qué gana Trump? El presidente de Estados Unidos se deshizo de 261 indocumentados. De ellos, 238 son venezolanos integrantes del Tren de Aragua, según las autoridades. Los 23 restantes son miembros de la MS-13. La deportación sacia las demandas del sector más duro de sus votantes y del Partido Republicano. Para llevarla a cabo, el mandatario invocó la Ley de Enemigos Extranjeros, una norma que se remonta a 1798 y que solo se aplicó tres veces: durante la guerra angloestadounidense de 1812 y en los dos conflictos mundiales. Los expulsados bajo ese paraguas fueron 137, mientras que los otros 101 fueron enviados al Guantánamo de Bukele en virtud de un procedimiento migratorio ordinario.
La transacción terminó sin contratiempos. El joven político populista centroamericano exhibió la deshumanización de los presos en un vídeo difundido en X. La clásica producción a medio camino entre el manga, el videojuego y una mala película de género péplum. También se burló del juez que ordenó detener el operativo. Familiares de algunos deportados niegan cualquier vínculo con el crimen organizado. Cabe la posibilidad de que no vuelvan a saber de ellos. Criminales o no, no tendrán derecho a un juicio convencional. Un negocio redondo. Un golpe mortal para la democracia liberal.