(28 de mayo del 2019. El Venezolano).- El Negrito, uno de los delincuentes más peligroso en Venezuela relató que la crisis económica en su país ha afectado su ingresos.
En un trabajo publicado en el Nuevo Herald del The Associated Press, El Negrito señaló que ya perdió la cuenta de la gente a la que ha matado, pero actualmente disparar un arma de fuego se ha convertido en un lujo, ya que a su juicio, “las balas son caras, un dólar cada una. Y ahora que circula menos efectivo en la calle, los robos ya no son tan rentables como antes».
Con apenas 24 años de edad solicitó solo ser identificado por su apodo y fotografiado con una capucha en el rostro, para evitar atención no deseada. Destacó que “si disparas un peine (cargador), estás disparando 15 dólares. Si botas una pistola, o los policías te la quitan estás botando 800 dólares ”.
El Negrito lidera a un grupo de mercenarios llamados los Crazy Boys, una pandilla que forma parte de una intrincada red criminal en Petare, una de las barriadas más grandes y temidas de Latinoamérica. El líder, que aceptó una entrevista con dos compañeros en su escondite en Caracas, dijo que su grupo comete ahora unos cinco secuestros al año, mucho menos que en años anteriores.
Explicó que estos secuestros rápidos son un gran negocio. Normalmente, se captura a la víctima y se la retiene hasta 48 horas mientras sus seres queridos tratan de reunir todo el efectivo que pueden. Los captores se centran en la rapidez y en devolver rápido a la víctima, en lugar de en el tamaño del pago.
El rescate que fijan depende de lo que cueste el auto de la víctima, señaló El Negrito, y la operación puede acabar en muerte si no se cumplen sus términos.
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Por su parte, los expertos señalan que los asesinatos y asaltos a mano armada han caído en picada en uno de los países más violentos del país. En el Observatorio Venezolano de Violencia, un grupo sin fines de lucro con sede en Caracas, los expertos estiman que los homicidios han caído hasta un 20% en los últimos tres años, basándose en datos como los reportes en medios y fuentes en morgues locales.
El declive está directamente relacionado con el desplome económico que ha ayudado a avivar la disputa política por el control de la antes rica nación petrolera.
Mientras que la inflación disparada alcanzó un millón por ciento el año pasado, haciendo el bolívar local casi inútil a pesar de que los cajeros automáticos tampoco podían dar más del equivalente a un dólar. La grave escasez de comida y medicinas ha llevado a unos 3,7 millones de personas a buscar mejores perspectivas en otros países.
Debido al caos, la delincuencia ha cambiado más que desaparecer. Aunque se han reducido los robos a mano armada, suben los reportes de robos y hurtos de cualquier cosa desde cables telefónicos de cobre a ganado. El narcotráfico y la minería ilegal de oro se han convertido en actividades por defecto del crimen organizado.
“Venezuela sigue siendo uno de los países más violentos del mundo”, dijo Dorothy Kronick, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Pensilvania y que ha realizado una extensa investigación en las barriadas de Caracas. “Tiene niveles de violencia como de una guerra, pero sin guerra”.
Por último, Robert Briceño, director del Observatorio Venezolano de Violencia, dijo que el declive de los homicidios es una cuestión de economía básica: ante la escasez de efectivo en Venezuela, hay menos que robar.