(23 de septiembre del 2020. El Venezolano).- Los veinte años de luchas contra la dictadura que ha regido en Venezuela, primero con Hugo Chávez, y ahora con su sucesor, Nicolás Maduro, han dejado una serie de enseñanzas extraídas de conversaciones con expertos que a continuación presentamos luego de analizarlas en conjunto con el especialista en seguridad global, Joseph Humire y con la periodista, Celia Mendoza.
Se trata de un aprendizaje que es imprescindible implementar a la hora de diseñar las nuevas estrategias que deben emprenderse para derrocar, definitivamente, al régimen criminal de Maduro.
Primera lección: ¿Hay un chavismo y un madurismo o es una sola ideología?
La muerte de Hugo Chávez y el arribo al poder de Nicolás Maduro sembró en algunos la creencia de que se trataba de dos ideologías contrapuestas. Una tesis surgida con el intento de excusar de culpas al finado mandatario y achacar la responsabilidad del desastre que hoy se vive en Venezuela únicamente a su sucesor.
Humire advierte que el propio régimen ha impulsado desde la contrainteligencia una serie de versiones acerca de supuestas fracturas y divisiones en el seno del chavismo. Tácticas distractoras para alejar el foco del meollo de la crisis venezolana. Igualmente, el argumento ha sido usado del lado opositor para darle cabida al chavismo disidente y obtener más aliados en la lucha por la usurpación del poder por parte de Nicolás Maduro. Casi de inmediato al fallecimiento de Chávez comenzaron las teorías de conspiración dirigidas a señalar a Maduro como un traidor y a señalarlo como un supuesto conspirador junto a los cubanos para dejar morir al exmandatario. A partir de estas teorías conspirativas comenzó una narrativa de que había gente que creyó en Hugo Chávez, en su liderazgo, pero no en Maduro. Estas teorías son impulsadas, principalmente, por el chavismo subversivo del 4 de febrero de 1992, quienes dispersos por el mundo esgrimieron que chavismo y madurismo son dos cosas distintas.
Humire advierte que la oposición aceptó a estas personas con el argumento de que estos disidentes tendrían información privilegiada que ayudaría al derrocamiento de Maduro y subraya que “estas ideas que son las que llevaron directamente al 30 de abril, a la operación Gedeón, a varios errores que se han cometido por el origen chavista de esas creencias”.
En este sentido, Humire sentencia que “nunca hubo esta división del chavismo”, una discusión que se ha dado, incluso, en Washington. Destaca que es difícil creer esta teoría, por cuanto, la propia naturaleza del chavismo hace inconcebible la existencia de una guerra en la que no hay represalias, venganza ni asesinatos, acciones contra ellos o sus familiares o allegados.
Más contundente, Celia Mendoza estima que la tesis de división de chavismo es un solamente una excusa para poder perdonar a los disidentes. “Esa era la manera de poder salir de la sombra del chavismo con Chávez muerto y utilizarla para irse para el otro lado. Son agentes dobles, pues todavía tienen los principios del chavismo que es lo que propicia el nacimiento del madurismo, porque sin Chávez no hay Maduro (…) Están utilizando la ideología para salvarse”.
El Departamento de Justicia advirtió al momento de acusar a Nicolás Maduro, de que se trataba de una sola narrativa, un solo régimen. No hay chavismo y madurismo, son una sola cosa. En la acusación se plantean todos los elementos que permiten certificar de que se trata de un proceso que se ha mantenido 20 años, que es una organización, un régimen criminal, una misma empresa, una misma corporación.
La incorporación de disidentes del chavismo en el movimiento opositor pasa por la evaluación de sus acciones y no sus palabras, pues la reincorporación a la sociedad democrática venezolana debe ser por méritos. Quien cometió delitos debe enfrentar la justicia.
Segunda lección: ¿Las Fuerzas Armadas son un factor crítico para sacar a Maduro del poder?
Existe la creencia en muchos sectores y es un asunto que aún se discute, de que las Fuerzas Armadas son fundamentales para salir del régimen de Maduro. Esta es una tesis basada en el hecho de que al mantener el gobierno usurpador el control del armamento, el cual está en manos de los militares, por lo que se piensa que, con sólo sumarlos al movimiento opositor, s se arreglaría el problema. Tal pensamiento es errado, pues la fuerza del régimen no está en su equipamiento militar institucional, toda vez que disponen de otros grupos armados, algunos de ellos incursos en actividades ilícitas.
Al no funcionar la institucionalidad en Venezuela, las Fuerzas Armadas igualmente actúan al margen del deber ser. El hecho de que unos hombres manejen armamento no los hace militares, pues es cuestión de formación. Si las fuerzas democráticas obtuvieran el apoyo de todos los militares, esto no sería suficiente para sacar a Maduro del poder, pues el régimen aun contaría con las milicias, los colectivos y los grupos paramilitares que, muy seguramente, enfrentarían a las FAN que se alcen contra Nicolás Maduro. Hay que tomar en cuenta de que se trata de fuerzas irregulares que, incluso, cuentan con mejor armamento, entrenamiento y preparación para el combate, además de contar con el apoyo obsceno de varios países. Tal situación plantearía un escenario de guerra civil brutal.
Las Fuerzas Armadas no son un factor crítico y son parte del problema que padece Venezuela. Muchos de sus integrantes están involucrados en narcotráfico, lavado de dinero y otras actividades ilícitas. Además, en el país existe una gran separación histórica entre la clase política y la clase militar.
Depender de las Fuerzas Armadas para resolver el conflicto distraerá de encontrar el centro de gravedad de este conflicto. Es preciso recordar que Hugo Chávez cambió la estructura formal de la Fuerza Armada y esta dejó de estar al servicio del pueblo y los intereses de la nación. La meritocracia, la educación y el entrenamiento, dejaron de ser el norte de la institución que pasó a estar al servicio del partido de gobierno y del mandatario.
Es fundamental recordar que en el seno de la Fuerza Armada venezolana nació el Cartel de los Soles, por lo que será sumamente difícil convencer a quienes unas personas que se están enriqueciendo con el narcotráfico y la criminalidad y al mismo tiempo portan uniforme y son los líderes del ejército del un país, de que se sumen al movimiento democrático.
Las Fuerzas Armadas, pues ya está demostrado, no son fundamentales para hacer retornar la democracia en Venezuela, toda vez que su naturaleza trastocada colinde con el crimen organizado y con aliados internacionales que tienen otros intereses.
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