(11 de octubre de 2019. El Venezolano).- No hay nadie que esté sufriendo de las consecuencias ambientales del colapso de la industria petrolera de Venezuela más que los humildes pescadores en las aguas sucias y negruzcas del Lago Maracaibo.
El célebre lago del occidente de Venezuela, ubicado en una zona de intensa producción petrolera, ahora se ha convertido en un desolado lodazal de donde emana crudo de oleoductos y plataformas resquebrajadas. Gran parte de la sustancia oleaginosa cubre los pescados y mariscos recogidos por los pescadores, que deben limpiarlos y fregarlos antes de poder venderlos para la exportación.
Las manchas cubren las lanchas pesqueras y les malogran los motores y redes. Al final de cada acalorado día, los pescadores se lavan afanosamente las manos y pies con gasolina pura. Les salen erupciones en la piel pero dicen, resignados, que ese el precio que deben pagar para poder subsistir.
“Esto es como el fin del mundo”, dice Lenin Viera, de 28 años, uno de los pescadores que reconoce la dura realidad del trabajo allí, en las cercanías de la ciudad de Cabimas: Si no salen a pescar, sus familias no comen.
Venezuela tiene las reservas de crudo más abundantes del planeta, hecho que convirtió al país, uno de los fundadores de la OPEP, en uno de los más prósperos hasta fines de la década de 1990. La ciudad de Maracaibo, que le dio nombre al lago, con más de un millón de habitantes, se ganó el apodo de “la Arabia Saudí de Venezuela” debido a sus lujosos restaurantes y tiendas y al descomunal puente de 8,7 kilómetros (5,4 millas) de largo que cruza el lago.
Pero atrás quedaron los días de prosperidad. La producción petrolera venezolana ahora es apenas una quinta parte de lo que era hace dos décadas. Muchos atribuyen la crisis a la “revolución socialista” del ahora fallecido Hugo Chávez. Su sucesor, el actual presidente Nicolás Maduro, dice que la culpa la tiene una “campaña imperialista” lanzada por Estados Unidos para derrocarlo.
Expertos ambientales dicen que la contaminación petrolera en el Lago Maracaibo comenzó en la década de 1930, cuando se cavó allí un canal para permitir la navegación de buques petroleros grandes. En poco tiempo entró agua salada de mar, lo que mató a parte de la fauna lacustre. Aparte de eso, se desarrolló la agricultura en la zona cercana al lago, lo que vertió fertilizantes a sus aguas y destruyó parte del ecosistema.
Ni el ministerio de comunicaciones de Venezuela ni el presidente de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) respondieron a pedidos de comentario para este reportaje, reseñó The Associated Press.