(07 de febrero del 2025. El Venezolano).- Apunto de cumplir 82 años, Joseph Stiglitz (Gary, Indiana, Estados Unidos, 1943) es uno de esos referentes mundiales de la izquierda que se puede permitir ironizar sobre las lecciones de economistas como Milton Friedman y Friedrich Hayek, los padres del neoliberalismo. Ganador del Nobel de Economía en 2001, el catedrático de la Universidad de Columbia bromea en su último libro, Camino de libertad (Taurus), sobre la «cerrada hermandad de los economistas», esa cuya escuela de pensamiento «es tomada en serio». Tanto que «se enseña en las escuelas de posgrado y varios de sus miembros son premios Nobel».
Stiglitz, que elogia a Pedro Sánchez -«está intentando proteger a España de la avalancha de desinformación»- y recibió a Pablo Iglesias en su despacho de Columbia, está convencido de que han sido los «mercados desatados» de Friedman y Hayek los que han puesto al mundo en el camino del «fascismo del siglo XXI». Que si el temor de los neoliberales era un mundo orwelliano con un poder omnipresente del gobierno, lo que tenemos ahora son magnates al frente de empresas privadas con un poder casi orwelliano para moldearnos. Aun así, hay esperanza, dice. Y eso que nos atiende por videoconferencia desde su despacho justo después del arranque de la nueva era Trump. Si sus seguidores se autoproclaman como los defensores de la libertad, Stiglitz se pregunta: «¿Libertad para quién?».
En su libro lamenta que la derecha se haya adueñado de la retórica de la libertad como en su día lo hizo con el patriotismo y la bandera del país. ¿Cómo cree que lo ha logrado?
En el caso de EEUU, forma parte del mito de nuestra historia, en el sentido de que la revolución estadounidense nos liberó del Reino Unido. Por eso, la historia que nos enseñan en la escuela trata de la libertad. Pero no de la libertad de los esclavos, por ejemplo, que era la mayor parte de la población del sur. Es una buena pregunta cómo la derecha se apropió del concepto de libertad, porque realmente lo hizo y la gente no se da cuenta de que se está arrebatando la libertad a otras tantas personas. Esa es una de las razones por las que escribí el libro. Y la segunda es que, desde un punto de vista político, los progresistas deben recuperar el discurso de la libertad porque, en la práctica, sus políticas dan más libertad a más personas. El objetivo del libro era plantear qué queremos decir con libertad y quién está favoreciendo en realidad que haya más libertad.
¿En qué cree que se ha equivocado la izquierda?
Uno de los errores es no haber explicado esta idea de manera simple, que la libertad de una persona es la falta de libertad de otra. Con la pandemia se habló de la libertad de no usar mascarilla o de no vacunarse. Y yo digo: con esa libertad le estás quitando a alguien la libertad de vivir o de no estar hospitalizado. En Estados Unidos, la libertad de portar un arma puede significar la falta de libertad de vivir para los niños. No se puede pensar en la libertad de una persona sin pensar en las consecuencias para otra. Así que una pequeña restricción de la libertad puede llevar a una mayor libertad en un sentido significativo para todos. La libertad de todos aumenta cuando yo obedezco ciertas reglas que me restringen.
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